[COLUMNA] «Alianzas y representación», por Martín Tanaka

Lee la columna «Alianzas y representación» escrita por Martín Tanaka, investigador principal del IEP, para el Diario El Comercio ► https://bit.ly/3YZvevG

Es claro para todos que contar con 43 partidos políticos en el país constituye un exceso. Lo bueno es que muchos de ellos perderán el registro después de las elecciones generales y subnacionales del próximo año; esta depuración debería marcar una señal que indique que, si se quiere hacer política, lo que se debería hacer es integrarse a algún grupo más consolidado y hacer carrera al interior de este, y no caer en la tentación de crear uno propio. Para esto deberíamos asegurar la existencia de mecanismos de democracia interna que diriman las disputas internas.

En lo inmediato, sin embargo, para limitar este exceso se impone la conformación de alianzas; en parte por el instinto de sobrevivencia. Si la alianza supera una barrera del 6% de los votos, y el partido obtiene representación parlamentaria, puede mantener el registro. Pero hacer alianzas no es sencillo; en esencia se debe resolver un problema de acción colectiva: todos quieren que los demás depongan sus ambiciones, para que ellos ocupen un lugar preeminente, lo que al final hace imposible ponerse de acuerdo. El mecanismo de la primaria abierta simultánea y obligatoria hubiera servido para resolver ese impasse, pero las PASO fueron eliminadas, y la legislación actual establece una primaria abierta muy costosa, que la hace inviable. Las encuestas de opinión podrían dar algún indicio de la fuerza relativa de los miembros de las alianzas, pero no en un escenario de escasa representatividad y alta volatilidad. Según la encuesta de Ipsos de abril, solo Keiko Fujimori y Fuerza Popular son capaces de concitar algo cercano al 10% de las preferencias electorales; todos los demás están alrededor o claramente por debajo del 5%. Y todos sueñan con ser los que más potencial de crecimiento tienen. Pero sabemos que en la mayoría de casos esos sueños acabarán en la realidad de la pérdida de la inscripción.

No solo debería contar el instinto de sobrevivencia. Viendo las cosas desde un punto de vista programático, podría decirse que las alianzas tienen una base “natural”, por así decirlo. En el país se puede identificar una derecha extremista, una derecha liberal, una izquierda socialdemócrata y una radical; y una base o segmento electoral mínimo, en principio, para cada una de estas propuestas, algunas más asentadas en Lima o en las regiones de la costa, otras más en la sierra sur. Sería lógico que se establezcan alianzas que recojan estos clivajes que ya existen, y que los traduzcan en iniciativas de gobierno. Una iniciativa valiosa en esta dirección es la de varios partidos alrededor de una propuesta de política de seguridad y lucha contra la criminalidad, suscrita por el Partido Popular Cristiano, Avanza País, el Partido Aprista, Fuerza Moderna y Unidad y Paz, y respaldado por Fuerza Popular. Lo lógico sería que las alianzas se establezcan alrededor de principios programáticos comunes.

En realidad, las alianzas son necesarias porque ningún partido por sí solo tiene la capacidad de contar con candidatos idóneos en todas las circunscripciones nacionales en disputa, lo que abre la puerta para que se cuelen candidatos con intereses oscuros capaces de mover mucho dinero. Urge cerrar el paso a ese tipo de candidaturas y a las de liderazgos demagógicos que apenas aspiran a beneficiarse de un golpe de suerte.