Carolina Trivelli, investigadora principal del IEP, fue entrevistada por el diario La República sobre las estrategias del gobierno para mitigar la emergencia sanitaria. ► https://bit.ly/3OSUoF5
— ¿Qué le parece el anuncio de otorgar una ayuda económica de S/ 300 para hacer frente a la crisis cuando hay inseguridad alimentaria en el país?
Sin duda es una medida acertada, que se ha estado pidiendo hace ya varias semanas y es una muy buena noticia que el ministro (Óscar Graham), al presentarse en el Congreso, haya incluido el detalle dentro de esta solicitud de crédito suplementario (S/ 7.200 millones), de recursos para dar un apoyo directo a las familias que enfrentan esta situación de crisis alimentaria. Quiero resaltar que de acuerdo a la encuesta que hizo el IEP hace como tres semanas, el 44% de los encuestados respondieron que en los últimos tres meses su hogar se había quedado, por falta de dinero, recursos, alguna vez sin alimento. Y esa es una situación grave. A muchas familias hoy día no les alcanza los ingresos que tienen para alimentarse adecuadamente. Esto tanto porque sus ingresos se mantienen deprimidos por problemas en el mercado laboral como porque los precios de los alimentos subieron de manera sostenida en el exterior y eso se ha traducido en una inflación alimentaria alta. Recordemos que la inflación alimentaria interanual ya está en 14%. Las familias ganan igual o menos que en momentos de pandemia, pero los alimentos cuestan más de 14 o 15% más que antes y para las familias más vulnerables, los alimentos representan cerca del 50% de su presupuesto. Entonces es una situación muy grave y es muy bueno que el ministro anuncie una ayuda directa. 3 millones de personas que recibirán el bono es un número sustantivo y una inversión de S/ 2 mil millones es considerable.
—Efectivamente, 2 mil millones de soles es considerable, como dice usted. Pero según Federico Arnillas, presidente de la Mesa de Concertación de Lucha contra la Pobreza, los beneficiarios sólo sería un tercio de lo que se necesita para mejorar la cadena de distribución alimentaria. Mientras que el exministro de Economía, Pedro Francke, en el programa hace pocos días, dijo que en el país hay entre 13 y 14 millones de peruanos en situación de pobreza, por lo que si solo se llega con el bono a 3 millones de beneficiarios, obviamente no sería suficiente. ¿Qué opina?
A ver, yo creo que hay que mirar las cosas con perspectiva. Siempre más recursos van a ser necesarios, ¿no? Siempre. Creo que es interesante discutir cuánta más ayuda se necesita dar. Pero también hay que reconocer que, en esta situación económica, asignar S/ 2 mil millones es como el doble del presupuesto del programa Juntos de todo un año. Es como casi la mitad del presupuesto anual del Midis. Es un monto de recursos muy importante. No es un sencillo que le sobró al MEF, para nada. Es un esfuerzo de todos los peruanos, porque recordemos que esos S/ 2 mil millones salen de la recaudación de nuestros impuestos. Es un monto importante. Es insuficiente, sin duda, porque la situación de los peruanos, como te decía, 44% de los hogares quedaron alguna vez sin alimentos en su hogar por falta de dinero. Entonces, lo que se necesita no es pensar en que el bono va a resolver los problemas de todas las familias, pero el bono va a mitigar el problema de crisis alimentaria que enfrentan las familias y eso tiene que estar acompañado de otras medidas.
—¿Y cuáles son esas medidas que deben acompañar esta decisión?
Las otras medidas tienen que estar relacionadas con mejorar las condiciones para que el mercado laboral se dinamice, para que las condiciones de empleo y de ingresos de las familias se recuperen. Es ahí donde debería estar el esfuerzo del aparato público. Y mientras eso sucede, que se compense, que se mitigue usando estos bonos alimentarios. Pero no pensemos que un bono, que un programa social, va a resolver los problemas ni de pobreza ni de crisis alimentaria del Perú, porque eso no tiene ninguna sostenibilidad. Esto es un evento extraordinario y hay que destacarlo como tal. Hay que ayudar a las familias para que, sobre todo los niños, puedan estar adecuadamente alimentados, pero no reconociendo las limitaciones que tenemos como país. 3 millones de personas que reciban este bono probablemente esto implique un número de hogares considerable de los que todavía no sabemos los detalles. No sabemos si el bono va a ser como el bono Yanapay y por persona o va a ser como fueron los bonos anteriores por hogar. Y dependiendo de eso, veremos cuál es la cobertura real de estos bonos. Insisto, S/ 2 mil millones es un dinero importante, no va alcanzar para todos los que queremos y las familias no van a quedar en una situación boyante por recibir el bono, pero lo que se trata es que puedan cubrir sus necesidades alimentarias, por lo menos las mínimas.
La experiencia reciente nos dice que el bono llegó tarde y mal en otras ocasiones, y con esta experiencia ¿qué es lo más recomendable para la entrega de esta ayuda económica?
Dadas las condiciones de la poca efectividad de el aparato público para crear cosas nuevas, yo me iría por una estrategia más segura trabajando sobre lo que ya demostró ser efectivo. Entiendo que una parte de quienes van a recibir este bono alimentario complementario van a ser quienes ya hoy día reciben transferencias monetarias de los programas sociales; es decir, las personas que reciben el Programa Juntos con los que reciben Pensión 65 o los que reciben Qali Warma. Quizá también se puede incluir a algunos pensionistas que reciben la pensión mínima. Todos ellos ya tienen una cuenta, ya saben cobrar una transferencia del Estado. Y eso se hace casi en automático, salvo los casos de poblaciones que viven en zonas muy alejadas donde hay que enviar los carritos pagadores. Todo el resto puede ir a cobrar en cuanto se deposite el bono. Tienen mecanismos para cobrar en distintas formas en los cajeros, corresponsales, en las oficinas del Banco de la Nación. O pueden usarlo de manera digital, porque ahora ese dinero ya puede usarse desde la banca por teléfono, en las billeteras móviles. Ese es un primer grupo hay más de 1 millón de personas que ya están conectadas con ese sistema. En los bonos anteriores, casi 2 millones de personas activaron su cuenta de DNI, esta nueva cuenta digital del Banco de la Nación, que les permitió cobrar mucho más rápido. Quienes ya tengan su cuenta DNI podrán recibir ahí el bono de manera más rápida.
— ¿Dónde estaría el desafío?
Yo creo que el desafío es para aquellos que no recibieron un bono anterior y no están en un programa social y están en necesidad. Y estos grupos se encuentran sobre todo en grandes ciudades. Por ello, exigirle al Midis un esfuerzo de rápida identificación de estos hogares a partir del padrón que se hizo anteriormente y con información complementaria que hoy día, ya sin restricciones endémicas, podrán recopilar. Y lo otro es que hay que prestarle especial atención a la alimentación de los niños en los sectores más vulnerables.
—¿Cómo hacerlo?
Tenemos a Qali Warma, que ya está de vuelta en las escuelas, en las zonas urbanas, que entrega desayuno escolar y sería una buena iniciativa complementar ese desayuno o con una segunda ración, o con la entrega de alguna lonchera para que lleven a casa o con algún soporte complementario para la alimentación de los niños. Qali Warma sabe comprar, lo ha demostrado, sabe distribuir, sabe llegar a las escuelas y los niños ya están de vuelta en la escuela.
—Una ayuda económica de este tipo también debería ser para las personas que ganan sueldo mínimo, porque como sabemos, debido a la inflación, la remuneración no alcanza para satisfacer la canasta básica familiar. Eso, además, cuando una encuesta de Ipsos señala que el 67% de la población califica de mala la situación económica del país. ¿Qué comentario tiene usted sobre ello?
—Insisto. El principal problema aquí es que los ingresos siguen muy deprimidos y las oportunidades laborales para la mayor parte de los peruanos siguen estando restringidas a opciones de generación de ingreso altamente informal, altamente volátil y debajo de bajo rendimiento económico. A las familias no les alcanza con lo que tienen y entonces necesitan ganar más y o trabajar más. Y eso es algo que el mercado laboral no está favoreciendo. Por eso hay que promover la generación de empleo desde el aparato público, a través de empleo temporal, desde el sector privado, sobre todo. Y ahí el tema de inversión privada es central para que haya más, más empleo. Dicho eso, quienes tienen un sueldo mínimo que ha sido incrementado recientemente y tienen un trabajo formal, probablemente no entren en este bono y eso es algo que habría que discutir sobre hasta dónde se debe llegar. Entiendo que la propuesta es de comenzar a ayudar a los que están en situación más complicada, a los que no tienen un ingreso, los que no tienen una fuente de ingreso estable. Pero claramente entiendo perfectamente la pregunta y coincido con ella. Con mil y pocos soles, una familia de cuatro o cinco miembros no la va a hacer con los niveles de inflación que tenemos.
—¿Cómo ve la marcha de los programas sociales en el país?
Los programas se han mantenido a pesar de la presión enorme que sufrieron durante la pandemia para operar en condiciones para las cuales no estaban preparados y se han adecuado. Creo que han habido algunos cambios interesantes, por ejemplo, la autorización a que Juntos entre a zonas que no eran, que no estaban focalizadas geográficamente como era antes, pero sin darle mucho más presupuesto. Y eso es un imposible. Para ampliar un programa se necesitan más recursos. Entiendo que Juntos está priorizando las nuevas afiliaciones en hogares que tienen madres gestantes o niños en primera infancia. Y esto es una regla que suena lógica para acompañar a esos niños a lo largo de su vida. Sin embargo, creo que la cobertura de programas como Juntos en una situación como la actual o algo parecido a Juntos porque en un programa de transferencias más permanente en el tiempo puede ser interesante de considerar. Creo que Qali Warma se ha batido espectacularmente bien, haciendo compras y haciendo entrega de alimentos durante la pandemia. Creo que el desafío ahora es que regrese a las escuelas y se recupere el espíritu y el mandato central de Qali Warma, que no es comprar alimentos, sino asegurar que los niños en la primaria y en la escuela inicial pública reciban una alimentación de calidad todos los días en las mejores condiciones posibles. Entonces creo que lo que hay que hacer es repensar e innovar mucho más. Sin embargo, quiero decirte una cosa que me parece central en esta coyuntura. Y es que no estamos escuchando al Midis marcando el liderazgo. Debería ser el sector que esté codo a codo con el Ministerio de Economía trazando la estrategia y explicándole a la ciudadanía cuál va a ser la estrategia de soporte de mitigación de esta crisis alimentaria que todavía nos va a acompañar varios meses.
—Y ¿cuál es el impacto de las ollas comunes y de la ayuda económica que deberían recibir para paliar este impacto del alza de precios de los alimentos y también de los combustibles, que también impacta en los precios del “bitute”, del alimento que nos llega a la mesa.
—Sin duda el tema de combustibles afecta el costo de los alimentos, pero además afecta a los presupuestos de las familias, porque mientras suben los costos de los combustibles, sube el costo también de la energía del transporte. Y las familias que tienen un miembro que sale a trabajar, que tiene que tomar transporte público y el precio del transporte público sube, va a afectar su presupuesto quitándole recursos para alimentación. Entonces es un doble efecto. Y sobre las ollas comunes, éstas representan un actor central en esta crisis por dos razones.
—¿Cuáles son estas?
La primera es, por supuesto, porque responden a esta respuesta comunitaria. La comunidad se organiza para protegerse, para ayudarse, para poner en valor su capital social, para ser solidarios, para trabajar juntos. Y eso hay que potenciarlo, porque eso solo fortalece a las comunidades, a las familias que integran estas organizaciones y eso hay que apoyarlo siempre. Pero lo segundo es que las ollas surgen sobre todo en aquellas zonas donde la red de protección social pública, los programas sociales, la cobertura de apoyo sociales más directos no estaba presente porque no eran zonas prioritarias, porque los niveles de pobreza, de hambre en esas zonas tradicionalmente venían cayendo, por suerte, hasta que llegó la pandemia, cuando comienzan a crecer los problemas de alimentación, de pobreza en zonas donde tradicionalmente ya no se veían. Es así que surge esta respuesta comunitaria y es como una auto focalización. Y entonces deberían tener el soporte y el apoyo del aparato público, del sector privado, de la sociedad civil, porque son una respuesta eficiente y efectiva. A las ollas comunes hay que ayudarlas, por supuesto, con los insumos que necesitan, con alimentos. Pero también hay que apoyarlas con un proceso de fortalecimiento y de dotación de activos. Muchas operan en situaciones de altísima precariedad, con ollas prestadas, con utensilios prestados, cocinando en condiciones peligrosas. También habría que dotarlas de capacidades para la preparación de alimentos en condiciones de inocuidad, etc, pero también proporcionándoles de algunos activos básicos para que sigan contribuyendo a mejorar la situación alimentaria de sus comunidades.
—¿Cree que las condiciones económicas se pondrán más difíciles para los peruanos debido a la situación internacional?
La situación internacional está preocupante. Tenemos que estar muy atentos a lo que sucede en el exterior. Creo que son malas noticias para los peruanos que los precios de las materias primas están también a la baja, justamente por la situación internacional. Y eso nos puede quitar algunos márgenes de libertad para hacer más acciones. Creo que lo que tenemos que exigirle al sector público es que priorice, ¿no? Y que los recursos se orienten allí donde más se necesitan. Y creo que no hay nada más necesario que asegurarle a los peruanos una alimentación suficiente de calidad.