Algunos alcaldes están de salida, y afortunadamente terminan períodos marcados por la desidia e incapacidad. La ciudadanía observa con alivio su partida, pero espera poco de los venideros. Este desaliento se explica porque la calidad de los gobiernos locales es muy desigual y queda la sensación que siempre puede ir peor.
Por ejemplo, el actual alcalde de Lima no ha terminado el Metropolitano y lo dejará sin entrar plenamente en funcionamiento. Además, ha gastado la friolera de tres veces el presupuesto original; encima aspira a un cargo mayor, como es la Presidencia de la República, y su campaña enfatiza en su capacidad gerencial. Es para no creerlo, ¿cómo pretende ser eficiente quien gastando el triple no inaugura la obra antes de las elecciones de fin de mandato?
Otro tema es la inseguridad ciudadana. Todas las encuestas subrayan que se ha convertido en uno de los peores males de la vida urbana en el Perú de hoy. La delincuencia campea y pocos alcaldes hacen algo efectivo para evitarlo. Ante ello, los alcaldes de la provincia más peligrosa del país, que corresponde a El Callao, pretenden la reelección o incluso desean cargos más elevados en la región. Son el grupo de “Chim Pum Callao”, que lidera el hoy defenestrado candidato Alex Kouri. Además, las encuestas revelan que lograrán su cometido, mostrando que en El Callao la gente prefiere malo conocido antes que bueno o pésimo por conocer.
Es una situación inversa a la trujillana, donde el jefe policial que colaboraba con el alcalde ha sido cambiado por el gobierno, para que se debilite la campaña de Acuña a la reelección. En este caso, recuperar el municipio trujillano importa más que la seguridad de la población.
Por otro lado, destacan obras poco importantes que no encaran problemas urbanos, pero cuestan bastante. Por ejemplo, en varios distritos de clase alta de Lima, como San Isidro entre otros, se han reparado las veredas en esquina, dotándolas de coquetos ladrillos rojos. Para realizar esta obra, el municipio viene demorando una eternidad y el resultado es poco útil. Los ladrillos son débiles y empiezan a deteriorarse con el uso cotidiano, como evidencia una obra semejante en el Centro de Lima hecha por el actual alcalde. Las veredas reemplazadas estaban en buen estado, disponían de jardines, hoy anulados y tenían equipamiento urbano, como basureros, que han desaparecido. Gastar para empeorar.
Buena parte de las dificultades derivan de la ley municipal que fragmenta el presupuesto provincial y obliga a cada distrito a gastar el 100% de sus recursos en su propia localidad. Por ello, el distrito pobre seguirá eternamente sin inversiones suficientes, mientras que el municipio rico tiene que gastar su plata en obras que quizá no requiera. No puede haber redistribución, la ley lo prohíbe. Así, se entiende la impotencia de alcaldes de distritos necesitados y la frivolidad de los de municipios poderosos.
Quien construya mecanismos metropolitanos capaces de superar esta fragmentación habrá cimentado una labor municipal con sentido. Es un punto clave y alegra saber que Susana Villarán lo tiene claro. En efecto, su programa busca reforzar fondos e instrumentos de financiamiento y gestión que trabajen para el conjunto de la región.
En este momento, Susana sube como espuma y su ritmo de crecimiento le ha permitido retar a Lourdes, que luce estancada y hasta hace poco parecía segura ganadora. Aún quedan cuatro semanas que son claves en electorados tan volátiles como el peruano. Casi todos los taxistas apoyan a Villarán y ellos son el barómetro de cada elección. Si lograra penetrar en los conos tendría el camino abierto al triunfo. Mi pronóstico es que si no gana, empata.
Fuente: La República (01/09/2010)