[COLUMNA] «El papa Francisco (2013 – 2025)»

Lee la columna «El papa Francisco (2013 – 2025)» escrita por Martín Tanaka, investigador principal del IEP, para el Diario El Comercio ►https://bit.ly/3EDoCMl

Lamentablemente, en esta semana presentamos nuevamente una nota necrológica, a propósito del fallecimiento de Jorge Mario Bergoglio, el papa Francisco. Inició su papado de poco más de 12 años llamando la atención por ser el primer papa latinoamericano y no europeo de la era moderna, por lo que siempre lo sentimos con una especial cercanía.

La Iglesia Católica es, por supuesto, una institución que funciona sobre la base de su credo y valores espirituales, pero también es una poderosa e influyente corporación. Sus posturas, impulsadas por los papas, han tenido grandes consecuencias en la historia. Como toda gran corporación, tiene complejidades, conflictos internos, y ejerce una gran influencia en el terreno cultural y político.

Mirando el último siglo, encontraremos diversas maneras en los que el papado ha intentado ponerse a tono con los tiempos. Después de los casi veinte años de Pío XII, los años de la Segunda Guerra Mundial y de la reconstrucción posterior, en los que la Iglesia Católica se percibió muy a la zaga de los acontecimientos, vinieron papados reformistas, con Juan XXIII y Paulo VI (con papados de cuatro y 15 años, respectivamente). A Juan Pablo II, en su largo papado de 26 años, le tocó acompañar la “tercera ola democratizadora” del mundo y también la caída de los socialismos reales. Podría decirse que Benedicto XVI continuó con un giro más conservador u ortodoxo iniciado por su predecesor, cuando en el mundo se incubaba una creciente demanda alrededor de lo que Ronald Inglehart llamó valores “postmateriales” y que, nuevamente, impactaba negativamente sobre el catolicismo. En muchas partes del mundo otras confesiones mostraban dinamismo y crecimiento, mientras que la alta jerarquía católica parecía relativamente anquilosada y cuestionada por su involucramiento en grandes escándalos financieros y por la lenidad en sus reacciones frente a graves acusaciones de pederastia que comprometían incluso a altas autoridades.

El papado de Francisco retomó un impulso reformista. Inició reivindicando una suerte de marca latinoamericana, teniendo gestos de humildad, sencillez y accesibilidad. Le tocó ser también el papa del ingreso al mundo de las redes sociales y de llegada de la Iglesia a nuevas latitudes. Retomó una prédica interesada en temas sociales y ambientales. Avanzó, hasta donde lo permiten las arraigadas tradiciones y dogmas de la Iglesia vigentes, en otorgar más espacio a las mujeres, en acercarse a los divorciados, homosexuales y transexuales. Y también en enfrentar denuncias por pederastia y acoso sexual. Por supuesto, todo esto dentro de los límites de una institucionalidad todavía bastante conservadora; a pesar de ello, le tocó también enfrentar la oposición de sectores tradicionalistas que buscarán ahora un papado más cauto y conservador, acaso más a tono de los tiempos actuales. Pero el Colegio Cardenalicio ha tenido también importantes cambios en los últimos años, que abren la posibilidad de que el próximo papado esté marcado también por algún nivel de modernización.

Nuestro país no ha sido ajeno, por supuesto, a estas tensiones, que se expresan en los nombramientos de nuestros últimos cardenales, expresivos de diversas tendencias dentro de la Iglesia. Si bien somos un Estado laico, la voz de la Iglesia Católica es potente dentro de nuestra sociedad civil, dado su prestigio e influencia, y es importante que se mantenga del lado de la defensa de la democracia y del Estado de derecho.