En la última encuesta de febrero del IEP se preguntó “¿Y Ud. qué prefiere para gobernar el país, un estilo más de “mano dura” o un estilo más democrático?” La opinión muestra un empate técnico, casi la mitad apoya una opción o la otra. Hace recordar las tribulaciones, así como la ajustada diferencia de la segunda vuelta electoral del 2016, donde la idea de mano dura estaba más asociada a Keiko Fujimori y PPK era, comparativamente hablando, el democrático. Cosa diferente ocurre cuando se ve solo Lima, ahí gana el estilo democrático (57% vs 42) y uno recuerda el resultado de las municipales 2018 donde finalmente Muñoz le ganó a Urresti. ¿Eso explica el voto de aquellos momentos? No en su conjunto, pero parece que esta actitud, hacia el rol de la autoridad y el orden, tiene una importante influencia en la votación. Creo incluso que este es uno de los clivajes que va organizando, más allá de lo electoral, el sentir ciudadano frente a nuestras posibilidades como nación. Si uno entra a describir cómo se distribuye esta idea en la población, se puede ver que está más asociada a unas variables que a otras. Una de las que preocupa es la edad. En la medida que pasan los años, el apoyo a la mano dura aumenta. Esta es minoría entre quienes tienen 18 a 24 años (38%) y resulta mayoritaria entre la gente de más de 40 años (58% la apoya). Como si la frustración de lo vivido llevara a pensar que “solo así” se arreglan los problemas en el Perú. Indudablemente la frustración alienta estos deseos porque es entre la gente menos interesada en la política, que la ignora o la rechaza, donde la mano dura se favorece como solución (56% la apoya en este grupo). Uno no puede dejar de pensar en Cerrón, Aduviri o incluso Antauro cuando ve que en el interior un 55% la apoya versus un 42% en Lima. Lo más intrigante es cuando se pregunta, de manera abierta, qué entienden las personas por “mano dura”. El espíritu republicano se estremece porque la gente no la asocia masivamente a autoritarismo. La relaciona con varias cosas a la vez: “un gobierno justo” (42%), “… donde las normas y leyes se cumplen” (41%), “…firme en sus decisiones” (40%), “… que enfrenta la corrupción” (38%), “… que pone orden” (38%), “…estricto, pero no autoritario” (31%). Lo complejo es que al menos las dos primeras son las que la gente suele asociar, en el Perú, con la idea de democracia. Habrá que revisar nuestra forma de preguntar y profundizar entonces qué se entiende por “estilo democrático” pero da la impresión de que la gente no ve esta pregunta como una oposición entre autoritarismo y democracia sino entre dos formas de entender la democracia y/o el ejercicio de la autoridad. La asociación de “mano dura” con un gobierno militar o autoritario solo se da en la cuarta parte de la gente, pero, ojo, esto es mucho mayor (un tercio aproximadamente) en la sierra central y sur, ahí donde tuvo alta votación UPP. Las últimas elecciones no solo nos han dejado resultados electorales sino muchas pistas para entender cómo se relaciona la gente con el sistema y, desde su cotidianeidad, que le demanda.