Lee la columna de Carolina Trivelli, investigadora principal del IEP, para «Hacer Perú» ► https://bit.ly/3fDgLvZ
Los hogares peruanos, en particular los en situación de pobreza y alta vulnerabilidad la están pasando mal durante esta larga cuarentena. La encuesta de mayo del IEP señala que el 74% que no está llevando bien la cuarentena, sobre todo por la falta de ingresos. 57% de los encuestados, 7 puntos más que en la encuesta de abril, señala la insuficiencia de ingresos como el principal problema durante la cuarentena.
La mayor parte de hogares vulnerables vive, en tiempos normales, al día. Trabajan hoy para movilizarse, comer y pagar sus gastos de mañana. Tienen muy poca protección ante eventos que les impidan o limiten sus posibilidades de trabajar. Trabajan sobre todo en los sectores servicios o comercio, que son de los sectores más golpeados con la cuarentena. Son informales.
Pero, sabemos que todo hogar, en particular los más pobres, ahorran. Poco y de formas diversas pero algo tienen ahorrado. No porque les sobre, sino porque justamente viven con mucha incertidumbre sobre sus ingresos de mañana. Si no tienen algo ahorrado, la pasan mucho peor.
También sabemos que estos hogares tiene redes de protección –sobre todo familiares y comunitarias- y estrategias para enfrentar momentos difíciles (generalmente relacionadas con trabajar más en coyunturas difíciles). Desgraciadamente, nuestros familiares, vecinos y amigos también la están pasando mal y tienen limitada capacidad de ayudarnos y recurrir al mercado de trabajo en busca de un trabajo secundario no parece plausible en esta coyuntura.
Ante la falta de recursos las familias más vulnerables han recurrido mayoritariamente a sus ahorros. 75% de los encuestados en mayo así lo reportaron. Pero no fue suficiente, y por ello las familias han recurrido a otras fuentes para financiar sus necesidades durante la cuarentena. 80% ha recurrido a algún mecanismos de financiamiento: reprogramó pago de deudas, pidió prestado a familiares o amigos, dejó de pagar recibos o alquileres, pidió fiado en la bodega o consiguió algún crédito (de una entidad financiera o de un prestamista). En el caso de los hogares de los estratos D/E, el porcentaje que usó algún tipo de crédito sube a 91%.
Sin embargo, los datos recogidos por la encuesta de fines de mayo revelan que un tercio de los encuestados utilizó 4 instrumentos de crédito, y en el estrato D/E el porcentaje que usó 4 instrumentos de crédito sube a 46%. Estas cifras dan cuenta de dos asuntos, en primer lugar, que los hogares peruanos, incluso los más vulnerables, incluso aquellos con bajos niveles de inclusión financiera, tienen acceso y usan variados servicios financieros –informales en su mayoría-. En segundo lugar, estos resultados revelan que los efectos negativos de esta crisis no se terminarán cuando las personas puedan recuperar sus medios de vida (y no todos lo lograrán en el corto plazo), cuando sus ocupaciones se reactiven, pues si bien podrán recuperar al menos parte de sus ingresos –solo parte porque el mercado estará deprimido- estos tendrán que servir tanto para asumir sus gastos regulares –alimentación, pago de servicios, transporte, etc.- y para pagar, al menos parcialmente, las múltiples deudas que han ido acumulando.
Los niveles de endeudamiento no los conocemos de la encuesta, pero hogares que reportan haber usado sus ahorros y además haber usado varios tipos de crédito para enfrentar la cuarentena de manera simultánea, hacen pensar que los efectos de la crisis acompañaran a estos hogares por un largo periodo de tiempo.
¿Y la ayuda del Estado? La encuesta del IEP (realizada entre el 21 y 28 de mayo) señala que 42% de los encuestados había recibido alguna ayuda del estado –bono, canasta o alimentos de Qali Warma-, 56% en el estrato D/E y 69% en el ámbito rural. Los que recibieron alguna ayuda del Estado igual usaron, además de sus ahorros, muchos instrumentos de crédito, tienen hoy 3 o 4 créditos nuevos. Los que mas apoyo del Estado recibieron fueron los más pobres, y son también los que más instrumentos crediticios tuvieron que usar.
La ayuda está llegando, pero es insuficiente para contrarrestar los efectos negativos de la extendida cuarentena. Las familias han usado lo que tienen a mano, sus ahorros y se han endeudado. Pagar esas deudas les llevará meses, alargará los efectos negativos de la crisis. Reactivar sus fuentes de ingreso es la clave, pero debemos reconocer que vienen tiempos difíciles: subsistir y pagar deudas.
En este contexto, urge apoyar a las familias para que puedan sobrellevar este duro periodo. El Estado y el sector privado tienen que contribuir –y para ello tienen que conocer y entender la dinámica de los hogares más vulnerables- a que se recuperen las fuentes de ingreso de los hogares peruanos, pero también a que estos hogares puedan gestionar estrategias para manejar sus finanzas y recuperar su salud financiera. Se trata lograr un proceso de recuperación que nos lleve a un mejor partidor, con ingresos más predecibles, con esquemas de protección social efectivos, con capacidad de reponer algo del ahorro gastado y de volver a mirar el futuro con optimismo.