[COLUMNA] «Verdad e ideología», por Martín Tanaka

Lee la columna «Verdad e ideología» escrita por Martín Tanaka, investigador principal del IEP, para el Diario El Comercio ► https://bit.ly/3XGb8pF

En el debate público la relevancia de la “verdad”, y el papel de las ideologías siempre ha sido problemática. Es natural que cada quien tenga convicciones, principios, preferencias, que lo llevan a mirar el mundo desde ciertos puntos de vista. Desde estos, se recogen datos, evidencias, “verdades” que justifican y cimentan las preferencias iniciales, y tienden a soslayarse otros que tienden a cuestionarlas. Si bien las ideologías son útiles en tanto nos proporcionan guías para comprender el mundo y actuar sobre él, también requieren cierto espíritu autocrítico; sin la capacidad de lograr una apreciación mínimamente “objetiva”, más allá de nuestras preferencias, no se pueden reconocer errores o problemas que requieren correcciones.

En una comunidad política mínimamente saludable, las pasiones y las preferencias ideológicas son capaces de convocar y representar, pero al mismo tiempo dejan espacio para algún lugar de encuentro con otras posturas, sobre la base de verdades o evidencias y ciertos principios básicos compartidos y respetados por todos, como el respeto a algunas reglas de juego que permitan que este exista, donde ganadores no abusan de su poder y los perdedores siguen el juego asumiendo que más adelante pueden resultar ganadores. Además, una mayor capacidad de distinguir las cosas como son de como quisiéramos que fueran nos ayuda a ser más eficaces en la acción política.

Desde hace algunos años discutimos sobre la extensión de ‘fake news’ en el debate público, y la reacción natural ha sido desarrollar mecanismos para atajarlas, desmentirlas, evitar su proliferación. Asumimos que más y mejor información hace que los creadores y divulgadores de noticias falsas pagan un costo reputacional, y que nuestras preferencias se basan sobre el acceso a la información, con lo que combatir las ‘fake news’ nos permitiría tomar mejores decisiones.

Lamentablemente parecemos estar ante un nuevo momento. Cada vez más resulta que son las preferencias y las posturas ideológicas las que moldean los datos y eventos que resultan relevantes y creíbles, que las “narrativas” pesan más que la evidencia empírica. Digamos que la verdad ha perdido relevancia frente a la ideología. Los desmentidos parecen no tener más fuerza que las noticias falsas, si ellas confirman prejuicios. Vivimos un mundo en el que los medios y comunicadores, expertos y académicos y otras figuras e instituciones con “autoridad” para distinguir verdades de falsedades han perdido legitimidad, en un contexto de creciente polarización y desconfianza generalizada, pareciera que cada grupo opta por atrincherarse en sus convicciones y prejuicios y se desatiende la búsqueda de la verdad. De allí que antes de reconocer errores de diagnóstico, se cuestiona posturas contrarias a las de uno.

Ahora, ciertamente esto tiene consecuencias. En el mediano plazo, errores serios de diagnóstico en efecto conducen a decisiones contraproducentes para tus propios objetivos, y al final de cuentas, buena parte de la credibilidad de las posturas ideológicas se juega en sus resultados prácticos. La nueva retórica populista, conservadora y autoritaria que se expande por el mundo seguirá teniendo audiencia en tanto muestre cierta capacidad para legitimarse. Más allá de negar responsabilidades propias, achacárselas a enemigos o a terceros, y manipular información, en última instancia en su eficacia está donde se jugará la duración y alcance de las nuevas tendencias.