Publicado en: La República
Fecha Mier, 17/11/2010
Obtenido en: http://www.larepublica.pe/sucedio/25/08/2010/leon-trotsky-70-anos
Días atrás, se publicó una encuesta tomada conjuntamente por dos universidades, una peruana y la otra chilena, la Católica de Lima y la Diego Portales de Santiago. Una pregunta interrogaba a los peruanos cómo creían que Chile respondería si el fallo le fuera desfavorable, mientras que a los chilenos se les inquiría lo inverso. Los resultados son bastante crudos y obligan a proporcionar mayor información a la opinión pública.
En síntesis, sólo el 28% de los peruanos cree que Chile respetará el fallo si nos favorece. Mientras que el 48% de los chilenos opinan que el Perú sí acatará un resultado adverso. Esa diferencia expresa la mayor desconfianza peruana y la superior seguridad chilena en ellos mismos. Incluso un elevado 20% de peruanos opina que Chile irá a la guerra antes de acatar un fallo desfavorable. Así, para los peruanos, Chile es un país que se impone por la ley o la fuerza.
Aunque la desconfianza es mayor en el Perú, cabe recordar que apenas la mitad de los chilenos piensa que nosotros respetaremos un fallo negativo; es decir, la otra mitad opina que tampoco acataremos y que volveremos a la carga. En síntesis, en ambas naciones prima la desconfianza en el otro. ¿Cómo evaluar esta situación?
La primera constatación es que la desconfianza es histórica y regular. En este caso, para mejorar la relación se podría sintetizar los pareceres en contienda en ambos países. Está bastante clara la postura peruana a favor de una línea equidistante, que trace la frontera marítima, que sostenemos no ha sido aún fijada. Pero carecemos de información sobre la postura de Chile y de su eventual solidez.
Pocos aprecian que hace más de 50 años Chile está en control de la zona y que argumenta la existencia de convenios libremente firmados por nosotros, ellos y Ecuador. Cada uno de los países ignora al otro y lo poco que circula es propaganda en favor de cada una de las respectivas posiciones. Además, en las dos naciones la difusión es relativamente escasa, puesto que es considerado casi un secreto de Estado.
Por otro lado, los plazos se acortan. Ambos países presentaron sus alegatos principales y el Perú ya entregó su réplica, falta solamente la dúplica chilena y habrá concluido la fase escrita. A continuación, viene la oral que consiste en un interrogatorio puntual a ambas partes. Luego, sigue la sentencia. Al plazo que avanza, se la espera para algún momento del 2012. Es decir, alrededor de un año después de asumido el gobierno que próximamente vamos a elegir. Asimismo, el siguiente cambio de gobierno en Chile es el 2013. Antes que el asunto se vuelva una papa caliente es preciso orientar.
Para empezar, poco se conoce sobre los tres puntos de la reclamación peruana: el punto Concordia, el triángulo exterior y la línea equidistante. Disputamos si la frontera entre tierra y mar se inicia en un punto llamado Concordia, situado a orilla del mar o en el hito 1, ubicado tierra adentro. En total, es un terreno bastante reducido. En segundo lugar, reclamamos como propias unas aguas que Chile considera mar abierto, aquí sí estamos hablando de una porción significativa de mar, por lo cual este punto constituye uno de los platos de fondo. Finalmente, la famosa línea media, que obliga a Chile a retroceder de su paralelo, que es el más candente de los temas.
Como es fácil suponer, es difícil esperar una victoria 3 a 0. Entonces, será 2 a 1, ganando cualquiera de los dos. En ese caso, ¿cuál es nuestra prioridad? Incluso podría ser un empate, con la Corte declarándose incompetente en algún punto de la demanda peruana y resolviendo uno para cada uno. Se dice que el rey Salomón es el paradigma universal de los buenos jueces.
¿Estaríamos dispuestos a firmar las tablas?