La situación alimentaria de los peruanos sigue empeorando. Los resultados de este septiembre lo revelan. Hoy 57% de los encuestados señala que por falta de dinero o recursos alguna vez en los últimos tres meses en su hogar se quedaron sin alimentos, esto es 10 puntos porcentuales más que en marzo de este año y tres veces más que en 2012.
El 70% respondió que en los últimos tres meses ha tenido que reducir su consumo de alimentos porque no le alcanza. Apenas 7% responde que ha podido mantener su consumo alimentario sin problema ante los crecientes precios de los alimentos.
La situación es grave, y lo es más para los pobladores de los estratos socioeconómicos D y E (donde solo 4% ha podido mantener su consumo alimentario sin problemas y el 75% se ha quedado alguna vez sin alimentos), para los peruanos que viven en el ámbito rural, donde 3 de cada 4 ciudadanos responden que han tenido que reducir su consumo alimentario y que se han quedado alguna vez sin alimentos en los últimos tres meses, y para las mujeres, entre las cuales solo el 4% ha podido mantener su consumo alimentario sin problemas.
La crisis alimentaria está a la base del incremento en los problemas de malnutrición que el INEI viene registrando: más anemia infantil, desnutrición y problemas de sobrepeso por consumo de productos baratos y poco nutritivos. La mayor factura de las peores condiciones alimentarias la están pagando los niños.
Por ello es inadmisible que veamos esta situación, que ya era grave, empeorar y no se tomen acciones de emergencia. La prioridad central del sector público debería ser asegurar una ingesta alimentaria mínima, nutritiva, a cada niño peruano.
No atender este problema -que afecta a la gran mayoría de compatriotas- es cruel y refleja la tremenda falta de compromiso con el bienestar mínimo de los ciudadanos de quienes tienen en sus manos el poder para mitigar esta situación.