[COLUMNA] El desencanto con la democracia, por Julio Carrión

El Perú no ha sido un país que registre un alto grado de apoyo ciudadano a la idea de democracia como régimen político. Las encuestas del Barómetro de las Américas han mostrado que, desde 2006, los peruanos tienen niveles bajos de apoyo a la democracia cuando se compara con otros países de la región. La última encuesta del IEP muestra que este apoyo, bajo como es, se ha reducido aún más. Entre 2023 y 2025, el porcentaje de aquellos que manifiestan un apoyo bajo a la idea de democracia pasa del 15% al 34%, y el de aquellos que tienen un apoyo medio cae de 57% a 42%.

Esta erosión en el apoyo a la democracia es más preocupante si se considera el alto grado de desconfianza en las elecciones que la misma encuesta del IEP registra. Así, dos de los pilares del sistema político, la legitimidad de la idea de democracia y de las elecciones como mecanismo para elegir a nuestros gobernantes, se encuentran muy debilitados.

El empeoramiento de la situación política, el agudizamiento de la crisis de seguridad ciudadana, la alta percepción de que la corrupción corroe las instancias del Estado y de las instituciones de poder político, y el colapso de la popularidad de la presidenta están sin duda asociados con este desencanto con la democracia. La insatisfacción ciudadana con la manera en que funciona la democracia en el país llega al 88% en la última encuesta, un verdadero consenso de descontento político.

Estos resultados son un llamado de atención porque sugieren que mensajes abiertamente antidemocráticos pueden ser atractivos para importantes segmentos de la población. No se puede seguir creyendo que la disfunción política y el empeoramiento de la calidad de vida ciudadana no tendrán un impacto negativo en la continuación de la democracia en el país.