Los resultados de la última encuesta del IEP son extraordinariamente importantes, ya que muestran de manera empírica algo que en el debate público suele dejarse de lado: las preguntas sobre identificación étnica, más que reflejar la realidad y capturar identidades preexistentes, contribuyen a moldear dichas identidades y a consolidarlas o minimizarlas.
La encuesta incluyó dos versiones de una misma pregunta. A una parte de la muestra se le presentó una lista de identidades étnicas que incluía la categoría “mestizo”, tal como se hizo en el censo de 2017. A la otra parte se le ofreció el mismo listado, pero sin leer en voz alta esta categoría, según proponen diferentes colectivos y activistas.
¿El resultado? Dos “fotografías” muy diferentes del Perú. Cuando se lee en voz alta “mestizo”, más de la mitad de las personas (51%) se identifican como tales. Le siguen quienes se consideran quechuas (20%) y blancos (11%). Cuando no se lee en voz alta, los quechuas (31%) son mayoría, seguidos por los mestizos (17%) y afrodescendientes (15%). El salto de este último grupo es especialmente relevante: cuando no se lee en voz alta la categoría “mestizo”, se triplica el porcentaje de quienes se consideran a sí mismos afroperuanos.
No se trata de un mero juego de números: como es fácil entender, los resultados abren la puerta a lecturas políticas completamente diferentes. En un caso, el Perú sería un “país mestizo”; en el otro, se trataría de un país de mayoría indígena.
Los científicos sociales sabemos que las identidades no son algo fijo, sino que dependen del “menú” de opciones que se nos presenta en cada momento. Por supuesto, este menú no es infinito, ya que depende de factores históricos y culturales. Incluir la categoría “croata”, no variaría las respuestas de los peruanos. Pero sí es lo suficientemente flexible como para que nos cuestionemos la conveniencia de incluir categorías étnicas en los censos. O, al menos, para que seamos conscientes de que lo que obtendremos es solo una respuesta parcial y sujeta a los supuestos y objetivos políticos de quienes elaboran las preguntas.