Nos encontramos en unas elecciones inéditas, en medio de una pandemia y medidas de restricción, con escasa campaña presencial, con menos anuncios en televisión, quizá por ello se esperaba que los debates en televisión de los últimos días de marzo tuvieran un impacto en la intención de voto porque permitirían acercar a los candidatos al electorado, y en algunos casos verlos por primera vez. Un 28% señala que los debates sí influyeron en intención de su voto.
Tenemos un quíntuple empate en el primer lugar, según nos muestran los intervalos de confianza. La tendencia descendente de Lescano es ahora una franca disminución y el estancamiento de López Aliaga se convirtió en descenso. La tendencia al alza en de Soto se ha mantenido. Mendoza no solo no ha seguido en ascenso, sino que está disminuyendo su intención de voto, probablemente por el ascenso de Castillo, pero también de Fujimori, que, pese a ser la candidata con más antivoto se ubica en el grupo que puede llegar a segunda vuelta.
Ante la falta de representación, el voto se decidirá a último momento. Ha aumentado la cifra que tiene su voto decidido y no lo cambiará (56%), sin embargo, 44% no ha decidido aún, puede cambiar su voto o no sabe por quién votar. Solo ante la presión para escoger un candidato el “no elige” es 28%. Por último, un tema que no debemos soslayar es que, según datos de un simulacro de votación reciente, no todos los electores saben llenar correctamente la cédula de votación, problema que arrastramos desde hace varias elecciones, pero que puede haberse agravado por la falta de una campaña más visual