Carolina Trivelli, investigadora principal del IEP, fue consultada por el diario El Comercio acerca de las medidas necesarias para evitar el incremento sustancial de la pobreza en nuestro país como consecuencia de la emergencia sanitaria mundial por la Covid-19 ► https://bit.ly/36ABe1s
Informe El Comercio / IPE
Durante la semana pasada, el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) reveló que un 20,2% de la población peruana estaba en condición de pobreza en el 2019 (0,3 puntos porcentuales menos que en el 2018); es decir, 6,6 millones de personas vivieron con un gasto mensual menor a S/352. La incidencia de la pobreza extrema, en tanto, se elevó de 2,8% a 2,9%, lo que implica 942.000 personas con un gasto mensual menor de S/182.
Los resultados se estimaron sobre la base de la Encuesta Nacional de Hogares (Enaho) del año anterior. A partir de ello, el IPE realizó un análisis respecto de la evolución de los ingresos utilizando la metodología del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que separa a la población entre quienes pueden ser considerados pobres, vulnerables, clase media y clase alta. Esto se logra definiendo umbrales de ingreso diario por habitante.
A partir de esta metodología –que difiere de la pobreza por canasta básica empleada por el INEI–, al cierre del año pasado 15,3% de la población se encontraba en situación de pobreza; es decir, con un ingreso diario por debajo de US$5. Ello sería una reducción de 1,6 puntos porcentuales (p.p.) respecto del 2018.
Por su parte, la proporción de personas en condición de vulnerabilidad –con ingresos entre US$5 y US$12,4 al día y que enfrenta un mayor riesgo de caer en pobreza– se mantuvo casi igual al pasar de 40% en el 2018 a 40,2% en el 2019.
La clase media (con ingresos diarios entre US$12,4 y US$62) estuvo formada por 42,9% de la población, y suma cinco años seguidos de expansión, consolidándose como la más numerosa. La clase alta (más de US$62 diarios per cápita) se redujo por tercer año consecutivo a 1,6% de la población.
Motor clave
La débil reducción en la pobreza durante el 2019 se explica, en buena parte, por el hecho de que el crecimiento del año (2,2%) fue el más bajo de la década. La pérdida de velocidad en la reducción de pobreza es algo que se evidencia en los últimos 15 años y está estrechamente ligada a la desaceleración del crecimiento económico del país. Por ejemplo, entre el 2007 y el 2013 la producción nacional creció a un ritmo promedio por año de 6,15%. En ese lapso, la pobreza se redujo 3,1 p.p. por año, en promedio.
Así, en esos siete años, por cada punto porcentual que crecía el PBI, el número de personas pobres se reducía en 0,93 p.p. En tanto, la pobreza extrema se redujo 1,1 p.p. cada año.
Sin embargo, a partir del 2014 la velocidad de crecimiento se cortó a la mitad. Entre ese año y el 2019, la actividad se incrementó a un ritmo de 3,05% en promedio anual. Ello dificultó el combate a la pobreza. En dicho lapso su incidencia se redujo 0,6 p.p. cada año y la tasa de pobreza extrema disminuyó 0,3 p.p. en promedio anual.
El golpe económico del COVID-19
Este año, la emergencia sanitaria mundial causada por el COVID-19 llevaría a una fuerte contracción de la actividad económica en el Perú y en el mundo. Para el caso peruano, se prevé una caída del PBI del orden de dos dígitos y un serio repunte de la tasa de pobreza.
De acuerdo con la Cepal, este año la pobreza en el Perú podría subir entre 2 y 3,5 p.p. lo que implicaría un retroceso de 5 años. El alargamiento de la cuarentena posiblemente empuje al alza esa cifra de manera considerable. A escala regional, la entidad prevé una pérdida de 13 años en la lucha contra la pobreza.
¿Qué se puede hacer para evitar un incremento sustancial de la pobreza este año? Carolina Trivelli, investigadora principal del Instituto de Estudios Peruanos (IEP) y exministra de Desarrollo e Inclusión Social, apunta que las transferencias sociales son fundamentales. Considera que los bonos, las canastas municipales de bienes, el reparto de alimentos de Qali Warma, entre otros, tendrían un impacto sustancial.
En segundo lugar, señala que se requiere generar empleo temporal nuevo que sea productivo en las circunstancias actuales. Se trataría de empleos de corto plazo con ingresos diarios. “Se necesita una ayudita para echar a andar la maquinaria”, sostiene.
Lo tercero es activar las microfinanzas formales a nivel muy pequeño, pues las personas vulnerables requieren microcapital. Por ejemplo, destaca que hay familias vulnerables que podrían reactivar sus actividades con préstamos de S/500.
A pesar de que será inevitable un aumento de la pobreza este año, lo más importante será la estrategia para permitir que las empresas y trabajadores retomen sus actividades regulares de forma rápida y con protocolos de salud adecuados.