Lee la columna de Matín Tanaka, investigador principal del IEP, escrita para El Comercio► https://bit.ly/3odCgcM
(Foto: GEC)
En los próximos días cumpliremos los primeros 100 días del Gobierno del presidente Castillo. En principio, los gobiernos nuevos lanzan al inicio de su gestión las iniciativas centrales que supuestamente marcarán todo el quinquenio, y a los 100 días se está en condiciones de hacer una primera evaluación de estas.
Recordemos que el 28 de julio el presidente Castillo anunció, entre otras cosas, la creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología o que no gobernaría desde Palacio de Gobierno y que este se convertiría en un museo. Anunció la presentación ante el Congreso de una propuesta para modificar el artículo 206 de la Constitución para incorporar la convocatoria a una asamblea constituyente, en tanto la Constitución de 1993 “no contempla la figura de una asamblea constituyente, ni la elaboración de una nueva Constitución”. Más adelante, el entonces presidente del Consejo de Ministros, Guido Bellido, anunció la presentación de un proyecto de ley para fortalecer y modernizar el Banco de la Nación o la creación de una Comisión Nacional del Sistema Nacional de Pensiones. La lista de anuncios que luego no tuvieron concreción es muy larga. El presidente Castillo no tiene logros que exhibir, tampoco iniciativas ambiciosas realmente en marcha. Lo concreto es que se ha continuado el trabajo del gobierno anterior y se ha seguido avanzando en el proceso de vacunación, y que se está entregando lentamente el bono Yanapay (a mediados de octubre lo había cobrado apenas el 16,4% del total de beneficiarios); se han anunciado iniciativas diversas bajo el rótulo de “segunda reforma agraria” y también una serie de iniciativas que recién se concretarían a través del pedido al Congreso de facultades para legislar en materias tributaria, fiscal, financiera y de reactivación económica.
Con todo, por fin, con iniciativas como la “segunda reforma agraria” o la reforma tributaria estamos empezando a discutir propuestas concretas. Este es el camino a seguir, pero para ello el presidente debe asumir que, para poder sacarlas adelante, necesita personal calificado en términos políticos, técnicos, y éticos.