Mientras el Jurado Electoral Especial (JEE) de Lima Centro ha definido como inadmisible la inscripción de una serie de candidaturas, la ciudadanía, a su estilo, anda también en modo “inadmisible” frente a la oferta electoral.
Un 40% menciona alguna agrupación y el 60%, aproximadamente, dice que votaría en blanco o no sabe por quién votar. Es una cifra que no sorprende pero que nos debe permitir recordar cómo ha venido siendo este proceso de toma de decisiones. En las elecciones municipales del 2018, dos meses antes, como ahora, un 54% no sabía por quién votar en Lima. Tres semanas antes, el 20% estaba en las mismas y quien fue finalmente elegido, con cerca del 33% de votos emitidos, tenía en las encuestas 3% de intención de voto. Al menos en Lima, no sorprendería que pase algo así.
En las elecciones municipales del 2014 igual ocurrió un crecimiento final vertiginoso del candidato que agrupaba el sentimiento “anticastañeda”. Otro indicador de que esto no es nuevo y que el ánimo ciudadano hacia los candidatos es de tarjeta amarilla es la actitud hacia el hecho de ir a votar. Solo un tercio dice ejercer este derecho con satisfacción y casi el 60% tiene sentimientos negativos (va por deber, le parece una pérdida de tiempo). Que ocurra dependerá de cómo la gente termine de procesar socialmente, y en su fuero interno, esta mezcla de sentimientos anti políticos (que lo llevan a quejarse, pero no informarse) con lo que vaya observando como oferta electoral.
A pesar de ser cifras preliminares, estos resultados permiten ver que cada zona del interior tiene sus particularidades.