Richard Nixon fue un presidente estadounidense que tomó decisiones trascendentales. Durante su mandato terminó la Guerra de Vietnam, la primera derrota de EE.UU. en una guerra internacional. Asimismo, se produjo la espectacular reconciliación con la China comunista del presidente Mao. Con ello, Nixon logró introducir una cuña entre los dos gigantes comunistas, China y la URSS, que a la larga derrumbó al bloque soviético. Pero, nunca tuvo escrúpulos y toda su carrera estuvo llena de escándalos de corrupción, que al final precipitaron su caída.
Durante la campaña de 1972, Nixon era presidente y compitió por la reelección. En ese momento, realizó todo tipo de trampas para perjudicar a su rival. Entre otras, instaló un sistema ilegal de escuchas en la sede de campaña del Partido Demócrata. Sin embargo, cuando el grupo que realizó la operación salía del edificio fue detenido por la policía y se produjo un pequeño escándalo. Al comienzo pareció un inconveniente menor a ser resuelto sacrificando un chivo expiatorio.
Pero, el caso se fue complicando y en el camino fueron apareciendo nuevas evidencias de conducta impropia de parte del presidente y su entorno inmediato. Durante 1973 llegó a las primeras planas gracias a los artículos de Bob Woodward y Paul Bernstein en el Washington Post, que sintetizaban la información proporcionada por un alto funcionario gubernamental conocido como “Garganta Profunda”. Exactamente cuarenta años atrás, la crisis política se agravó al acusarse de corrupción al vicepresidente de Nixon, Spiro Agnew, quien renunció a su cargo. En su reemplazo fue nombrado Gerald Ford, que finalmente sustituyó a Nixon.
La opinión pública estadounidense estaba indignada con el cinismo del presidente, que aseguraba haber procedido con toda honradez. Sin embargo, a Nixon le fueron probando una serie de latrocinios, que empezaban por no pagar impuestos y se extendían a innumerables sobornos recibidos durante la campaña. A lo largo de 1973, Nixon fue siendo arrinconado.
El debate se centró en la entrega de las cintas de grabación que había hecho instalar en la Casa Blanca. Sus antecesores habían instalado aparatos de registro de conversaciones presidenciales, pero que se manejaban a voluntad. Sin embargo, Nixon pensó que era mejor grabar en forma permanente. Cuando esto se supo, el comité del Congreso que estaba investigando el caso Watergate solicitó las copias. Ellas lo perdieron y en ese sentido su caso se asemeja a los vladivideos de Montesinos.
Nixon se negó, alegando que eran conversaciones privadas. Pero, el Congreso insistió y finalmente la Corte Suprema decidió que el presidente debía entregar las copias. Cuando las conversaciones se hicieron públicas se hizo evidente que Nixon no tenía salida.
En efecto, las cintas mostraban que Nixon reconocía haber montado la operación de Watergate y organizado todo tipo de acciones de encubrimiento. Además, había usado al FBI y a la CIA para proteger sus ilegales actividades. A continuación, el Congreso preparó la acusación para destituirlo por incapacidad moral y, antes que se consume, presentó su renuncia en agosto de 1974.
Su caída fue espectacular. Su sucesor Gerald Ford lo perdonó y evitó ser procesado judicialmente. Pero, incluso le fue retirado el derecho de trabajar como abogado y pasó por dificultades económicas. Tenía deudas y carecía de recursos. Se pasó el resto de su vida dando charlas y participando como lobbista de diversas causas oscuras, incluso acabó pidiendo dinero para la Nueva Rusia, una vez que cayó el comunismo.
Aunque, al final fue reivindicado y en ocasión de su muerte en 1994 algunos periodistas lo reconocieron como un grande de la política mundial. Sin embargo, la crítica lo acompañó hasta su muerte y en la prensa de los días de su entierro se puede leer a políticos conservadores estadounidenses, como Barry Goldwater por ejemplo, quien sostuvo que Nixon era la persona más deshonesta que había conocido.
Fuente: La República (09/10/2013)