Romeo Grompone: Ollanta Humala gana con la oposición de los principales medios de comunicación

gromponeLas noticias que llegan sobre la situación política del Perú han sido confusas. El triunfo electoral de Ollanta Humala, un militar retirado, catalogado como nacionalista de izquierda, acusado por sus adversarios por su participación en una intentona golpista y en la guerra sucia que sacudió al Perú en las últimas décadas, cuestionado por su supuesta afinidad con Hugo Chávez por sus enemigos, quienes agitaron esta condición como fantasma durante la campaña, y su aparente abandono de la línea seguida por el Presidente de Venezuela para abrazar el modelo de Lula, un discurso de asunción contemporizador y la designación de un gabinete de variado espectro ideológico, dejan poco claro para la opinión pública internacional, cuál será el camino que comienza a transitar la importante nación andina y cómo influirá este en la actual ecuación política latinoamericana.

Aprovechamos la estancia en Uruguay de alguien que conoce profundamente la situación como el sociólogo Romeo Grompone para intentar echar luz sobre estos temas. He aquí el resultado del intento.

¿Cuándo se jodió el Perú?
Tiene distintos momentos de quiebre y de fracasos de proyectos nacionales, pero es la forma en que se hizo la conquista y sus secuelas. Entre sus secuelas está la cultural, el mantenimiento de la forma de resistencia indígena y la creación de una sociedad estamental.
Un segundo momento en que se jodió el Perú sería lo que fue la revolución de Tupac Amaru, en el siglo XVIII, que no tenía acentos indigenistas tan marcados como lo que pasara en ese mismo período con la de Tupac Katari en Bolivia.
Un tercer momento, por decirlo así, es el comportamiento de las elites, fundamentalmente limeñas, más la unión con los hacendados, durante el proceso independentista, en la que se pliegan tardíamente y en la que no son capaces de plasmar un proyecto nacional.
El cuarto es una modernización que es tradicional, en el sentido de que incorpora algunos mecanismos de mercado, algunos mecanismos de desarrollo económico, pero con una fuerte impronta racista. O sea, el positivismo que en otros países tiene que ver con la expansión de la educación o la idea del progreso que no siempre respetaba la diversidad cultural, en los países andinos sirvió para afirmar una supuesta supremacía de la raza blanca.
Siguiendo, otro momento que no llega a concretarse es cuando las reformas de Velasco Alvarado, en el sentido de impulsar una democratización social, una incorporación de sectores postergados a la vida social y política, se hace bajo un esquema corporativo autoritario, si bien excluyente. O sea, la democratización social no coincide con la democratización política.
Otro momento más que se sigue jodiendo el Perú, me parece, es la irrupción de un movimiento de izquierda que no estaba acostumbrado a los procedimientos democráticos pero que podía llegar a impulsarlos, coexiste con lo que era una idea fanática, intransigente que fue la de Sendero Luminoso, que simplemente veía a toda la población que no compartía sus posiciones como sus enemigos, lo que bloqueó la posibilidad de que surgiera una dirigencia de extracción campesina que renovara la política.

Eran una suerte de Pol Pot.
Es más complejo, era una idea de un poder total, una idea de negación de todo o cualquier espacio de liberación política, una idea fundamentalista de un nuevo orden que además, llegaba a una suerte de delirios filosóficos como decir que el liderazgo de Abimael Guzmán representaba la última etapa, ya no de la dirigencia comunista sino la dilución de la materia.
Bueno, el último momento es un régimen profundamente corrupto, alguna de sus etapas populares, como lo fue el de Fujimori.
Son distintos momentos en que un proyecto nacional, un proyecto de incorporación social y un proyecto de equidad fracasa, en buena parte por errores de los movimientos democratizadores, pero sobre todo por la gravitación que aún tiene un discurso de las elites, profundamente excluyente y que afirma una superioridad sobre el resto.
Para mí no es tanto el problema de que sean partidarios de una economía de mercado o neoliberal -que eso forma parte de una discusión-, sino que sean conservadores, o sea que no entiendan la idea de que cualquier orden político para sostenerse, tiene que ser incluyente.

¿Cómo es la composición social étnica del Perú?
La cuestión no es tanto la composición étnica, creo que el problema de la diferencia étnica tiene que ver mucho más con la manera en que las personas construyen sus identidades. En el caso boliviano, por ejemplo, es cierto que hay identidades étnicas de base, tradiciones culturales compartidas, pero el discurso étnico es un discurso que resurge en la década del setenta, no es un discurso que gravita en toda la historia social de Bolivia, es más, la revolución boliviana del 52, que dura muy poco, porque duró del 52 al 54, pero fue muy radical, tiene un discurso más de clase que de etnia.
En el Perú hay un discurso que durante mucho tiempo reivindicaba una identidad étnica más que una identidad de clase, es lo que quizás uno de los mejores sociólogos y pensadores peruanos, que es Anibal Quijano, llamaba la “racialización” de las relaciones de clase. Como que es muy difícil separar un aspecto de otro, aunque en Bolivia sí, eso toma características de un discurso independiente en los setenta.
Visto así, creo que lo que caracteriza al Perú es que hay diferencias sociales y hay pronunciadas diferencias regionales.

¿Y cómo trazarías un mapa social?
Hay diferencias sociales que tienen que ver con una elite económica trasnacionalizada, mas un conjunto de técnicos, los llamados “tecno-políticos” desterritorializados, cuyas actividades van del sector público al privado, más funcionarios de más alta jerarquía, que son una minoría que no llega al 2% de la población. Un grupo de clase media muy reducido, con dos sectores además que no se integran entre sí, el sector clásico de la clase media de los profesionales, más un conjunto mal estudiado de pequeños empresarios migrantes, antes de origen popular y que de a poco han logrado crecer a través de sus actividades.
Después, hay un sector, cada vez menor, de trabajadores asalariados estables, o de funcionarios públicos, de maestros con baja remuneración, o de un sector informal relativamente exitoso, y luego, los grupos marginales. Esto sería un mapa social, pero además este mapa tiene una suerte de mapa regional, por decirlo así. Perú está creciendo desde el 2001 a tasas del 8% anual, pero ese es un desarrollo desigual y no combinado. En el sentido que este desarrollo se asienta fundamentalmente en Lima, en la región norte, en la minería que no tiene efectos dinamizadores sobre la economía de su entorno, y quedan marginadas tanto la región de lo que en Perú se llama “Amazonía” y la zona de la sierra andina. O sea, una división social pero también regional, muy pronunciada.

¿Y étnica?
Étnica sí, pero toda identidad es asumida, no siempre lo asumen como “yo soy aymara” o “yo soy quechua”. Toda identidad finalmente es una identidad construida, tú te defines como quieres, esa identidad construida no es como en el caso de Bolivia.
Yo tengo la impresión de que hay un sector blanco, blanco mestizo, que se considera parte de la elite política. y hay un sector mestizo, que tiene diversas situaciones, pero ya desde la conquista, ha funcionado como una especie de mediador entre el mundo oficial y el mundo más indígena, pero los indígenas, sobre todo a partir de la reflexión de (José Carlos) Mariátegui, se definen más en términos de campesinos que de indígenas. Luego, hay un sector que sí evidentemente se asumen como comunidades originarias, que son las de la Amazonía, y hay sectores de la sierra que reivindican su pasado indígena, pero también se sienten marginados en el aspecto económico. Es un sector raro de definir que podemos decir que es el “cholo” migrante, que es la persona que sin desconocer sus orígenes campesinos, se integra a la vida urbana, luego del proceso de migraciones, con sus propios referentes culturales, con un discurso que es una mezcla de pertenencia cultural, étnico y de clase. Maneja varios registros a la vez, que es sobre todo, los sectores de origen campesino o indígena que viven en la ciudad. Es bien complicado. La identidad siempre es una construcción; tú te puedes definir como quieres, es una opción político-cultural.

En ese contexto, en el caso de Sendero Luminoso ¿cómo se explica que haya tenido la base social que debe haber tenido?
Hay muchas explicaciones del surgimiento de Sendero Luminoso. A diferencia de lo que fue el katarismo en Bolivia que surge también con la década del setenta, y reivindica un origen étnico, Sendero Luminoso más bien se opone al discurso de los grandes pensadores sobre la situación andina, sobre todo el del mayor de todos, tanto desde el punto de vista de su capacidad como literato y como antropólogo, que fue (José María) Argüedas, y sostiene un punto de vista totalmente opuesto. Es decir, no tiene un discurso andino, tiene un discurso más bien marxista-leninista-maoísta, “pensamiento Gonzalo”, principalmente pensamiento Gonzalo, que reivindicaba una etapa superior, la cuarta etapa del marxismo-leninismo.
Eso se explica porque en buena parte Perú en la década del setenta vive una profunda expansión de la educación, y ello supone una expansión del sistema universitario. Con la expansión del sistema universitario acceden a la enseñanza superior un conjunto de hijos de campesinos que entienden que ese nuevo camino elegido de la profesionalización les permite una vía de progreso.
Algunos pasan a ser dirigentes populares, otros pasan a ser profesionales universitarios, otros desarrollarán actividades económicas en la ciudad, y hay un grupo que se va a sentir bloqueado en sus posibilidades y expectativas de progreso personal. Tampoco se sienten distantes de lo que era el mundo de las comunidades campesinas, entonces como que una ideología fundamentalista como la de Sendero Luminoso les ofrece una idea de orden, de autoridad, que perversamente encauza esas energías que no pueden canalizarse por otro lado. Pero no fue el único camino que se tomó, ahora Sendero Luminoso también explota las brechas sociales existentes en la sociedad peruana, pero también a otro nivel los conflictos seculares que existían entre las propias comunidades campesinas sobre disputas de tierras, viejas reivindicaciones que no fueron resueltas por las reformas de Velasco. Eso hace que se entre en una especie de disputa muy feroz, y además, Sendero Luminoso fue una fuerza opuesta al discurso tradicional campesino. Y las principales víctimas de ese conflicto, se concentran sobre todo en el mundo quechua parlante de las provincias más pobres del Perú y llega a 70 mil muertos, un número muy significativo. Es una tragedia. Todavía el Perú no ha salido porque a pesar de que ha habido un informe muy correcto de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, todavía eso no se ha traducido todo lo que se debiera en políticas de reparación como en políticas sobre la memoria de lo ocurrido.

Pero tuvo una importante base social.
Tenía una base social, tenía esa base social campesina y urbana, y le disputaba espacios a la izquierda, porque era una izquierda además que no estaba incorporada en el sistema político.

Si bien Mariátegui marcó el pensamiento de izquierda no solo peruano sino latinoamericano, no se corresponde con una tradición organizativa muy fuerte de la izquierda en Perú.
Mariátegui es en primer lugar es el que escribe mejor y más profundo, además tiene un talento filosófico, político, literario y periodístico, es excepcional en todos esos aspectos. Mariátegui intentó crear una especie de partido socialista con una línea marxista pero entendiendo que no debía seguirse la línea de la Komitern (Tercera Internacional), pero muere tempranamente en los treinta. Los treinta, no solo en Perú sino en el conjunto del mundo, son la época del estalinismo, del nazismo, del fascismo, la época de los totalitarismos, y el tema de la democracia y de la reforma del socialismo democrático no está en la agenda. Entonces, lo que queda de Mariátegui son sus pensamientos que son de alguna manera comparables a lo que fue Antonio Gramsci en Italia. Mariátegui deja una escuela de pensamiento, pero no deja ni la puede hacer, una tradición organizativa como sí logró (Víctor Raúl) Haya de La Torre, otra de las figuras fundantes de la izquierda peruana. Lo que pasa es que Haya de la Torre va a tener tempranas discrepancias con Mariátegui, funda un partido muy estructurado, en buena parte inspirado en la experiencia fascista, pero en el sentido organizativo, no ideológico. No hay que olvidarse que el fascismo era tomado en esa época por muchos movimientos como una instancia de cambio social, no el fascismo tradicional. Luego va a tener una continua oscilación política que de alguna manera lo entrampa.
Otro de los problemas del Perú que no sé si lo jodió, es que a diferencia de lo que pasa, más allá de las diferencias que uno puede tener con el populismo de (Juan Domingo) Perón y de Getulio Vargas en Argentina y Brasil, no llega a plasmarse en una alternativa de gobierno por el veto de los militares, entre otras cosas porque participan en algunos levantamientos armados en el 32. Incluso, muchos señalan que Velasco Alvarado hace las reformas que hubiera realizado anteriormente Haya de la Torre.
Entonces, la vertiente de la izquierda de Mariátegui, que era de las más creativas, no tiene la capacidad organizativa para desarrollarse, y termina el partido Comunista en manos de un funcionario mediocre de la Komitern, Ramírez, que además termina colaborando con la derecha. Haya de la Torre realiza toda una trayectoria para tratar de ganar legitimidad ante la derecha, lo que le quita todo su arranque de transformación social.

El fenómeno Hugo Blanco, que empezó con un movimiento campesino.
Hubo en la década del sesenta un conjunto de movimientos guerrilleros en la mayoría de los países de América Latina, se me ocurre en Venezuela -los tupamaros son un tema aparte-, las guerrillas campesinas dirigidos por sectores medios, uno es más inspirado por la revolución cubana, el de (Luis) De la Puente y (Guillermo) Lobatón, donde además muere el que hubiera sido uno de los grandes poetas peruanos que es Javier Heraud.
El otro movimiento es el de Hugo Blanco, que fue un importante líder campesino sobre todo en lo que es el Valle de la Convención, una zona de Cuzco. En realidad, no fue tanto, me parece una clásica guerrilla en el sentido tradicional de la palabra, sino una radicalización de reivindicaciones campesinas en torno a la tierra, que no es lo mismo.
Hugo Blanco, además, formaba parte de una internacional trostkista, la de (Ernest) Mandel. Eso de alguna manera lo obligó a tomar una serie de compromisos que no necesariamente eran los más convenientes. En las elecciones de 1978 para elegir constituyentes, saca una muy alta votación. Estuvo preso antes del gobierno de Velasco, en la década del sesenta, Es liberado por él, en 1978 es electo congresista, pero yo lo veo como un líder de una radicalización campesina más que un dirigente capaz de dirigir un movimiento visto en perspectiva. Ahora, últimamente, ya con muchos años encima, tiene más bien una prédica de reivindicación de los rasgos originales de la cultura indígena, ha tenido un discurso mucho más indigenista.

Se llega después al primer gobierno de Alan García con anuncios de no pago de la deuda externa. ¿Qué pasó con eso?
El problema que pasa en América Latina en general es que la política de sustitución de importaciones o el llamado modelo “estadocéntrico” entra en crisis por varias razones, (Guillermo) O´Donell lo señala bien, una es que nosotros llegamos, a diferencia de lo que ocurre en los países europeos después de la guerra, a la democracia después de las dictaduras, con muy altas expectativas de la población. Además, enfrentados a la crisis de la deuda que nos sometía a un conjunto de restricciones.
Entonces, esas políticas, en un contexto internacional muy desfavorable, llegan al fracaso no solo del gobierno de Alan García, sino que no hay que olvidar que tampoco en Bolivia (Hernán) Siles Suazo puede terminar su mandato y cede el poder, y tampoco termina el gobierno de (Raúl) Alfonsín en Argentina. Había problemas de implementar ese modelo de pacto entre clases medias, sectores obreros, empleados, expansión del mercado interno en el conjunto de la región. El problema es que Alan García trata de llevar mucho más lejos ese proceso, y además, una vez que se siente aislado, hace como una especie de fuga hacia delante que fue la estatización de la banca en 1987. Cuando estatiza la banca, lo que genera es una especie de oposición conservadora que liderarán Hernando de Soto, (Mario) Vargas Llosa y los partidos tradicionales, que lo van aislando progresivamente. Es un gobierno que termina en un contexto crítico, que tiene que ver tanto con la violencia que ejercía Sendero Luminoso por un lado, como por la hiperinflación por el otro.
Si persiste hasta el noventa y no tiene el desenlace que va a ocurrir con Siles Suazo o con Alfonsín es porque los sectores más proclives a una economía de mercado piensan que tienen una expectativa de cambio con la llegada del movimiento Libertad y la candidatura de Vargas Llosa, unido a los dos partidos tradicionales.

¿Cómo implosionan esos partidos?
Curiosamente al APRA no le fue tan mal en las elecciones del 90, luego entra en crisis definitiva. El APRA saca el 20%. Los partidos sacan el 60% de los votos, en las elecciones del 90. La mayoría de los cientistas políticos decía que todavía no había ocurrido la crisis de los partidos. Yo pienso que sí por dos razones, aunque digamos que Vargas Llosa no era aun enemigo de los partidos políticos, era una persona que estaba por fuera de ellos, entonces, aún aunque tuviera una alianza de partidos, no expresaba ese tipo de pensamiento político organizado de los partidos. Por otro lado, va a surgir la candidatura de (Alberto) Fujimori, y un año antes había ganado las elecciones en Lima un locutor de televisión.

Se llega a Fujimori con todo lo que eso significa.
Primero, una cosa curiosa que también se da con Ollanta Humala, y es que Fujimori gana, como Humala, con la oposición de los principales medios de comunicación, tan influyentes como el conjunto de canales de televisión. Eso pasa porque la gente tenía miedo a los costos del ajuste económico que iba a aplicar Vargas Llosa, más una saturación de los medios de comunicación por parte de sus seguidores. Eso explica una irrupción de Fujimori que se presenta como moderado. Él era una persona absolutamente desideologizada. Es más, creo que las elecciones del 90, su intención era ser senador, no presidente. Simplemente ocurre que ocupa el espacio dejado por la izquierda que estaba en crisis por sus divisiones internas más que incluso por la caída del muro de Berlín, y por el APRA. Fujimori primero se rodea de un gabinete más bien de centro izquierda y luego, rápidamente cambia. Entiende que tiene que aplicar políticas de ajuste estructural, hay una política muy tensa de enfrentamiento entre el Congreso y el Poder Ejecutivo, donde también el Congreso toma medidas para controlar a Fujimori. Toma ciertas medidas para señalar la ineficacia del Parlamento, desacredita a los partidos políticos, señala que hay que acabar con el terrorismo, logra además, con las medidas de ajuste estructural contener la hiperinflación, y da un golpe con el 80% de popularidad. Tiene una popularidad mayor que la que él mismo esperaba. Además, logra dos apoyos, el de las elites económicas por un lado y el apoyo de los sectores más carenciados de la población, a los que va ofreciendo beneficios de muy corto alcance, paliativos, pero eficaces. Gana las elecciones de 1995, fácilmente a (Hernán) Pérez de Cuéllar, incluso se dice que Fujimori es capaz de derrotar a los dos peruanos más ilustres: Vargas Llosa y Pérez de Cuéllar, Secretario General de las Naciones Unidas.
En 1997, ocurren las diversas crisis: la mexicana, rusa, la asiática, y justo en ese mismo momento decide la reelección y el Gobierno toma rasgos cada vez más corruptos, en grandes negocios con la privatización, la venta de armamento, el saqueo de cajas de pensiones, todas las licitaciones. Se apodera del aparato del Estado inspirado por (Vladimiro) Montesinos. Y no solo se decide la reelección por razones de poder, sino que era la única alternativa que tenía dada la situación y el conjunto de irregularidades en que estaba implicado.

Sigue el proceso y llegamos al segundo gobierno de Alan García.
Voy a decir una cosa bien peculiar de Perú y que es una de las pocas transiciones democráticas que tiene que ver con la crisis del propio régimen, con algo de movilización social, que tiene que ver con algunas protestas, y presión internacional, pero es una de las pocas transiciones en que los partidos políticos no tienen un gran protagonismo. Los partidos políticos ya estaban debilitados, eso le da un rasgo muy peculiar a la transición política, donde (Valentín) Paniagua, es un político muy honesto pero también era uno de los congresistas que había sido líder de Acción Popular, que es un partido histórico pero con menor votación, y lo eligieron tanto por su capacidad política como por la idea de que no podía constituir la idea de cambio. Ahí es que surge Alejandro Toledo y luego nuevamente Alan García.

¿Yel fenómeno Humala al qué asistimos ahora?
Humala surge a la vida política porque participa en el 2001 en un levantamiento de protesta en el Distrito de Locumba contra el gobierno de Fujimori, pero ya el gobierno de Fujimori estaba en su fase terminal, no fue un levantamiento decisivo. Ollanta Humala, es amnistiado y pasa a ser agregado militar, con una responsabilidad diplomática militar en París y en Corea del Sur, bajo el gobierno de Toledo. Ya tenía una cierta visibilidad pública, a través de ese protagonismo. Además, un tema que no está estudiado mucho en América Latina, esto de las logias militares y lo que en ellas se discuten, porque en las logias participaron desde Perón a Chávez.
En todo caso Humala más que un discurso chavista tiene un discurso nacionalista de demanda de justicia. Y de repente, no sé ni puedo saber si tenía vinculaciones con Chávez, lo cierto es que Chávez ataca directamente a Alan García, dice cosas muy graciosas como ladrón “de cinco suelas o de cuatro esquinas”. En esas elecciones, pasan dos cosas significativas, la primera, es que hace un discurso de izquierda nacionalista más que de izquierda radical en el sentido clásico de la palabra. Es decir, si se hiciera una comparación no es asimilable a un discurso como el de Rafael Correa, por decirlo así. En el 2006 Alan García saca el 24%% en la primera vuelta, y Humala el 31%, con los mismos votos que una candidata conservadora, pero la habilidad que tiene Alan García es presentar una idea de propuesta de cambio responsable, o sea, corriéndose hacia el centro-izquierda. Con todo, a Humala no le fue tan mal en la segunda vuelta en las elecciones de 2006, sacó algo así como el 48%, algo que tiene que ver con un país sin partidos.

¿Cómo es eso de país sin partidos?
Al no existir alineamientos partidarios, son opciones volátiles de los ciudadanos que no se puede explicar en la lógica clásica de las organizaciones políticas, como en Uruguay. Toledo tenía una política mucho más de consideración, tanto de la situación de inclusión como de denuncia de los casos de corrupción, estableciendo una clara distancia en relación al fujimorismo. Alan García, quizás por el trauma de su primer gobierno, se vuelve una suerte de fundamentalista del mercado, y desarrolla un discurso muy agresivo.
Aparece curiosamente con una posición muy extremista, y además, pasa a ser un gobierno muy centrado en el apoyo en Lima y en el norte del Perú. El ministro de Economía de Alan García hace una convocatoria y realiza un homenaje a todos los ministros de Economía que se sucedieron desde el 1993 al 2010, como ejemplo de la continuidad de un gobierno económico. Eso provoca una especie de apoyo muy marcado en los sectores beneficiados del crecimiento económico, y hay un grupo de personas que sienten que no han progresado lo suficiente en términos económicos o se sienten postergados. El gobierno de Alan García exacerba esa polarización. Como no hay partidos organizados, esto se expresa en una multiplicidad de conflictos locales, muchos de ellos relacionados con la gestión municipal, pero muchos llamados socio ambientales, relacionados con las actividades mineras o de petróleo.

Ha habido enfrentamientos graves, con muertos…
Hay enfrentamientos y muertos, entre otras cosas porque primero, esos movimientos no están articulados entre sí, no tienen liderazgos claros, por lo tanto, no tienen capacidad de negociación. Y los sectores del Estado, por ejemplo los ministerios de Energía y Minas, son más bien pro inversión privada, y a veces el Consejo de Ministros dialoga y en otras no dialoga con estos sectores que manifiestan sus protestas, con diversas demandas: de protección del medioambiente, demanda de justo precio de su propiedad, de trabajo o de poder prestar servicios. Es una situación de conflictos muy intensos, no siempre de larga duración pero que nunca terminan expandidos por el conjunto del país y sin un liderazgo alternativo claro.
Eso hace que sea una sociedad muy polarizada y fragmentada a la vez, la que enfrenta Alan García.

Los medios de difusión lo ponen como ejemplo por las tasas de crecimiento. A su vez, Perú es de los países más desiguales.
Se mantienen las brechas de desigualdad que caracterizan a Perú. Insisto, mis críticas a las elites económicas peruanas no son porque manejen necesariamente una política de libre mercado sino porque además son muy conservadoras y muy poco preocupadas por lo que podríamos llamar la legitimidad de su orden. Es decir, nosotros estamos en una situación excepcional, vamos a tratar de desarrollar un discurso nacional inclusivo que permita mejorar las oportunidades de todos, y eso no va a ir en gran detrimento de sus ganancias. Hay un problema y creo que tiene que ver con un tema histórico, más de conservadurismo social que de que sean partidarios de una política de libre mercado.

El fenómeno del desarrollo en base del extractivismo está en en el candelero en estos momentos en nuestro país. El proyecto Aratirí ha dividido las aguas. ¿Cómo es ese fenómeno en Perú?
Voy a contestar nada más sobre los países andinos, por sus particularidades. Lo que puedo decir es que a pesar de los esfuerzos que se han hecho con la agricultura, la exportación, que sí incorpora valor agregado, Perú siempre ha tenido un modelo primario exportador o de economía guiada por las exportaciones. Eso hace que el crecimiento esté fuertemente asociado con las vicisitudes del mercado internacional. Lo que plantea Humala es como una especia de economía de mercado nacional que eslabone, aunque no sé si lo va a lograr, la sierra con la costa, pero a su vez, abierto a la exportación. La segunda característica con respecto a nuestras ideas tradicionales de los ochenta, es que por razones técnicas que desconozco, las actuales extracciones mineras, son mucho más tecnificadas, emplean menos mano de obra, pero una mano de obra más calificada, que en las sociedades andinas no va a resolver puestos de trabajo para la mayoría de sus habitantes.
La otra tendencia que me parece es mundial, es que tienden a la tercerización de servicios, a fraccionar el proceso productivo o a delegarlo en distintas empresas, más allá de la que formalmente lo dirige.
Otra característica es que aparentemente desplaza mucha más tierra y agua que las tradicionales explotaciones mineras a la que nosotros estamos acostumbrados.
Entonces se suscitan un conjunto de problemas que a veces se entremezclan. Unos son ambientales, que no son siempre fáciles de definir, es obvio que en las explotaciones antiguas la gente tosía, eran evidentes los problemas ambientales en las viejas explotaciones mineras, ahora son más difíciles de determinar. Hay casos evidentes, en otras es más impreciso.
Hay un problema ambiental, hay un problema en que esas explotaciones mineras desplazan a los campesinos de sus propiedades, el problema es que tú puedes pagar un justiprecio por sus propiedades, pero aunque le pagues el justiprecio, es muy complicado pasar de la actividad económica que tú realizaste siempre a otra cosa. Ese es otro problema.
Hay también problemas que devienen de las sobre ganancias mineras. Una discusión puede ser, si estoy ganando más y tengo más utilidades, el Estado percibe mayor impuesto a la renta, por tanto no estamos cometiendo una injusticia. El otro argumento es que en realidad, es tal el nivel de la elevación de los precios, sobre todo a partir del 2005, 2006, que en dos, tres o cuatro años, amortiza lo que invertiste en tu proyecto y simplemente existe una sobre ganancia.

Ahí hay otro problema más, ¿cómo se distribuye eso?
Se distribuye en esa comunidad campesina o en toda la provincia…es un conflicto muy mezclado en la que interviene los organismos del Poder Ejecutivo, no siempre con la misma política, los gobiernos regionales, los gobiernos provinciales, está la propia empresa minera extranjera, están las ONG ambientalistas del exterior, y una institución muy peculiar del Perú, que es la defensoría del pueblo que es del Estado, que más bien trata de mediar en los conflictos, todo eso hace que los conflictos sean bien complicados y que tú no puedas dar una respuesta definitiva, a favor o en contra, sino que tienes que considerarla caso por caso, tal como lo veo.
Ahora, lo que sí es urgente es hacer una demarcación territorial, o sea, la zona de la Amazonía por su importancia y porque allí viven comunidades acostumbradas a una determinada forma de vida, obviamente no tiene que ser objeto de explotaciones mineras o petroleras. La política de demarcación territorial es básica, no sé si existe acá, pero estamos ante un escenario diferente al de los ochenta, no tiene nada que ver.

¿Qué perspectivas le asignás al gobierno de Humala?
Mi opinión es que en realidad todo indicaría que será un gobierno de centro izquierda, en que se va a poner un énfasis mayor en políticas distributivas en un momento en que Perú está creciendo sostenidamente.
Él presenta su actual plan que es una mayor intervención del Estado, habla de un Estado que no sea ni el intervencionista de antaño pero tampoco el Estado mínimo, sino un Estado promotor del desarrollo, que es más o menos el consenso, ya no de la izquierda sino del Banco Mundial y de los organismos internacionales, que aplica un conjunto de políticas que creo es una vuelta a las políticas universales en salud, educación. Establece programas como la Pensión 65, que es a los mayores de 65 años que no estaban beneficiados por la seguridad social, aunque limitada al conjunto de los sectores más pobres de Lima, un programa de becas universitarias, un programa de cunas infantiles para los menores de 3 años, una vuelta a la legislación laboral que había sido desconocida durante los períodos de auge de la flexibilización laboral. Habla de volver al Consejo Nacional de Trabajo que nunca funcionó adecuadamente, también un consejo económico y social consultivo para ver la administración económica como la distribución salarial integrada por empresarios, trabajadores y representantes de la sociedad civil, además del Estado. En términos de lineamientos internacionales, ya no a la alianza que planteaba Alan García, que agrupaba Perú, Colombia, México y Chile, mirando hacia el Pacífico, sino un fortalecimiento de la comunidad andina y Unasur.
Eso es más o menos el programa que se propone Humala.

¿En quién se apoya para gobernar?
En su gabinete propuso como presidente del Banco Central de Reserva a Julio Velarde que es una persona más del entorno conservador, pero da la impresión de que forma parte de un consenso, eso de colocar en el Banco Central de Reserva, que creo lo comparte Uruguay y Brasil, que eso son tareas de estabilidad macroeconómica. No me parece un hecho trascendental. Quizás sí es más importante que el ministro de Economía sí haya sido el viceministro de Hacienda hasta diciembre durante el gobierno de Alan García. Eso sí es significativo. Otro ministro de derecha es el ministro de Comercio Exterior, que está vinculado a la asociación de exportadores.
Los otros ministros, la mayoría están en dentro de un espectro de centro a centro izquierda, algunos de izquierda pero son los ministerios menos importantes.
Hay además más participantes de Perú Posible, porque Humala hace este cálculo, hay un congreso bicameral de 130 personas, yo tengo 47 congresistas, Perú Posible tiene 21, en teoría, tiene la mayoría, y ya se deja de lado la idea de convocar a una Asamblea Constituyente, o sea si se hace reformas en la Constitución, lo hace por vía de reforma dentro del propio Congreso. Ahora, el problema es cuál y cómo es el entorno de Humala, no se lo conoce bien. Hay un entorno familiar poco conocido, y un entorno de íntimos, probablemente compañeros del Ejército que tampoco son fáciles de identificar.

No hay una estructura partidaria en torno a él.
No, había obtenido el 48% de los votos, y no me pareció que haya esfuerzos mayores para crear una estructura partidaria. Lo que crea además una nota de desconfianza. Después hay entre sus congresistas, personas de muy diversas trayectorias, algunos dirigentes sociales, otros notables locales. Hay preguntas abiertas.

¿Estimás que puede tener un buen gobierno?
La situación económica es muy favorable, la demanda de políticas redistributivas también es muy extendida, pero la nota de desconfianza es el poco margen de concesión que están dispuestos a dar los grupos de poder económico, a diferencia de otras sociedades, con respecto a políticas que vayan a la transformación.

¿Todos estos cambios en los gobiernos se pueden explicar por la ausencia de un sistema de partidos claro y estable?
Claro. Es más, eso da una volatilidad extrema, estoy seguro que entre las personas que cambiaron de partido o las personas que eligieron por primera vez, son el 80% de los congresistas de cada partido. Eso da un contexto de volatilidad extremo.
Segundo, el reclutamiento es casi un reclutamiento personal. Se elije por circunscripción departamental y tu vas a buscar a cada departamento, sin necesariamente tener un conocimiento previo de una estructura, las personas que te inspiran confianza, lo cual te da también un margen de inseguridad muy pronunciado. Por consecuencia, no hay disciplina de bancada, diría que las disciplinas de bancadas las tienen solamente el APRA que tiene cuatro congresistas y el fujimorismo. Los otros, siempre se corre el riesgo que se puede ir para cualquier lado, pero el trasfuguismo no es una calidad intrínsecamente perversa de los congresistas, sino la debilidad de las adhesiones hacia el partido y las condiciones en la que accedieron al cargo, lo que te crea además, una situación de inestabilidad.

¿Existió realmente el acuerdo para el apoyo de Vargas Llosa y Toledo de que Humala no pretendiese una reelección en el siguiente período?
No, yo creo que Humala se propuso la no reelección, lo dijo de entrada. Lo que en realidad ocurrió, como dice el politólogo Levisky, en muchos de los sectores que apoyaron a Humala no siendo partidarios suyos, era una frase que decía: “Humala nos provoca dudas, con Keiko tenemos certezas”, pero certezas en el mal sentido de la palabra. Por eso creo que humanistas convencidos

Fuente: Semanario Voces – Uruguay