Al final del viernes esperábamos con muchas dudas que los congresistas aprobaran la convocatoria a Elecciones Generales para este año, 2023. Sin embargo, para variar, los extremos de izquierda y derecha volvieron a juntarse y votaron en contra. Unos dirán que es por la Asamblea Constituyente y otros que es por las reformas políticas. Ninguna de las dos excusas convence.
Si bien hay una mayoría que quiere una Asamblea Constituyente para cambiar la Constitución, no conoce bien la que tenemos, y por lo que hemos podido ver, el cambio es pensando en una economía estatista, teñida de conservadurismo y autoritarismo. Del otro lado se habla de la necesidad de reformas, quien diga que es mejor tener elecciones en 2024 para hacer reformas es en el mejor de los casos ingenuo(a). Las reformas políticas no siempre traen buenos resultados, como la reforma aprobada bajo el gobierno de Vizcarra para no reelegir congresistas.
Mientras tanto la protesta continúa, más de la mitad de la ciudadanía se identifica con ella y coincide mayormente con varias de sus demandas. No todos salen a las calles, pero quienes salen, de alguna manera, representan a un grupo no tan minoritario. ¿Estas movilizaciones y protestas nos conducirán a un mejor escenario democrático? Lo dudo, no hemos logrado tener una ciudadanía democrática que respete las instituciones o que busque construir unas instituciones mejores, menos aún que pueda dialogar con otras personas con las que no comparte puntos de vista similares. Ni una asamblea constituyente, ni una reforma política mejorarán el panorama.