Toda campaña en segunda vuelta tiende a polarizar y esta no ha sido la excepción. Más que preguntarnos qué ha cambiado en una semana nos preguntamos qué no ha cambiado en la élite limeña de derecha, en los últimos treinta años. Arropados por los principales medios de comunicación nacional, al fantasma del comunismo le añadieron el del terrorismo y últimamente el temor de la inflación, para ir tras el candidato favorito del resto del país. Quienes hemos pasado por el horror de Sendero Luminoso sabemos que, felizmente, SL no está a la vuelta de la esquina. El crimen que ha quitado la vida a tantas personas en el VRAEM y que condenamos no es un regreso al terrorismo que padecimos, aunque resulte para algunos un buen recurso para ser usado políticamente.
Como sucedió en otras elecciones, en las últimas semanas el elector se va definiendo y en esa decisión intervienen varios factores, la autoidentificación ideológica, el lugar donde se vive y el nivel socioeconómico, así como la campaña mediática y la performance de los candidatos y sus equipos. Fujimori por primera vez, empata con Castillo en la encuesta del IEP, aunque la mayoría aún cree que Castillo ganará la elección. Lo que pase este domingo y los días siguientes para animar el voto de más del 20% que aún no se decide o dice que votará blanco o nulo, será clave.
Si bien queda una semana para las elecciones, demorará un poco más ir sanando como sociedad todas las heridas que se han ido abriendo tras el apoyo a una candidatura. Para la modernización de las élites, me temo, no vislumbramos ningún horizonte de cambio.