Es bien conocido que Flora Tristán fue una de las fundadoras del feminismo y del socialismo. Ella era francesa, hija de peruano y con fuertes raíces familiares en la Arequipa de inicios de la república. Su libro más famoso, Peregrinaciones de una paria, es el relato de su viaje al Perú. Por esa razón, desde hace décadas, ha sido tomada como abanderada por las feministas peruanas, quienes le han consagrado varios estudios. Entre ellos, sobresale un ensayo que Diana Miloslavich le dedica en su último libro dedicado a la literatura femenina.
Sucede que Flora Tristán escribió otros dos libros de viajes, que son menos conocidos, el uno a Inglaterra y el otro es un recorrido por Francia. De ese modo, se tiene que toda su producción corresponde a la carrera literaria de una viajera, de la época primigenia, cuando este género recién comenzaba.
Pocas veces se ha interpretado el peso que tuvieron los viajes en el planteamiento de Flora Tristán. Se la analizado desde todos los ángulos posibles; por ejemplo, la novela de Vargas Llosa reconstruye su saga familiar. Pero, no se había subrayado cómo sus ideas están construidas por una serie de periplos que le dan sentido a su vida.
Era una viajera común y corriente de su tiempo, sus trayectos demoraban meses y a veces años; en el transcurso tomaba notas, conversaba extensamente con la gente, se interesaba regularmente por la política y las condiciones sociales, en todos los casos reservó una atención especial a las condiciones de las mujeres. Según su célebre fórmula, el nivel de civilización de una sociedad se expresa en el grado de libertad al que han accedido las mujeres.
El Perú que retrata es el reino de la más extrema desigualdad social, paradójicamente encarnado en una república supuestamente igualitaria. Nunca ha visto tantos mendigos y su pobreza la conmueve. Conoce una hacienda esclavista en las afueras de Lima y sostiene un debate muy ácido con el amo; en general ese tono crítico la acompaña en su enfoque de la vida peruana.
En Inglaterra estuvo años después, por motivo de trabajo y realizó cuatro viajes que plasmó en un libro, donde redescubre a la primera feminista inglesa, Mary Wollstonecraft, introduciendo pasajes de su escrito, Vindicación de la mujer. Ese es otro recurso de su literatura, inserta textos breves, manifiestos, peticiones, que dan cuenta de la realidad que relata, le añaden verosimilitud y concentran la atención del lector.
En la segunda sección de este libro presenta al socialismo de su tiempo, revisando las propuestas de Saint Simon, Proudhon y Owen, los cuales luego serán llamados “utópicos” por Marx y Engels. Flora no se inclina por ninguno, los presenta objetivamente, pero añade que Owen era especialmente valioso por su empeño en formar instituciones obreras.
Esa anotación es importante, porque da origen al último viaje de su vida. Se embarcó en una campaña de agitación y organización proletaria recorriendo Francia. Su propósito era crear una Unión Obrera y cruzó el país buscando apoyo. En algunas ciudades los sectores populares la recibieron calurosamente, mientras que en otras la recepción fue tibia incluso fría. Pero, en todas la hostigó la represión, que la encarceló en ocasiones y estaba advertida de su presencia.
En medio de este recorrido murió de tifoidea en 1844. El libro titulado Tour de Francia corresponde a sus apuntes, publicados en francés recién en 1973. No es un texto acabado como los anteriores, sino el cuaderno preparatorio.
Así, por el Día Internacional de la Mujer, Miloslavich rescata un aspecto de la vida de Flora sobre el cual poco se reflexiona. Según la conclusión, su condición de viajera es esencial para entender su creatividad; puesto que una mujer requería de un coraje especial para viajar sola en el siglo XIX, conociendo otros mundos y predicando ideas progresistas. Esa fuerza interior la proyectó como una figura de primera línea y le concedió fama internacional. Gracias a ello, es el paradigma de nuestro feminismo.
Fuente: La República (06/05/2012)