Cada semana pensamos que el Congreso no puede hacer más daño y sin embargo continúa, con una legislación que no solo afecta nuestro medio ambiente, nuestra institucionalidad, sino que parece girar en torno a una palabra: impunidad. La desaprobación del Congreso y de la presidenta se mantienen en los mismos niveles, así como el poco (35%) o nulo (28%) interés en la política. Y lo que destaco de la encuesta del IEP de este mes es principalmente la desinformación y el desinterés, un ejemplo: solo la mitad de los encuestados da una opinión sobre la destitución de dos miembros de la Junta Nacional de Justicia (el 6% no la conoce, el 4% no precisa y el 39% no está al tanto de las votaciones en el Congreso) y eso sucede en varias preguntas, como se verá a lo largo de la semana.
Hace unos días Arturo Pérez-Reverte se dirigía a un grupo de jóvenes diciendo que, para sobrevivir en este territorio hostil, deben “saber identificar quiénes son los malvados y quiénes los estúpidos” y que “sólo hay una manera de conseguirlo: la cultura». Lo secundo totalmente, sin embargo, añadiría otro tema: la política, en el sentido que retoma Sartori cuando se refiere al concepto de hombre de Aristóteles (zoon politikon), no estas alianzas, confrontaciones y malas artes que realizan quienes están en el poder y que, lo comparto totalmente, nos repugna y nos hace buscar noticias más agradables. Con los bajos porcentajes de confianza interpersonal y desinterés en la política, los “malvados” y “estúpidos” a los que se refiere Pérez-Reverte, ganarán la pelea y no nos quedará un país por el que luchar.