Antonio Zapata: «50 años del IEP»

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La semana pasada el Instituto de Estudios Peruanos, IEP, realizó un seminario iniciando la celebración de sus 50 años de vida institucional. Como se trata de la primera ONG, su cincuentenario evidencia la antigüedad de este tipo de entidades, que antes no existían y que han modificado el precario marco institucional nacional. Las ONG han despertado pasiones cruzadas y tienen tanto detractores como defensores a ultranza.

Cuando recién se fundaron, las ONG se autodenominaron “Centros de Investigación”. La excesiva politización hacía crecientemente dificultosa la investigación científica en las universidades públicas, mientras que las privadas aún no despegaban. Por ello, los estudios rigurosos sobre la realidad peruana empezaron a ser llevados adelante fuera del mundo universitario y hallaron refugio en los Centros.

Desde el comienzo, la mayor parte de estas instituciones añadieron el concepto de “Promoción del Desarrollo” a su nombre. Por ejemplo DESCO, que es un año más joven que el IEP, estuvo orientado al conocimiento político aplicado para fines del desarrollo. Así, DESCO fue modelo de la mayor parte de Centros que progresivamente fueron dejando de investigar y se dedicaron a realizar experiencias en pequeña escala para promover el desarrollo local. Cuando los municipios retornaron a la democracia, estas actividades adquirieron mayor alcance.

Sin embargo, el IEP se mantuvo apegado a la investigación. Su especialidad ha sido la publicación de los grandes libros que forman a todo aspirante a desarrollar una carrera intelectual. El Fondo Editorial del IEP ha publicado esos libros claves que ofrecen una imagen integral del país. Junto a dos o tres sellos editoriales universitarios, el catálogo del IEP sigue siendo indispensable para comprender el país.

En este terreno se hallan las publicaciones de Julio Cotler, principalmente Clases, Estado y Nación, junto a los numerosos libros de María Rostorowski. Igualmente produjo sensación la interpretación de Heraclio Bonilla y Karen Spalding sobre la independencia peruana como “concedida” por los ejércitos foráneos de San Martín y Bolívar. Posteriormente este punto de vista ha sido muy criticado, pero sus páginas son claves porque abrieron una polémica fundamental sobre el nacimiento del Estado independiente.

El IEP se mantuvo fiel a la investigación y su campo fue colaborar con la interpretación del Perú en su conjunto. Partiera de lo urbano o de lo rural, lo significativo del IEP fue poner al país como centro de la reflexión. No se especializó en un área, como por ejemplo CEPES, que se centró en el agro; por el contrario, el IEP mantuvo una aspiración a la totalidad y su movimiento. Un país y su derrotero, parece haber sido su insignia.

A partir de los años 1990, la investigación fue retornando a algunas universidades. Por ejemplo, la PUCP se organizó para ese fin y sus profesores disponen de concursos para desarrollar proyectos de investigación en las materias que enseñan. La Universidad del Pacífico organizó un Centro de Investigación, el CIUP, que tiene destacada labor en estudios en profundidad con base económica. También forman parte de esta dinámica San Marcos y algunas universidades nacionales. Así, en algunos pocos centros de educación superior, la investigación científica volvió a conectarse con la enseñanza.

Desde entonces, las ONG promueven derechos o realizan labores de promoción experimental del desarrollo. Salvo pocas, como el IEP, que se mantuvieron fieles a la investigación. ¿Qué ha sostenido al IEP en esta órbita que ha sido abandonada por sus congéneres?

En primer lugar, un grupo de profesionales de primer nivel que voluntariamente se han congregado en esa Casa de Estudios. A continuación, una agenda de estudios centrada en las bases de la democracia. Es decir, los estudios del IEP fundamentan desde diversos ángulos la búsqueda de la democracia en el país, expresando la larga labor teórica de Julio Cotler, cuya reflexión ha conducido estos primeros 50 años del IEP.

Fuente: La República (20/11/2013)