Las semanas iniciales de la pandemia hicieron que la aprobación de varios presidentes, entre ellos el peruano, subiera. A inicios de abril la aprobación fue más de 90%, algo inusual en los diferentes gobiernos peruanos a un año de las elecciones generales. Todas las medidas frente al covid-19 eran alabadas, sobre todo el toque de queda y cuarentena. Creo que esa alta aprobación se daba más por esa afección de buena parte de la ciudadanía por gobiernos de mano dura que por los posibles resultados que se pudieran tener.
A mediados de abril, un artículo de De la Torre, Ghezi y Segura se preguntaba qué hacer cuando el martillo no chanca. Ahora nadie se acuerda del martillo. Desde el gobierno se achacaba el mal resultado a la ciudadanía, desde la gente también. En junio, 75% decía que no se había podido controlar la pandemia por irresponsabilidad ciudadana, ahora es 66% y sigue siendo alto. Es inútil ahondar en la serie de disposiciones que se dieron sin evidencia y sin conocimiento del país, en la postergación de la gestión y la utilización de una falsa dicotomía entre la salud y la economía como sustento de varias medidas.
Con la cantidad de contagios y muertes por covid-19, que nos ponen en las cabeceras de diversas listas, la ciudadanía se va desencantando, si en abril 65% decía que la respuesta del gobierno peruano frente al covid.19 era mejor que la de otros países, en agosto solo es 31%. Ahora que los contagios no descienden, se vuelve a dictar medidas castigadoras. Con todo este panorama se entiende que la aprobación haya disminuido a 56%, sorprende que no sea menor.