[COLUMNA] Una ventana de oportunidad, por Carolina Trivelli

Lee la columna de nuestra investigadora principal, Carolina Trivelli ► https://bit.ly/37nbMuU

La pobreza y las estrategias para eliminarla han estado bastante ausentes en el debate público en los últimos años. Pero en los últimos días, por alguna razón, el tema ha vuelto a la agenda. Carolina Trivelli plantea los retos de la política social.

La pobreza y las estrategias para eliminarla han estado bastante ausentes en el debate público en los últimos años. En la esfera pública se les presta atención tras el anuncio de los resultados de su medición (en abril o mayo de cada año) o cuando hay una transición de gobierno y se discuten ofertas y propuestas.

Por ello llama la atención que en los últimos días el tema ha estado muy presente. El domingo anterior, en su columna en El Comercio, Richard Webb presentó un provocador texto en el que señala que los hogares tienen recursos para superar la pobreza extrema y que lo que deberíamos hacer es reducir su vulnerabilidad a eventos inesperados.

La idea es acertada. Y el texto es provocador porque desliza dos ideas adicionales. Primero, que los hogares en situación de pobreza tienen acceso a infraestructura y servicios (electricidad, teléfonos, etc.) que, por un lado, demuestran su capacidad de gasto y, por otro, que contribuyen a que logren salir de su situación de pobreza. El segundo, que hay que cambiar la estrategia: “una estrategia antipobreza más que un reparto de recursos a una lista predeterminada de “pobres”, la cual debería reforzar y apoyar el esfuerzo general de una sociedad por asegurarse contra las múltiples contingencias de la vida” (subrayado mío).[1]

El mismo domingo (02.02.2020), en una entrevista en La República, el Presidente Vizcarra ha propuesto una acción del gobierno para el cierre de brechas en los 100 distritos más pobres del país. Menudo desafío (que ya ha sido propuesto antes).

Finalmente, en El Peruano y en Gestión de esta misma semana, se destaca el anuncio de la ministra de Inclusión Social, Ariela Luna, de la apuesta del gobierno y los recursos necesarios para Haku Wiñay (programa visitado por la ministra y el Presidente hace pocos días). [2] Este programa de inclusión productiva que se implementa en centros poblados en situación de pobreza, permite mejorar condiciones de vida (vivienda, alimentación, etc.) y generar ingresos. A la fecha son más de 246 mil hogares atendidos y este año se sumarán 36 mil más.

Así, por alguna razón, el tema ha vuelto a la agenda. Bien. Lo relevante, sin embargo, sigue siendo la necesidad de discutir la estrategia para lograr un proceso sostenido y sostenible de superación de la condición de pobreza que aun enfrentan muchas familias peruanas. Una estrategia de superación de la pobreza requiere lo que proponen las tres notas: cierre de brechas de infraestructura básica y servicios –públicos y privados-, esquemas de manejo de riesgos y de recuperación ante eventos inesperados adversos (shocks) y programas para lograr la inclusión económica de las familias más vulnerables. Pero además requiere que estos tres componentes –y otros- lleguen juntos, al mismo lugar, en el mismo tiempo y para las mismas familias. Es decir, requieren llegar articulados.

Lograr que estos tres tipos de intervenciones (y otras) lleguen al mismo lugar, a la vez y para las mismas familias es muy complejo dado que cada porción es provista por un actor diferente (un sector o ministerio, un nivel de gobierno o un actor o grupo de actores del sector privado) y con poca experiencia en trabajar de forma conjunta y sin incentivos para hacerlo. El desafío es ese. Establecer un esquema -un mecanismo– para que las intervenciones lleguen juntas.

La oportunidad hoy viene dada por la propuesta del Presidente de centrar el esfuerzo en lugares concretos, con brechas conocidas y con prioridad de política clara. El Midis tiene una oportunidad valiosa para avanzar en desarrollar los mecanismos que lo hagan posible. Eso sí, debería hacerlo en un acotado y modesto grupo de distritos, cinco a lo más. Una vez que se tenga el mecanismo para llegar articuladamente, se podrá escalar a 100, a 1000, a todos los distritos. Sabemos que desarrollar formas de intervenir, de hacer gestión, de articular con el sector privado, son fáciles de proponer y muy difíciles de implementar. Por ello, mejor comenzar en pequeña escala, evaluar, ajustar, innovar antes de escalar.

Finalmente, dos reflexiones puntuales. Una sobre la propuesta de Richard Webb de no repartir recursos entre listados de pobres, que hace clara alusión a los programas de transferencias monetarias (condicionadas o no, como las de Juntos o Pensión65). Cautela. Estos programas han demostrado estar en la base de procesos de reducción de vulnerabilidad (estabilizan y dan predictibilidad a una base mínima de liquidez), de tener impactos valiosos en la vida de los hogares más pobres (acceso y uso de servicios de salud, por ejemplo) así como en procesos de equidad entre los más necesitados (nivelan un piso mínimo para todos). Ningún programa de transferencias monetarias está ideado para que las personas que lo reciben dejen de ser pobres, sino para contribuir con sus esfuerzos y asegurarles una base mínima de soporte que sea estable y predecible. Hay demasiada evidencia a nivel global de su rol y efectividad, sobre todo en reducir vulnerabilidad, como para abrir este debate otra vez.

La segunda reflexión es sobre la necesidad de combinar miradas, medidas de pobreza, para entender mejor la dinámica que afecta a los hogares en esta situación. La medida monetaria de pobreza, nuestra medida oficial, es buena y valiosa, pero requiere ser complementada con aproximaciones multidimensionales que capturen las condiciones y posibilidades de las familias en pobreza. Como señala Webb, un alto porcentaje de familias en situación de pobreza tiene luz o teléfono. El drama es que cuando vemos por separado los indicadores de cada servicio perdemos de vista el conjunto. Entre los peruanos con mayores necesidades, apenas un tercio tiene acceso simultaneo a la infraestructura mínima (agua, desagüe, electricidad y telecomunicaciones), sin mencionar los problemas de calidad y continuidad de estos servicios. Urge mirar y resolver el paquete completo, y no solo los indicadores de cada uno, porque lo que cambia el conjunto de oportunidades para un hogar en pobreza es el acceso completo a un paquete básico de infraestructura y servicios.

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[1] https://elcomercio.pe/opinion/columnistas/riqueza-de-los-pobres-por-richard-webb-noticia/?ref=ecr

[2] https://elperuano.pe/noticia-inversion-para-reducir-brecha-social-89409.aspx

https://gestion.pe/economia/midis-invertira-s-225-millones-en-emprendimientos-productivos-para-mas-de-36000-hogares-rurales-nndc-noticia/?ref=gesr