Para quienes nos consideramos demócratas es duro ver cómo desde diferentes lugares y posiciones políticas se jalonea la democracia. Gracias al Barómetro de las Américas hemos seguido, a lo largo de los años, la evolución de diferentes indicadores de respeto al sistema político, apoyo a la democracia y justificación de salidas autoritarias. Uno de los datos más preocupantes es que desde el año 2012 la satisfacción con la forma en que funciona la democracia en Perú ha venido disminuyendo. Sin embargo, la justificación de cierre del congreso (autogolpe) o de golpes militares no se ha incrementado.
Las cifras que trae la última encuesta del IEP nos muestran una sociedad desencantada, lejos del conocimiento de salidas institucionales, pero también muy clara y enfática con respecto a su posición frente al poder legislativo. No solo es la institución que cuenta con la menor aprobación entre varias otras, sino que muy pocas personas (15%) participarían en marchas o protestas para defenderla.
Así como en el año 2021 la derecha destacó por su falta de compromiso democrático con el no reconocimiento de los resultados electorales, en este momento, grupos de izquierda – que no solo no criticaron los despropósitos del gobierno de Castillo – ahora se embarcan en la defensa del autogolpe y buscan imponer una de sus principales obsesiones, la asamblea constituyente. Y en el medio la ciudadanía que no necesariamente se moviliza, pero tampoco se ubica cerca de estos sectores, ve cómo la vida importa poco para el gobierno y para ciertos grupos políticos.