Antonio Zapata: «El origen de las haciendas»

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Cuando llegaron los españoles se inició la formación de haciendas. Hasta entonces, toda la tierra era propiedad de los indígenas. Por su parte, el contacto entre América y Europa significó el intercambio de enfermedades. Debido al aislamiento total del Nuevo Mundo, los indígenas carecían de defensas contra la mayor parte de enfermedades comunes en Europa. Por ello, diversas epidemias devastaron América durante la era colonial. No se sabe exactamente el número de indígenas que fallecieron por enfermedades, pero se tiene claro que fue la mayor catástrofe demográfica de la historia universal. El historiador Noble David Cook ha escrito excelentes textos sobre la conquista como un hecho biológico, antes que militar o económico.

El punto más bajo de la población indígena fue en 1650, cuando se tomó el censo del virrey La Palata. En ese momento, la población indígena se había reducido a medio millón. Se ignora cuántos habían sido en 1532; pero, hay cálculos basados en regresiones sobre los censos españoles. Los optimistas piensan que había unos 12 millones de habitantes en el esplendor del Tawantinsuyu. Los prudentes apuestan por la mitad. Pues bien, en un caso significa que sobrevivió un indígena de cada 24. En el otro, uno de cada 12. En ambas situaciones es una reducción brutal de los dueños originarios de la tierra.

¿Qué decisión tomó el estado virreinal ante esta situación? Optó por sacar a remate las tierras que iban quedando vacías. Ese proceso se denominó “composición de tierras”. Así aparecieron la propiedad privada de la tierra y las primeras haciendas. Desde entonces el sistema se generalizó en la costa. Ya en la era colonial, la producción agropecuaria costeña se dirigía al mercado y la hacienda se compraba, vendía, heredaba y alquilaba como una mercancía.

Pero en la sierra el proceso fue diferente. Para empezar, la población indígena de la costa casi había sido eliminada de raíz. Quedaron muy pocos y los españoles recurrieron a importar mano de obra esclava de procedencia africana. En el siglo XIX vinieron los chinos y los trabajadores rurales costeños fueron o esclavos o cuasi, combinados con algunos peones que trabajaban por un reducido salario.

Mientras que en la sierra sobrevivieron las comunidades. Los españoles les asignaron tierras y los indígenas tuvieron cierta protección sobre ellas. Pero, luego vino la república y los criollos fueron más abusivos que los mismos peninsulares. Durante todo el siglo XIX hubo despojo creciente de tierras de indios para expansión de haciendas criollas. El proceso continuó durante el siglo XX y los reclamos eran muy numerosos. Hubo enfrentamientos violentos de hacendados contra comunidades y luego de los dueños contra los colonos de sus propias haciendas. Ese ciclo de toma de tierras ocurrió antes de Velasco y la Reforma Agraria de los militares intentó terminar la protesta campesina.

En suma, los beneficiarios del accidentado proceso de formación de la propiedad agraria fueron los hacendados que luego Velasco expropió. Los perjudicados fueron los mismos indios, que primero murieron por millones y luego sufrieron el despojo de las tierras que los españoles les habían dejado.

Otros perjudicados fueron los negros que llegaron como esclavos y los chinos, que lo eran por un determinado tiempo, ocho años antes de quedar libres. A esta categoría pertenecen también los peones mayoritariamente mestizos que trabajaban por miserias que hacían la riqueza de los patrones. Todos estos trabajadores fueron compensados por Velasco con la Reforma Agraria. Fue el único presidente que entendió que, ante los abusos seculares, es necesario reparar en primer lugar a la víctima.

Con respecto a los herederos de los hacendados, antes de pagar los bonos de la Reforma Agraria, habría que distinguir entre quienes compraron realmente la tierra y otros que se apoderaron de ella, despojando a los indios. A los primeros les corresponde, pero a los segundos no.

Fuente: La República (07/08/2013)