El “clinch” sin resolver entre Congreso y ejecutivo jugó en contra del gobierno. Un 67% tiene sentimientos de decepción e ira frente a esta situación. En ese contexto, mientras un 70% de la población, al igual que en agosto, seguía apoyando el adelanto de elecciones (la encuesta se aplicó antes de ser desestimada la propuesta), el nivel de aprobación de Vizcarra y de del Solar fue en bajada. Dejado de lado el adelanto electoral, el futuro político del ejecutivo es incierto. La famosa “calle” no se mueve sin liderazgos. El Congreso no asumía un mayor riesgo porque es obvio que los bajos porcentajes de aprobación (9%) no le interesan. Tampoco debe interesarle que un 82% diga que no se siente representado por el Congreso (con su recompuesta mayoría). El fujimorismo ha logrado reorganizar, con diversos acuerdos, su poder de votación; tiene una persona con quien conversar en la vicepresidencia y sus prioridades para ejercer ese poder parecen estar más en el corto plazo jurídico. El costo político de no comprometerse en la lucha contra la corrupción se busca compensar con un discurso que sí tiene sentido para la población (la demanda de una mejor gestión del ejecutivo) y, asumimos, en confiar que el apellido familiar todavía funcione (aunque podría ser Kenji quien lo capitalice) y que quienes se están chamuscando hoy en nombre de Fuerza Popular sean reemplazados por una mezcla de históricos y nuevas caras en las elecciones del 2021. Mientras tanto, tendremos un nuevo debate jurídico, ahora sobre la situación del Tribunal Constitucional, y los argumentos se mezclarán con los números para ver quien defiende o avanza mejor sus posiciones.