Como vimos en un artículo anterior, Sendero se dividió en tres después de la captura de Abimael Guzmán en 1992. En ese momento, la dirección llamó a firmar un acuerdo de paz y desde entonces están en contra de la guerra. Sostienen que ayer la violencia era justificada y que desde su detención ya no es posible la continuación de la “guerra popular”.
Por el contrario, dos grupos rechazaron esta línea. Son quienes están en el VRAE y en el Huallaga, dirigidos respectivamente por los camaradas “José” y “Artemio”. Ambos grupos han apostado por seguir en guerra, pero no son iguales entre sí. Mientras “Artemio” reconoce a Guzmán y simplemente discrepa con la oportunidad para terminar la guerra, “José” ha abominado de Guzmán, lo llama traidor y ha roto completamente. Aunque los tres grupos se reclaman de Sendero, no tienen buenas relaciones sino todo lo contrario, se odian y pelean constantemente. Unos y otros se consideran enemigos principales.
Quienes han marchado en San Marcos son los denominados acuerdistas. Ellos están hace 18 años a favor de terminar la guerra y apuestan por ubicarse en la escena política. No están preparándose para volver al monte y más bien quieren insertarse en la legalidad. Puede discutirse si tienen derecho o no, pero es preciso no confundir. Una cosa son quienes están en el VRAE y en el Huallaga y otra los partidarios del acuerdo de paz.
En efecto, la clave se halla en precisar si los ex convictos por terrorismo tienen o no derecho a actuar políticamente en la democracia. Algunas opiniones sostienen enfáticamente que no tienen ese derecho. Por ejemplo, César Hildebrandt ha recordado que en Alemania está prohibido ser nazi. El argumento es que al emplear el asesinato como arma política se apuesta por el totalitarismo y se exhibe una falta absoluta de principios mínimos de convivencia civilizada.
Sin embargo, alguna práctica internacional contradice esta postura. Por ejemplo, el actual presidente del Uruguay fue guerrillero tupamaro, pero se ha redimido en prisión y aceptado el juego democrático, al grado que el pueblo lo ha elegido en una votación incuestionable. Por otro lado, alguna experiencia nacional también abona esa dirección. Por ejemplo, el APRA promovió insurrecciones como la de Trujillo en 1932 y estuvo acusada de varios crímenes individuales, como el de los esposos Miró Quesada o el dictador Sánchez Cerro. Pues bien, abandonó el camino insurreccional y emprendió el juego democrático.
Esta discusión no está zanjada y debe encararse, para definir clara y legalmente una opción que regule o prohíba los actos de los ex convictos por terrorismo. Asimismo, lo esencial es enfrentar el debate político con Sendero y mostrar cómo su radicalismo no construye país ni fortalece la democracia e integración nacional. Por ello se requiere una confrontación de ideas con Sendero, como propone Carlos Tapia, a ser organizada con toda seriedad.
Por otro lado, este tema se calienta en medio de una crisis muy profunda de la UNMSM y ambos procesos se potencian. El rector saliente ha convivido tanto con los acuerdistas como con varios grupos radicales. A todos los ha encandilado con posiciones y ventajas. A cambio ha obtenido lealtad y apoyo, incluso físico, a la hora de las definiciones de los puestos de poder en la universidad.
La conducta del rector se ha agravado en las últimas semanas, puesto que ha impulsado una serie de maniobras para impedir que el grupo renovador desplace a sus partidarios. Así, el doctor Izquierdo se ha mostrado como una autoridad clientelista que viene hundiendo a San Marcos en la mediocridad. Se necesita salvar la universidad mayor del país, evitando la intervención que preparan o auspician algunas mentes febriles de la derecha peruana.
Publicado en: La República (23/06/2010)