Aunque aún faltan varios meses para las Elecciones Generales del 2026, es interesante explorar qué resuena en la mente (y el corazón) de los peruanos frente a este nuevo proceso electoral. Podría decirse que hay tres formas claras de vincularse afectivamente con estas elecciones, siendo la más predominante aquella en la que asoman sentimientos como la tristeza (16%), la incertidumbre (13%) o la desconfianza (8%), además de la cólera (6%) y el miedo (7%). En ese sentido, la mitad de los encuestados mira el panorama electoral de una manera apática y desconfiada. Este pesimismo es mayor en Lima, en mujeres y en los más jóvenes (18-24), quienes también manifiestan sentir más ansiedad en comparación con otros rangos etarios. Este resultado es el más triste de la encuesta: lejos de tener una juventud motivada y con expectativas de cambios, se percibe una marcada preocupación por el futuro que les espera y quizás desesperanza frente a una oferta política que deja mucho que desear.
Quienes muestran esperanza o expectativa son un 21%, cifra que llega a 37% en quienes sienten una mayor confianza en el proceso electoral en sí mismo. Se esperaría que este segmento de la población aumente paulatinamente conforme nos acercamos al día D, aunque mucho dependerá de cómo se vayan desarrollando las candidaturas y la campaña política en general. Que surjan liderazgos capaces de conectar con la gente y que los animen a pensar con entusiasmo en un Perú diferente, en un mejor país.
Finalmente están aquellos que aún no pueden dar una opinión sobre el tema (21%) o que manifiestan indiferencia (7%). Este desconocimiento o desinterés es mayor en zonas rurales, niveles socioeconómicos D/E y gente con poco interés en la política. Un grupo importante que, por ahora, no se siente involucrado y que mira todavía de manera lejana la contienda electoral.
La encuesta recogió también el sentimiento que genera en los peruanos la elección del Papa León XIV. Allí el panorama es completamente distinto: hay alegría, esperanza y orgullo alrededor del tema. Si solo un poco de ese optimismo se lograra trasladar a la esfera política, sería un avance notable. Cuestión de fe.