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[CRÍTICA Y DEBATES] «¿Emulando a Robespierre? Antauro Humala y el etnocacerismo», por Michael Mendieta*

“Castigar a los opresores de la humanidad es clemencia, perdonarlos es barbarie”

Robespierre

Francia a finales del siglo XVIII: Maximiliano Robespierre logró imponerse con el apoyo de los jacobinos, instaurando una dictadura cruenta y sectaria que marcó el período más radical de la revolución. El denominado “Incorruptible” estableció, por ejemplo, la “ley de los sospechosos”, provocando el deceso de miles de ciudadanos opuestos a su régimen. Este gobierno pasó a ser denominado, por medidas como aquella, como el “El terror”.

Perú 2022: Antauro Humala Tasso recorre el sur del Perú anunciando el fusilamiento de los presidentes corruptos. Asimismo, reivindica a los sectores populares cuyos ideales, considera, han sido traicionados por la clase dominante criolla “vende patria”, y anuncia el cierre del Congreso para el verano del siguiente año con el apoyo de miles de reservistas que, engrosando las filas del movimiento etnocacerista, vendrían de diferentes regiones hacia la capital para concretar tal propósito. Humala, como lo indicó en una entrevista realizada por el periodista César Hildebrandt, quiere convertirse en el “Robespierre de los andes”.[1] Sin embargo, considero que esta denominación va más allá del personaje. Es importante entender y reflexionar sobre las características ideológicas del etnocacerismo.

Etnocacerismo y antaurismo

El etnocacerismo nace de las filas del ejército, primero como una logia secreta para luego aparecer públicamente con el levantamiento de Locumba (2000). Es una vertiente del etnonacionalismo desarrollado por el patriarca de los Humala. Durante los primeros años del nuevo milenio sus integrantes fueron reservistas y licenciados del ejército peruano, mientras que otros fueron captados gracias a los mensajes de sus publicaciones (primero “Ollanta” y luego “Antauro”).  Para inicios de 2005 Antauro Humala, con parte de sus seguidores, realizó la toma de la comisaría de Andahuaylas que terminó con la muerte de efectivos de la policía y el encarcelamiento de sus responsables.

Durante sus años en prisión, la prensa oficial del movimiento no dejó de circular (aunque no mantuvo la misma periodicidad). Se completó la publicación de cuatro libros escritos por el propio Antauro que se sumaron al corpus ideológico, y la militancia continuó creciendo, formándose entonces las llamadas Escuelas Etnocaceristas. Así, participaron activamente en las protestas antimineras y lograron tener escaños en el parlamento durante el breve periodo del 2020-2021. Fueron años en los que se observó un flirteo político con Hernando de Soto y acercamientos con un sector del empresariado encabezado por Virgilio Acuña.

Ya en libertad, desde agosto de este año, Antauro ha anunciado su intención de ser candidato presidencial en las próximas elecciones generales a través de dos agrupaciones políticas que serán inscritas ante el JNE. Y hasta la fecha ha arremetido con sus propuestas radicales, logrando un respaldo de un sector de la población que llena las plazas de distintas regiones de nuestro país, especialmente en el sur andino. Las empresas encuestadoras visibilizan a Antauro como una de las figuras prometedoras de la futura contienda electoral.

¿Qué busca el etnocacerismo?

En líneas generales, el etnocacerismo se propone refundar nuestra república mediante la reivindicación de los sectores mayoritarios encabezados por el sector “cobrizo” que, según su ideólogo, representa la autenticidad del peruano, pues contiene los genes de los fundadores del Tahuantinsuyo: Manco Cápac y Mama Ocllo. Con la nueva república se iniciará una etapa de recuperación de nuestra soberanía, así como la administración efectiva de nuestros recursos naturales a través de una política proteccionista y estatista. Se fomentará el desarrollo agrícola y se defenderá el trabajo de nuestros compatriotas ante la arremetida de los venezolanos (quienes según el discurso etnocacerista son tan nocivos como los chilenos).

La mayoría de estas propuestas fueron ya anunciadas durante los primeros años de la aparición de este movimiento, pero, ¿por qué la creciente preocupación en este contexto? En el marco de la actual crisis política y económica que vive nuestro país estas propuestas están obteniendo mayor apoyo y podrían representar los intereses de un sector que se ha mantenido al margen y busca ahora dirigir las riendas de nuestro país.  Un sector que va más allá del propio etnocacerismo y que representaría al empresariado popular (informal) y cobrizo, es decir mestizo, “cholo” o indígena. Un sector que considero conservador y que a través de una moral basada en la disciplina y la “mano dura” propone una salida a nuestra persistente crisis. Es decir, seríamos testigos de las contradicciones entre un capitalismo encarnado por las trasnacionales y los oligopolios y un capitalismo emergente de carácter nacional.

No es un fenómeno que ocurre solamente en nuestro país. En Latinoamérica observemos los gobiernos de Nayib Bukele en El Salvador o el saliente de Jair Bolsonaro en Brasil. Mantienen un populismo agresivo que podría volver a expresarse en un hipotético gobierno de Antauro Humala. En el plano ideológico existen coincidencias con el propulsor de la “cuarta teoría política”, el ruso Aleksandr Duguin, quien busca alinear las ideas de justicia social con el nacionalismo, proponiendo establecer un imperio tradicionalista euroasiático.

¿Un fascismo andino?

Asimismo, observo coincidencias con el fascismo: culto a la personalidad, totalitarismo, nacionalismo extremo, xenofobia… Características que me permiten denominar al etnocacerismo como un “fascismo andino”.  Antauro Humala niega que su movimiento sea fascista respondiendo lo siguiente: “No tenemos nada de fascismo, al contrario, estamos del otro lado. La diferencia en nosotros es que no somos izquierda ni derecha sino nacionalismo frente a globalismo”. Dicha respuesta coincide claramente con los movimientos fascistas que tratan de alejarse de las opciones de derecha e izquierda. A Humala podría gustarle ser considerado el “Robespierre andino”, pero lo cierto es que se asemeja más a lo que sería un “Mussolini andino”.

¿Fascismo andino? Desde mi perspectiva entiendo al fascismo como un movimiento marcado por el ultranacionalismo que niega las posiciones liberales y al mismo tiempo se contrapone a las posiciones de las izquierdas. El fascismo busca arraigo en los sectores populares con un discurso unificador (pasado histórico glorioso y/o una “superioridad racial”) y una política estatal autoritaria, totalitaria y corporativista. El etnocacerismo tiene tales características. El fascismo no es una categoría que pertenece al pasado histórico (como dicen quienes piensan que culminó en la segunda guerra mundial), sino que es vigente y aparece en contextos de crisis e inestabilidad como el que vivimos hoy en el Perú.

 

 

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* Historiador por la UNMSM, Magíster en Ciencia Política y Gobierno por la PUCP. Doctorando en Historia (PUCP). Es docente en la Escuela de Ciencia Política de la UNMSM. Es autor del libro Camisas Verdes en el Perú, el proyecto de Estado del Etnocacerismo. (Lima: Arteidea editores, 2013).

[1] H.Sagástegui.B. (2020, 14 de febrero). Entrevista de César Hildebrandt a Antauro Humala [Video]. Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=2KvPmHCQ3lo