Las operaciones del EP en busca del camarada “Gabriel” se desarrollan en una región muy agreste, cuya geografía constituye un reto para el establecimiento de los seres humanos. Ese entorno constituye una gran ventaja para el lugareño, que conoce los vericuetos y una enorme dificultad para el foráneo, que proviene de la costa o incluso de la sierra. Como es largamente conocido, esa región fue escenario de la resistencia indígena contra la conquista española. En Vilcabamba, Manco Inca libró su última batalla.
Efectivamente, cuando Francisco Pizarro ajustició a Atahualpa, nombró un inca títere, que era cusqueño y había sido partidario de Huáscar. Ese personaje murió envenenado pocos días después y en su reemplazo apareció Manco Inca, quien era un joven príncipe que también había luchado contra Atahualpa. Pizarro entró al Cusco de la mano de Manco, que le abrió las puertas de la capital.
A continuación, Pizarro partió a la costa, a fundar Lima y Trujillo. Dejó el Cusco al cuidado de sus tres hermanos, capitaneados por Hernando. A la vez, Almagro partió con un buen grupo de españoles a la fracasada conquista de Chile. Para todo esto, la situación de Manco había empeorado en forma considerable. Al principio, creyó ser un aliado de los españoles, que lo habían salvado en el último minuto de Atahualpa, que estaba eliminando a los suyos. Pero, había visto la enorme codicia ibérica y los saqueos de los lugares sagrados del incario. Sus protestas se habían traducido en arresto domiciliario. Manco estaba prisionero del clan Pizarro y era consciente que estaba perdiendo mansamente su heredad.
Decidió pelear y preparó cuidadosamente su fuga y el gran levantamiento general contra la invasión europea. Las batallas fueron épicas, pero finalmente los incas fueron derrotados. Una gran cantidad de grupos étnicos indígenas pelearon contra el Tawantinsuyu, resentidos a causa de su propia conquista por los incas. Los aliados ayudaron a los españoles a imponerse, pero Manco no se rindió, sino que se internó en Vilcabamba. En la misma región donde hoy se halla “Gabriel” y su gente.
Manco escogió esa zona porque sabía que era un refugio. Es más, todo parece indicar que los incas habían preparado esa posibilidad, porque había numerosas construcciones imperiales en una zona agreste y de difícil acceso, a diferencia del resto del imperio, bien conectado por el Capac Ñan. Así, se hallaban palacios de primera factura, como Machu Picchu, Choquequirao y la misma Vilcabamba.
Pero, la naturaleza es densa; dos grandes cadenas montañosas se adentran hacia el este, penetran en la Amazonía y la vegetación es selvática. El calor es fuerte, los mosquitos abundan y a la vista lo único que aparece son quebradas húmedas, cubiertas de monte espeso, que no se sabe a dónde llevan.
Ideal para emboscadas. Por ello, desde que el presidente Alan García ordenó al EP entrar al Vrae e instalar bases, se ha perdido la vida de noventa miembros de las FFAA y policiales.
En el caso de los incas, lograron resistir cuarenta años selva adentro. Se sucedieron cuatro soberanos que negociaron sin cesar, manteniendo su independencia, basada en el carácter inexpugnable de Vilcabamba. Además de la difícil geografía, se hallaba la lealtad de los grupos locales. Era el último reducto del inca y los indígenas le eran fieles.
Algo semejante ocurre hoy día, el Sendero del Vrae, que se autodenomina PC del P (Militarizado), ha construido una alianza con el campesinado cocalero, que le permite a sus columnas desplazarse gracias a una red de colaboradores pasivos. Por otro lado, dispone de financiamiento, porque cobra cupos al narcotráfico y puede mantener su guerra local.
El tema es saber ¿cuánto tiempo? Difícil decir. Pero, el último inca de Vilcabamba cayó cuando los españoles se informaron de una crisis en el núcleo de poder y enviaron una expedición que lo capturó. La lección es, si la geografía y los locales son adversos, sólo la inteligencia puede obtener la victoria.
Fuente: La República