Los peruanos somos optimistas de nuestro futuro, pero nos hemos endurecido en nuestra visión del momento actual. La pandemia nos ha contagiado de un cierto desaliento. En julio de 2019, un 20% manifestaba que un rasgo de la sociedad peruana eran las divisiones y las diferencias irreconciliables. Esta percepción se ha elevado al 44%, imponiéndose sobre ese 27% que señala que la diversidad cultural es parte de nuestra riqueza como nación, y que hace un año constituía un 41%.
Pero este abatimiento tiene un carácter coyuntural. Está relacionado a los estragos de la pandemia y seguramente al desempeño gubernamental. Así, resulta abrumador que el 79% se pronuncie con optimismo sobre el futuro. Aunque esto puede cambiar si la crisis se prolonga, hoy en día la percepción de la mayoría de los encuestados es que, pasada la catástrofe pandémica, las cosas se van a recomponer favorablemente.
Lo que resulta desconcertante es que solo el 50% tenga presente que el 2021 se cumplen 200 años de la fundación de la república peruana. Una fecha crucial porque las efemérides cívicas reactualizan los lazos del Estado con los ciudadanos, funcionan como rituales cívicos que perpetúan la pertenencia a la nación. Probablemente, este olvido esté relacionado a que la pandemia está acaparando los reflectores de la opinión pública, pero también puede tener un mensaje crítico de cómo funciona el Estado.
Pues, en efecto, un importante 63% manifiesta que más que celebrar debemos reflexionar sobre nuestra experiencia republicana y cómo nos proyectamos al futuro. Por ahora, el país no está para celebraciones.