Lee la columna «El «modelo» peruano» escrita por Martín Tanaka, investigador principal del IEP, para el Diario El Comercio ► https://bit.ly/43ONtpW
En el último número de la revista “Nueva sociedad”, el politólogo argentino José Natanson publicó un artículo bajo el título “Argentina bajo Milei, ¿hacia un “modelo peruano”? En el texto, el autor intenta explicar los resultados de las últimas elecciones legislativas en su país, recurriendo a elementos de corto plazo (la eficaz activación del voto antiperonista, el temor a una nueva crisis económica, que desplazó la atención de diversos escándalos de corrupción que comprometen al entorno del presidente), pero también resalta la importancia de cambios de fondo en la sociedad argentina, que acercarían al país del sur al nuestro (“peruartina”). El Perú aparece como un modelo relativamente estable basado en políticas de libre mercado, de menor presencia e intervención estatal, con una dinámica de crecimiento liderada por sectores primarios orientados a mercados externos; lo que permite la acumulación de reservas, y la estabilidad cambiaria, y una inflación baja, desactivando problemas crónicos de la economía argentina. Desde la derecha, la “peruanización” de la economía argentina es percibida positivamente, y para profundizar esa dirección habría que continuar con la reducción del Estado, la eliminación de protecciones de sectores industriales y del trabajo formal asalariado. Desde la izquierda, la “peruanización” es claramente un retroceso: implica un aumento de la desigualdad, de la heterogeneidad estructural del país, con menores servicios y protecciones estatales; empleos, sindicatos y organizaciones de trabajadores más precarios; un aumento de la informalidad. Natanson postula que la extensión de la informalidad y de la ideología del “emprendedurismo” ayudaría a entender también el atractivo del discurso de Milei entre los jóvenes y sectores populares.
No solo desde Argentina se mira al Perú como una referencia. En el 2016, el politólogo uruguayo, profesor en la Pontificia Universidad Católica de Chile, Juan Pablo Luna, publicó el artículo “Perú: ¿el futuro político de Chile?”. En este sugerente y cada vez más pertinente texto (y en otras ocasiones), escrito antes del estallido social del 2019-2020 y de todo lo que vino después, Luna cuestiona la noción de que el sistema político chileno sea una suerte de “modelo” de estabilidad para América Latina, y que debería ser un referente al que los demás países debían aspirar. Luna apunta hacia los graves problemas de legitimidad y representación ya percibibles en esos años, y más bien señala que deberíamos pensar en el sistema político chileno no como el futuro de la región, sino más bien como parte de un pasado agotado e inviable. El futuro político de Chile, y en general el de toda la región, podría ser nuestro país. El Perú sería el ejemplo emblemático de cómo “la democracia puede funcionar por muchos años sin generar partidos políticos que sean más que una coalición ocasional de liderazgos individuales”. Siendo optimistas, podríamos considerar que “no hay incompatibilidades graves entre una democracia sin partidos y la capacidad de crecer económicamente y manejar con relativa eficiencia las finanzas estatales”. Siendo pesimistas, Luna señala que también se tiene que convivir con altos niveles de incertidumbre en cuanto a los resultados electorales, con Congresos con bancadas frágiles e influenciadas por intereses particulares, informales e ilegales, donde además la representación política nacional pierde el control de los territorios del país, que empiezan a ser dominados por caudillos e intereses locales. Seguiremos con el tema.