Se ha cumplido un aniversario de la aparición del primer vladivideo que terminó con el régimen de Alberto Fujimori. Poco después apareció la serie entera y la ciudadanía quedó pasmada al contemplar la extendida práctica de corrupción que caracterizó los noventa. A continuación, el Congreso, cuando era presidido por Carlos Ferrero, publicó la serie entera de videos depositados en ese poder del Estado.
Revisando esos seis tomos se tiene que el personaje principal es Vladimiro Montesinos. Fujimori aparece en pocos videos, pero Montesinos actúa en su nombre, procediendo en función a la campaña por su tercera presidencia consecutiva. Incluso, los videos no cubren los diez años, sino corren desde enero de 1998 y se focalizan en las operaciones para lograr la re-reelección de Fujimori. En esta serie, el ex presidente es el poder oculto, en cuyo nombre se perpetra la corrupción.
Montesinos soborna y no es sobornado. Él filma y sabe lo que está haciendo. No son escenas espontáneas sino intencionales. Vladimiro graba para dejar registro, sabiendo que es peligroso y tomando mil precauciones que solo pudo burlar Matilde Pinchi Pinchi.
Normalmente un particular soborna a un funcionario público para que este decida en forma arbitraria a su favor. Pero, en estos videos es al revés. El funcionario es Montesinos que soborna a particulares para que se pongan al servicio de la re-reelección de Fujimori. Se trata de comprar los medios de comunicación, para que apoyen decididamente el ilegal tercer período del ex presidente. Es como si un policía coimeara a los automovilistas para que cometan faltas de tránsito.
Es evidente que no se trata de la corrupción habitual, sino de un caso excepcional. Es el poder del Estado que sale a corromper a la sociedad para lograr perpetuarse. No hay otro fin y Montesinos es el operativo de Fujimori, a cuyo servicio se realizan las operaciones de la sala de la corrupción.
Pero, no actúan solo los corruptos, sino que luchan contra otros peruanos. Se nota que en el país hay un combate entre quienes se pliegan al autoritarismo y los que resisten. El Perú de estos videos es un país agónico y no derrotado por la corrupción y la ilegalidad.
Cabe preguntarse por las razones de Montesinos. Él sabía que jugaba con fuego y que los videos podían arruinarlo, como que así fue efectivamente. Lleva preso más de diez años y su salida se ve casi tan problemática como la de los líderes de Sendero.
Pero, eran un recibo y una garantía. Montesinos recibía bastante dinero en efectivo para sobornar a los dueños de empresas estratégicas a los propósitos de Fujimori. Este era desconfiado y quería comprobar que el dinero se había usado en esos fines. A la vez eran un seguro de Montesinos contra Fujimori. El ex presidente sabía que había pruebas que los incriminaban a ambos. Eran siameses y Vladimiro creía que siempre sería respetado. Por ello, la ruptura fue de película. Fujimori personalmente desató una persecución tipo cowboyada grabada para TV; no se detuvo sino después de asaltar el depósito de Montesinos, donde procedió a incautar los videos. Esa operación fue la famosa dirigida por un falso fiscal.
Recién en ese momento, Fujimori estuvo más tranquilo. Procedió a retirar los videos que lo concernían y devolvió el paquete a través de una notaría. Ese grupo de vladivideos llegó al Congreso y es el publicado en seis tomos. Pero, es notorio que hay ausencias. Montesinos había clasificado su tesoro y existen números faltantes.
Otro punto es el gusto de Vladimiro por filmarse. Él se sentía superior e injustamente fuera de escena. Siempre en la sombra, quería dejar registro de su talento. Por ello, en un video se acerca a la cámara oculta y maliciosamente le guiña el ojo. Ahí estaba el detalle.
Sería bueno que estos videos se vuelvan a pasar en TV. Por ejemplo, una serie en el canal del Estado. Ojalá no se olvide un período tan rico en lecciones sobre la corrupción y sobre el cual existe una prueba visual tan contundente.
Fuente: La República (18/09/2013)