Como en otras partes del mundo, hemos entrado en una etapa de “normalización de la pandemia”, ahora forma parte de nuestra vida cotidiana. Las ideas están fijadas de manera sólida y las opiniones/percepciones varían poco de un mes a otro.
Casi todos los peruanos aseguran que ellos cumplen las medidas básicas de protección y culpan a los demás de no cumplirlas. La mayoría achaca la responsabilidad de la persistencia de la pandemia a sus compatriotas, antes que a los errores de los gobernantes.
La mayoría piensa que la clave para salir de la crisis consiste en seguir las medidas dictadas por el gobierno. Sin embargo, los niveles socioeconómicos D/E tienden a ser algo más escépticos y es mayor en ellos la proporción de quienes consideran que cada uno debe decidir por sí mismo la mejor manera cuidarse.
La desconfianza hacia la vacuna china es alta. Con todo, hay dos razones para ser optimistas: la experiencia de otros países muestra que, apenas se inician la vacunación, el escepticismo y la resistencia disminuyen rápidamente; y la mayoría de quienes desconfían de la vacuna china en el Perú lo hacen por causas racionales (no confían en su elaboración tan rápida o temen sus secuelas); son muy pocos los opositores contrarios a todas las vacunas o seguidores de teorías conspirativas.
Columna publicada en La República el 02 de febrero del 2021.