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En los últimos años, las mujeres han ganado participación en los diversos sectores económicos del país. Vemos una mayor cantidad trabajando y liderando equipos; no obstante, los ingresos laborales que perciben por dichas actividades continúan por debajo de los que reciben los hombres.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), entre el 2007 y 2017, el número de mujeres pertenecientes a la población económicamente activa (PEA) ocupada pasó de 6,2 millones a 7,3 millones; es decir, creció 17,6%. Con ello, la participación femenina creció 0,5% en el período analizado, lo que representó el 44,2% de la fuerza laboral; mientras que la contribución masculina se ubicó en 55,8%.
Al respecto, el presidente de Arellano Consultoría para Crecer, Rolando Arellano, explicó a El Comercio que cada día es más común observar que las mujeres han reemplazado el cuidado del hogar por las oportunidades de trabajo fuera de casa.
Asimismo, señaló que hace 15 años las consideradas conservadoras –esto es, las que se dedicaban al hogar– representaban el 27% de la población femenina, cifra que se ha reducido a 15% en la actualidad. En el caso de las mujeres llamadas modernas, estas pasaron del 15% al 25% en un lapso similar.
“La mujer está dejando su tarea de mamá tradicional y está dejando de ser la administradora del hogar para salir a trabajar y producir. Eso está muy claro, pero hay otra variable mucho más importante aun: la educación”, agregó el especialista.
De acuerdo con Arellano, a la fecha hay más mujeres estudiando en universidades que hombres, lo que las dota de más capacidades y oportunidades para encontrar trabajo e ingresar más rápido al mercado laboral. Ello ha generado también cambios en su participación a nivel urbano y rural.
La lectura de los datos del INEI por área geográfica revela un incremento de la participación del empleo femenino. A nivel urbano, este pasó de 71,3% en el 2007 a 78,2% en el 2017. A nivel rural, este registró una caída de 10,9%, explicada básicamente por la migración de las mujeres hacia las ciudades, donde acceden a una mejor educación superior y mayores oportunidades laborales.
A ello se suma que gran parte de la población femenina ocupada –sea como dependiente o independiente– se ubica en el interior del país y no en la capital. Precisamente, los 4,9 millones de mujeres que trabajan se encuentran en provincia y los 2,4 millones restantes están en Lima y Callao.
BRECHA SALARIAL
Un tema de constante discusión es el de la brecha salarial entre mujeres y hombres, tema pendiente en el Perú y muchos otros países.
Si bien hay avances al respecto, una mujer que trabaja y tiene entre 14 y 24 años de edad deberá ganar 21,1% más para igualar el salario que percibe un hombre en el Perú. Caso similar sucede con aquellas entre los 25 y 44 años y las de 45 años a más, que necesitarían aumentos salariales de 33,2% y 37,1%, respectivamente, para lograr la igualdad en las remuneraciones.
Para Carolina Trivelli, investigadora del Instituto de Estudios Peruanos (IEP), la brecha salarial se debe a una serie de factores como la discriminación y restricciones que enfrentan las mujeres en el mercado laboral, y la baja tasa de ascensos en el país. Resaltó que, pese a los avances, las mujeres no alcanzan las mismas posiciones de liderazgo que los hombres.
“De todas las empresas que listan en la bolsa del Perú, solo el 40% tiene al menos una mujer en su directorio. El promedio mundial es como 80%, estamos lejos… La tasa de cuán arriba llegan las mujeres ha ido creciendo, pero todavía no es la misma proporción que la de los hombres”, asegura.
Otro factor a considerar es el de las responsabilidades domésticas. Trivelli explica que las mujeres suelen aceptar trabajos más flexibles que son penalizados en la remuneración y que tienden a ser hasta informales, con el fin de poder cuidar a sus hijos. No obstante, parte de la brecha se puede reducir si se reparten mejor los temas de cuidados con los hombres o se incrementan los servicios de cuidado como alternativa.
Las buenas prácticas empresariales –tales como las mejores definiciones de puesto, las entrevistas ‘ciegas’ o la verificación del currículo sin nombre– pueden contribuir también a cerrar la brecha salarial y evitar la discriminación o preferencia entre sexos.
“Este tipo de prácticas ayuda. Se deben tomar acciones y debe haber un compromiso por parte de las empresas y colaboradores de ir cerrando estas brechas”, finalizó.