Para salir de un impase se requiere ver luz al final del túnel, convencer a los actores y encontrar una salida legítima. Esa es la tarea que afrontan monseñor Miguel Cabrejos y el padre Gastón Garatea, al entrar en funciones como facilitadores del diálogo sobre Conga.
¿Cuál podría ser esa luz? Como van las cosas, la empresa ha aceptado empezar por la construcción de los reservorios; retrasando en los hechos la iniciación de la operación minera. Pues bien, podría partirse de ahí para poner por delante al agua. Si la población cajamarquina teme al oro, que se empiece por los reservorios y que luego se contemple la explotación minera.
Uno de los grandes problemas es que muchos cajamarquinos tienen una pobre opinión de Yanacocha y su reputación está por los suelos. Además, actualmente existe un reservorio vacío, que sirve para poco, puesto que fue mal construido en un lugar inconveniente. Por ello, Yanacocha debe probar que, esta vez empezará por la gente, aliándose con los ganaderos, que tienen sus vacas y queserías y piensan que la mina los dejará sin agua.
Para explotar una mina de grandes dimensiones, una empresa requiere de licencia social, que le proporciona la población local. No basta la autorización del ministerio, si los lugareños rechazan una inversión, ésta no puede operar.
Por su parte, la figura clave es Gregorio Santos, puesto que su cargo de presidente regional lo hace poseedor de la legitimidad en Cajamarca. La postergación del tajo abierto podría interpretarla como una victoria parcial, emancipándolo de los sectores radicales, que lo han absorbido luego de la ruptura de la negociación con Siomi Lerner en diciembre pasado.
Desde entonces, diversos radicalismos han crecido en suelo cajamarquino. Realmente no se trata de Sendero, en ninguna de sus variantes, sino de grupos radicales salidos de Patria Roja, interpretados por algunos analistas como “Pukas”, y otras tendencias provenientes del viejo MRTA. Aunque no responden a directivas nacionales, sino constituyen reagrupamientos locales, dotados de nuevos liderazgos y con planteamientos en evolución. Hay un movimiento subterráneo profundo y muy movido.
Mientras que Santos siempre ha tenido una postura más centrista, que en esta oportunidad no ha podido desplegar. Su situación en medio de los radicales es fruto del enfrentamiento con el gobierno propiciado por Óscar Valdés desde que asumiera el premierato. Fue empujado en manos de Wilfredo Saavedra y obligado a competir en radicalismo, al cerrarse las puertas.
Por su parte, el padre Arana y su partido Tierra y Libertad constituyen una fuerza nacional con proyección, pero carecen de bases firmes en el campo cajamarquino. Presentes en los medios de comunicación antes que en las comunidades, el movimiento de Arana también está buscando una salida.
En esta situación, la consigna primero el agua y postergación del tajo abierto podría servir para un entendimiento, salvando la cara de varios políticos que han jugado al extremismo. Así, se separaría a los izquierdistas democráticos de los radicales, que propician un enfrentamiento total con el Estado.
A su vez, “primero el agua” obligaría a la empresa a jugarse por la gente y construir reservorios que convenzan a la población. Yanacocha cree que basta aliarse con el gobierno, mostrar su EIA y exigir seguridad. Tendría que dejar la arrogancia y entender a la gente de a pie. Cuando el campesino vea que en los meses sin lluvia dispone de agua para regar, estará dispuesto a aceptar la mina.
Por su parte, Santos tendría que asumir que su función es garantizar la licencia social. No es oponerse a rajatabla sin mediar razones. Por el contrario, hasta hoy ha bloqueado una gran inversión minera sosteniendo que deteriora el medio ambiente sin compensación adecuada. Por ahora, ha impedido que se concrete; lo ha hecho con firmeza y ha llegado el momento de emplear esa fuerza para diseñar la salida. Menuda responsabilidad la de Cabrejos y Garatea. Que los apus los ayuden.
Fuente: La República