Pese al considerable descenso en las cifras de las últimas semanas, todavía existe mucho miedo en torno al Covid-19: al 86% le preocupa mucho que alguien de su familia se contagie y 71% teme por su propia salud. Del mismo modo, un contundente 88% está preocupado frente a una segunda ola de contagios, percepción que es compartida por todos, aunque es ligeramente mayor en las mujeres.
¿Estamos más angustiados de lo que deberíamos? Si se toma como referencia lo que está ocurriendo actualmente en Europa, donde los contagios se han disparado luego de que flexibilizaran algunas medidas y de que los ciudadanos se “relajaran” frente a las mismas, estos resultados tienen mucho sentido. Más todavía cuando los peruanos somos plenamente conscientes de que la irresponsabilidad ciudadana es la principal razón por la que la Covid-19 nos ha afectado tanto (7 de cada 10 lo atribuyen a la gente y en menor medida al gobierno o a los problemas estructurales que tenemos como país).
De hecho, ha mejorado la evaluación del gobierno en cuanto a su gestión de la pandemia: 34% manifiesta que está haciendo un buen trabajo, frente a un 23% que opinaba lo mismo en agosto. Pero aunque a veces nos parezca que la situación ya está más o menos controlada, la Covid-19 no se ha ido y vale la pena recordarlo.
No se trata de vivir en una ansiedad permanente, pero sí de no bajar la guardia. Hay que seguir cuidándonos, especialmente ahora que más actividades económicas se están reactivando y por más que las ganas por volver pronto a la normalidad nos tienten a ser más permisivos. De nosotros depende que la segunda ola no sea tan letal como la primera.