Por Carolina Trivelli (*)
La mitad de los beneficiarios del programa de transferencias monetarias, “Juntos”, no sabían que poseían una cuenta de ahorros que podían utilizar, a pesar de que estaban recibiendo sus pagos a través de esta. Menos del 1% de los beneficiarios tiene conocimiento de lo que es un estado de cuenta bancario, un bono, o una tasa de interés. ¿Cómo podemos esperar que sean capaces de aprovechar al máximo la gran cantidad de oportunidades otorgadas por el progreso económico y social en el mundo actual sin estas capacidades básicas?
En el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (MIDIS), nos hemos fijado el objetivo de servir, principalmente, a las poblaciones marginadas de la sociedad peruana. Hemos identificado cerca de 5 millones de peruanos en esta categoría, que comprende a los hogares más pobres y menos educados, y los hogares de ascendencia indígena ubicados en zonas rurales. Hemos fijado un ambicioso objetivo para nuestro trabajo: para el 2016, un millón de estas personas vulnerables en Perú deberán tener acceso a los productos y servicios ofrecidos por el sector financiero formal, de una manera que estos servicios cumplan, óptimamente, las necesidades y objetivos de los beneficiarios.
La inclusión financiera es un objetivo valioso en sí mismo, pero se hace aún más valioso como componente para el logro de una variedad de mejoras en el bienestar. Es un ingrediente importante en la capacidad de las personas para ejercer sus derechos. Nuevas oportunidades de inversión se presentan cuando los instrumentos financieros adecuados están disponibles, no sólo en las oportunidades productivas inmediatas, sino también en las inversiones a largo plazo, como la educación.
Las transferencias monetarias le dan a la gente una mayor sensación de seguridad, lo que significa menos estrés. Son capaces de hacer un mejor uso de los escasos recursos que poseen; la planificación del presente y del futuro mejora. Todo esto contribuye al empoderamiento individual, y a formar hogares seguros y mejor preparados para participar en el crecimiento del país.
Para lograr estos objetivos es necesario innovar y pensar críticamente acerca de los programas y estrategias que implementamos. Cada uno de nuestros proyectos en el MIDIS comienza con una evaluación de las necesidades, seguido de varios pilotos para encontrar las intervenciones más eficaces que posteriormente puedan ampliarse. En el MIDIS estamos llevando a cabo una serie de pilotos para probar las innovaciones que tienen como objetivo reducir los costos de transacción, y encontrar vías alternativas para reducir los obstáculos y las barreras en el uso de servicios financieros de las personas actualmente excluidas. La reciente ley sobre pagos móviles presenta un interesante nivel de pilotaje y experimentación para la población predominantemente rural con la que el MIDIS trabaja, y tenemos la esperanza de que el servicio de pagos móviles ayudará a reducir el tiempo que le toma a los beneficiarios acceder a su dinero. También estamos trabajando en identificar la mejor manera de enseñar conceptos financieros básicos, comparando diferentes métodos de entrenamiento, y probando la creación de una telenovela que ofrece educación financiera básica.
Nuestra estrategia para promover la inclusión financiera tiene dos aristas: fortalecer la capacidad financiera mediante la formación y educación, ayudando, también, a crear una interacción regular entre los beneficiarios y el sistema financiero, y fomentar la oferta de servicios financieros de alta calidad en las zonas rurales por parte de diferentes proveedores. Las experiencias de Perú y otros países de la región que fueron discutidas en la conferencia «Evidencia sobre Innovaciones en Capacidad Financiera», organizada por Innovations for Poverty Action (IPA), con el apoyo de la Fundación Citi, y en colaboración con la Universidad del Pacífico y el Abdul Latif Jameel Poverty Action Lab, proporcionan importantes contribuciones a nuestro aprendizaje colectivo en este ámbito, tanto en el contenido y los métodos de entrega de información financiera, como en el impacto de la educación en los pobres. En mi opinión personal, para cerrar las brechas en capacidad financiera, la educación tiene que ser práctica, por ejemplo, mostrando cómo utilizar un cajero automático.
La información debe ser integrada en el diseño de los productos financieros. Por el lado de la oferta, hay que alentar al sector privado a atender a este sector de la población: el personal del banco tiene que hablar lenguas indígenas y valorar a los pobres como clientes, y necesitamos productos que respondan mejor a las necesidades y limitaciones específicas de los pobres.
Todos estos cambios requieren experimentación y pruebas minuciosas, y con respecto a esto, me siento motivada por el trabajo presentado en esta conferencia y espero, con mucho interés, la colaboración en el descubrimiento de lo que efectivamente funciona en la mejora de las capacidades financieras de los pobres en el camino a la inclusión financiera y social.
(*) Carolina Trivelli, es economista e investigadora principal del Instituto de Estudios Peruanos. Ocupó el cargo de ministra de Desarrollo e Inclusión Social de Perú por dos años, hasta julio de 2013. Esta ponencia se desarrolló en el marco de la Conferencia Evidencia sobre Innovaciones en Capacidad Financiera, realizada en Lima el 31 de mayo y el 01 de junio de 2013.