El presidente Castillo comienza un segundo año de gobierno con 24% de aprobación. En términos estadísticos no ha aumentado ni disminuido con respecto a junio, y en todos los últimos meses se ha mantenido casi constante, con un núcleo leal de alrededor de 25%.
Algunos titulares y analistas se enfocaron en la desconexión con la realidad que observaron en el mensaje presidencial, creo que se olvidaron de pensar en su propia desconexión. Hay buenos reportajes y críticos, como se espera de la prensa, sin embargo, sus titulares, editoriales y columnas parecen dialogar con un grupo de la sociedad, cuando no se tiñen de racismo y diferencias de clase ofensivas que no contribuyen con la crítica, la banalizan.
Ante cada destape de serios indicios de corrupción, varios creen, o creían, que la ciudadanía saldría a las calles a pedir adelanto de elecciones, y si bien 42% cree que de adelantarse las elecciones nuestro país estaría mejor, 47% cree que seguiríamos igual o peor, especialmente los jóvenes, 51% de ellos cree que estaríamos igual o peor.
En un país tan desigual cuesta mirar críticamente al conjunto, sea desde los medios o desde la academia, siempre es más sencillo ver en nuestros grupos de referencia. Pero se hace cada vez más urgente esa mirada para encontrar una salida que no manosee la democracia y la use de acuerdo a quien tenemos enfrente. Además, dada la poca confianza en los procesos electorales, cualquier salida de este tipo tendrá que hilar fino para garantizar cierto nivel de legitimidad, no solo si se adelantan las elecciones, incluso si estas se dieran en 2026.