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Antonio Zapata: Fiesta infantil

zapataPublicado en: La República
Fecha Mier, 27/10/2010
Obtenido en: http://www.larepublica.pe/sucedio/27/10/2010/fiesta-infantil

Ya pasó la era del outsider, pero hemos entrado a la etapa de la sorpresa. El outsider verdadero fue Alberto Fujimori, quien no había ocupado cargo público alguno y se levantó de la nada para ganar la presidencia en 1990. Pero, en ese entonces, el país vivía una de sus crisis más hondas. Entre el terrorismo y la hiperinflación estábamos quebrados, económica y emocionalmente.

Además, la corrupción hacía lo suyo y el sistema político prácticamente implosionó, produciendo un ganador que nadie conocía.

Hoy en día, el país no vive una crisis. Por el contrario, venimos de un ciclo prolongado de crecimiento y mucha gente trabaja arduamente por prosperar, que no parece una meta tan elusiva como antes. Así, es improbable que la ciudadanía se arriesgue a elegir un verdadero outsider, que equivale a un salto mortal al vacío.

Pero, esto no significa satisfacción con la clase política. Por el contrario, los partidos casi no existen e incluso el Apra está atravesando uno de sus peores momentos. Asimismo, continúa la corrupción y el peruano de a pie percibe que el poder es un asunto de aprovechados.

Por ello los electores escogen candidaturas que no participan del mundo de los poderosos. En este sentido, se prefiere alguien que no parta como favorito. Ese es el factor sorpresa, que se asocia al triunfo de Susana Villarán en Lima. Un candidato con carrera política, pero fuera del círculo de influyentes.

Aplicando ese principio, se refuerza la hipótesis de que en abril pasará a segunda vuelta alguien relativamente nuevo. Ello implica superar al menos a tres de los cuatro favoritos de hoy: Luis Castañeda, Keiko Fujimori, Alejandro Toledo u Ollanta Humala. Si esta posibilidad está abierta, la pregunta es quién podrá ocupar ese puesto. Para saberlo, conviene empezar por el perfil de los ganadores de octubre, para determinar el tipo de candidato exitoso.

Además de estar ausente de los favoritos, importa que tenga fama de honrado y exprese una disposición a sacudirse de la corrupción. Ningún candidato abiertamente facineroso ha ganado en octubre. Ese factor debilita al fujimorismo y aumenta sus dificultades para imponerse en la decisiva segunda vuelta.

Por otro lado, en octubre no han ganado políticos provenientes de los partidos tradicionales, pero tampoco se registra victorias contundentes ni de empresarios ni de figuras de la TV. Asimismo, no ganan vocingleros, la gente no se entusiasma con personalidades agitadas y demandantes, sino con racionamientos dichos con alegría y calidez. A este respecto, algunos líderes de las izquierdas lucen bastante anticuados.

Tampoco se han impuesto claramente candidatos antisistema. Más cerca del triunfo se halla quien ha superado las trabas que impone el modelo. La ciudadanía no aprecia el sistema económico, pero los electores prefieren el éxito esforzado, antes que el reclamo vehemente. Por su parte, los vencedores son figuras democráticas, cuyo perfil aparece horizontal. Estos dos últimos factores conspiran contra las posibilidades de Humala de llegar a segunda vuelta. En alguna medida también debilitan a Keiko.

Si el lector se pregunta qué ha ganado en octubre, encontrará la respuesta al enigma de abril. No se trata de interrogarse por quién ha triunfado. Ello debería ser claro y desde hace un buen rato, salvo por la inverosímil ineficiencia del JNE y de la ONPE.

La pregunta de fondo es: ¿qué tipo de candidatura ideal se ha formado en la mente de los electores?, ¿cuáles son las virtudes que la ciudadanía destaca en los vencedores de octubre? Haga usted un mapa de cualidades y quien calce vencerá en abril. Si ninguno de los cuatro favoritos encaja, no le quepa la menor duda de que –como en toda fiesta infantil que se respete– al final habrá sorpresa.