Es posible que en poco tiempo afrontemos una confrontación social de envergadura en Cajamarca. Quedan escasas semanas para evitarlo y el gobierno no encuentra solución. Peor aún, si efectivamente entra Luis Castañeda como nuevo presidente del Consejo de Ministros y el gobierno termina de volverse “mudo” ante los planteamientos de la sociedad.
El momento crucial será cuando las máquinas de Yanacocha se dirijan a iniciar el proyecto Conga secando dos lagunas. Grupos ecologistas han de enfrentarse a dicha maquinaria, que sostenida por las fuerzas del orden, producirá una confrontación de resultados imprevisibles. La fecha clave está aún en el futuro, pero se acerca.
¿Cómo hemos llegado a esta situación y qué se puede hacer para sortearla? Se han conformado dos posiciones extremas y opuestas, que se han radicalizado y hoy no encuentran una vía para la negociación. Por un lado, el actual premier Óscar Valdés, quien impidió que Siomi Lerner arribe a un acuerdo razonado con la dirigencia de Cajamarca en diciembre del año pasado. En esa oportunidad, aún era posible conversar con Gregorio Santos y llegar a entendimientos. En vez de ello, Valdés pateó el complejo tablero de Lerner y entregó el liderazgo a Wilfredo Saavedra, empujando a Santos en sus brazos.
Posteriormente, al nominarse a los peritos, Santos intentó abrir otra ventana de negociación y Valdés le tiró un portazo. Los peritos eran la gran oportunidad para el acuerdo, porque le daban al debate político un formato técnico. Indudablemente, el resultado sería diseñar las condiciones para la aceptación de Conga, ¿cuáles son los requerimientos técnicos que permiten esa explotación reduciendo el daño ecológico y aportando beneficios para el riego y la ganadería cajamarquina?
Es evidente que Santos quiso participar de la selección de los peritos, aportar en la mesa sobre los términos de referencia y lograr que su punto de vista se halle representado. Pero, no fue así. El gobierno central nombró a los peritos sin darle vela en ese entierro al gobierno regional. Con ello, se perdió la segunda oportunidad para atraer a Santos y lograr un entendimiento sobre minería responsable. Así, Valdés ha empujado a la confrontación, haciendo exactamente lo contrario a la racionalidad de un gobierno interesado en el diálogo con la sociedad. En vez de arriesgar, ofreciendo algo concreto y sentándose a conversar, ha querido resolver a la mala, sin diálogo con la dirigencia de Cajamarca.
A otra escala lo mismo sucedió en Espinar. Metieron preso al alcalde negociador, otorgándole cancha libre a los antimineros por principio. Han tenido que soltarlo para comenzar una negociación que acuerde el peritaje ambiental, que estaba cantado como salida desde antes de la confrontación.
Pero, en Cajamarca el ánimo de confrontación ha avanzado demasiado. Ya es tarde para salidas tipo “mesa de negociación”. La gente las percibe como mecedoras, para ganar tiempo y hacer la voluntad de la empresa ignorando a la población. Por su parte, los actores locales verdes se han comprometido a no ceder. A la vez, el operativo político de Luis Guerrero ha sido medianamente exitoso, articulando un frente que agrupa a los partidarios de la inversión minera. Este bloque es fuerte en la ciudad de Cajamarca y en los medios sociales más articulados al mercado.
De este modo, en el panorama local, la confrontación luce inevitable. Llevamos más de dos semanas de huelga contra Conga y el choque parece inminente, ahora que la empresa está por anunciar que acepta las condiciones del gobierno y, por consiguiente, que empieza las operaciones.
Una solución podría ser el plebiscito a nivel de la región. Si los políticos están tan cerrados, que le devuelvan la decisión al pueblo. El presidente Humala bien podría ensayar una salida democrática audaz ante la crisis. La consulta puede ser la vía para evitar este conflicto, cuyo desenlace sangriento parece inminente. Que Cajamarca vote libremente, si acepta o rechaza Conga.
Fuente: La República