Carolina Trivelli, investigadora principal del IEP, fue entrevistada por el diario La República sobre el panorama económico y político del Perú, y sus repercusiones en la empleabilidad, pobreza y desigualdad. ►https://bit.ly/3kmgo14
—El Perú creció menos de lo esperado en el 2022 (2,68%) y con la situación internacional y las complicaciones internas, ¿Cómo avizora la economía del país para los meses siguientes?
—Efectivamente, el desempeño económico del Perú el año pasado fue por debajo de lo que esperaba el Banco Central e incluso muy por debajo de lo que esperaba el MEF. Esto tiene que ver con la incertidumbre sobre todo de los últimos meses, pero también con un deterioro de la inversión pública y privada que vimos hacia el final del año pasado. Este 2023 se ve bastante complicado no solo porque la situación internacional se mantiene compleja y porque la situación interna todavía es de una gran incertidumbre por esta indefinición de si va a haber cambios en materia política o no, o si vamos a continuar viendo movilizaciones sociales de magnitud importante. Esto afecta las expectativas del sector privado, que es quien mueve la aguja de la inversión, y además son los principales generadores de empleo. Además, el 2023 se presenta complejo porque tenemos nuevas autoridades regionales y locales y cuando esto sucede, los procesos de inversión pública se ponen más lentos porque hay un ciclo de aprendizaje, de cambio de personas a cargo y también afecta el desempeño económico. Además, tenemos inflación alta que afecta el bolsillo de las personas.
— Lo que la economía requiere es tranquilidad y predictibilidad. Necesitamos saber hacia dónde vamos. Y esa es una tarea que solo está en manos del Congreso y de la presidenta. Si ellos creen que la situación puede esperar unos meses, personalmente creo que se equivocan. Lo que necesitamos son definiciones, pero está en manos del Congreso como de la presidenta que los peruanos sepamos qué es lo que viene. La sensación de que esto puede demorar en definirse solo alargará el periodo de incertidumbre, incluso si esto recién se empieza a discutir en marzo en el Congreso, implica que claramente en el 2023 no vamos a tener elecciones, con lo cual tendremos que convivir todavía con una situación de mucha agitación e incertidumbre en todo el año y eso, definitivamente, va traer consecuencias para la economía.
—Cuando hay menor crecimiento no podemos salir de situaciones complejas como la pobreza. Durante el año más duro de la pandemia la pobreza subió a 30,1% para luego bajar a 25,9% en el 2021. Y es una cifra alta. De los 8,5 millones de pobres que dejó la pandemia, el gobierno estima que, con una Política Nacional de Desarrollo e Inclusión Social, este indicador baje a cerca de 5,2 millones. Pero más allá de atender y enfocarse en las necesidades económicas, ¿qué otros tópicos deben tomarse en cuenta para aminorar la pobreza de manera multidimensional?
— Lo que presentó el Ejecutivo es una Política Nacional de Desarrollo e inclusión social que se publicó el 31 de diciembre pasado. Es una buena medida porque permite ordenar las acciones que liderará el Midis, pero no solo el Midis, sino son políticas multisectoriales. Hay cinco ejes, cada uno lo coordina un sector distinto. Hay gran énfasis en el tema salud y es una política orientada a incidir en las condiciones de pobreza multidimensional. Lo raro es que todavía no tenemos un indicador de pobreza multidimensional y la meta que propone el Midis en esa política es que al 2028, la pobreza monetaria baje a 15%. Claramente eso me parece prácticamente imposible con estos niveles de crecimiento, pero además con los tipos de crecimiento que estamos teniendo que se basa en una expansión del empleo básicamente informal, con bajos niveles de remuneración, en un contexto inflacionario, además. Entonces es muy difícil bajar la pobreza monetaria. Hay que trabajar en la generación de un indicador de pobreza multidimensional acorde a la política que se ha presentado, esa es una tarea que el Midis tiene que impulsar y dejar junto al INEI, pero en el camino hay que tomar acciones para enfrentar la situación de emergencia que enfrentan las familias en situación de pobreza y vulnerabilidad hoy día, y esa situación de pobreza es mayor que la del 2021 y que se va a quedar estacionada, creo yo, en niveles de 25% debido los actuales niveles de crecimiento de la economía. Por ello se requiere tomar acciones inmediatas, en particular en lo relacionado a los temas alimentarios que golpean duramente a las familias y en las posibilidades que tienen las familias de sostener niveles de bienestar que ya estaban bien deprimidos.
—Para estas acciones se necesita de financiamiento. Para esto se requiere recaudar. Y es que hay una decisión del Tribunal Constitucional respecto a lo que las empresas adeudan al Estado, a la Sunat. El Fallo del Tribunal Constitucional favorece a empresarios por S/ 12 mil millones. ¿Qué le parece a usted esta medida tomada por el Tribunal Constitucional, respecto a las deudas tributarias de las empresas? ¿Cómo vamos a financiar desarrollo, cómo vamos a financiar crecimiento, cómo vamos a financiar reducción de la pobreza con este tipo de decisiones? Obviamente nos hace daño…
—Esa decisión del Tribunal Constitucional afecta el tipo de intereses que se cobra sobre las deudas tributarias, y eso es competencia y materia zanjada por el Tribunal. Claramente esto afecta a las arcas fiscales, pero no es lo que financia el gasto público peruano. Lo que necesitamos es, sobre todo, reducir evasión y elusión. Todavía hay un porcentaje muy alto de peruanos y peruanas, y de empresas de distinto tamaño que evaden impuestos, que no pagan lo que deben pagar, y necesitamos asegurar que la política tributaria sea mucho más efectiva, mucho más justa. Casi todo lo que se recauda es por IGV, es un impuesto bastante regresivo que afecta el bolsillo de las clases medias en particular. Lo que hay que decir es que el problema de financiamiento público es importante, y necesitamos más recursos, sin duda, pero el principal problema hoy día es la poca capacidad del aparato público para entregar servicios de calidad a la población. Servicios que tienen financiamiento y que no están llegando ni en calidad ni en cantidad suficiente a la población que más lo necesita. Y sobre todo estamos dejando de atender poblaciones en situación crítica a pesar de tener recursos en los presupuestos de los ministerios. Creo que los temas alimentarios son el mejor ejemplo, la alimentación de los niños debe ser prioritario.
—Hay un programa que el MEF está impulsando, que se llama “Con Punche Perú”, con S/ 5.900 millones que se inyectará a la economía del país. Justamente, y retomando la decisión del Tribunal Constitucional, son S/ 12 mil millones, que están siendo condonados a las empresas, casi dos veces lo que implica “Con Punche Perú”, ¿Pero es suficiente “Con Punche Perú” para revertir la situación por la que estamos pasando?
—“Con Punche Perú” va a ayudar a algunos sectores específicos; por ejemplo, al sector Turismo, va permitir, ayudas puntuales en algunos aspectos, y eso está muy bien. Hay que utilizar los instrumentos de gasto público, dado que tenemos todavía recursos en la caja fiscal que podemos gastar, pero sobre todo hay que lograr que el aparato público retome su capacidad de llegar a quienes más lo necesiten con servicios de calidad. Ese es el tema. No es financiamiento el principal problema que detiene que las personas reciban la ayuda que necesitan. El principal problema es de gestión, de efectividad, de la gestión del Estado y allí, los tres niveles de gobierno tienen la responsabilidad. Necesitamos recuperar musculatura, tubería en el aparato público, para llegar con los recursos que se destinan con programas, como, por ejemplo, “Con punche Perú”, que no va a resolver todo el problema, pero es un paliativo y debería contribuir a enfrentar esta situación tan difícil que vamos a tener este 2023.
—El Fondo Monetario Internacional, en todo este contexto, demanda al Perú impulsar reformas para apuntalar crecimiento económico, pero también abordar la desigualdad y la pobreza. ¿Por dónde empezar?
—Es que hay que hacerlo todo junto, no son tres cosas que se hacen por separado. Necesitamos crecimiento, pero no cualquier crecimiento. Necesitamos un crecimiento que genere buenos empleos, que genere mejores remuneraciones, pero que también esté complementado con acciones que incentiven una mejor formación y preparación de los trabajadores para lograr que en los trabajos comiencen a registrar mejoras en su productividad. El sector informal peruano tiene una productividad bajísima y con ello no vamos a salir adelante. Podemos sobrevivir con esos empleos informales de baja productividad, pero no podemos crecer en el mediano y largo plazo. La pobreza y la desigualdad requieren un conjunto de medidas que han de financiarse con este crecimiento y requiere, sobre todo, de una generación con nuevas oportunidades para los trabajadores de menores recursos. Para ello hay que ayudarlos, preparando mejor a los trabajadores, pero a la vez generando nuevas oportunidades de empleo. No nos sirve de nada tener a taxistas que son ingenieros, no nos sirve de nada un montón de gente empleada en sectores de muy baja productividad. Dicho eso, necesitamos tener una política orientada al sector agropecuario en particular, que nos provee alimentos, que está duramente golpeado y que requiere un programa muy intensivo y coordinado, porque genera empleo, genera bienestar, pero además alimentos de calidad para todos los consumidores.
—En todo este contexto de convulsión social, y problemas internacionales, la inflación golpea con más fuerza a las familias vulnerables. ¿Cree usted estamos encaminados para aminorar la inflación como lo estima el Banco Central de Reserva?
—El Banco Central hizo muy buen trabajo para evitar que la inflación se nos vaya de las manos. Lo que tenemos es una inflación básicamente importada, que, en particular, en el Perú a pesar que hemos tenido más de 8% de inflación el año pasado y 15% de inflación alimentaria, nos ha ido mucho mejor que a otros países de la región donde no lograron, como nosotros, contener la inflación. A nivel internacional los precios de los alimentos ya dejaron de subir, están comenzando a bajar, y necesitamos que eso se traduzca en la situación interna, y para eso necesitamos que las familias tengan capacidad de consumo. El principal problema que nos ha dejado la precarización del mercado laboral, sumado a la inflación, es que las familias tienen menos recursos en el bolsillo y no les alcanza para comprar ni en la cantidad ni en la calidad suficiente de alimentos, y creo que en ese problema debemos estar enfocándonos los esfuerzos, por ejemplo “Con Punche Perú”.
—De otro lado, 79% de los peruanos asegura que los productos son más caros debido al clima sociopolítico, y las protestas para exigir la salida de la presidenta Dina Boluarte y adelanto de elecciones. Pero parece que, paulatinamente, se van abriendo las carreteras; sin embargo, hay tensa calma, y debido a la posición de la mandataria y del Congreso, de no querer moverse de sus zonas de confort, podría reactivarse en cualquier momento las protestas sociales. Nuevamente, ¿Dónde está la salida?
—Sin duda, mientras no se solucione la situación política y no tengamos un horizonte claro de por dónde va la salida política, vamos a tener movilizaciones sociales que se activan y que se desactivan, y eso nos va a mantener en incertidumbre y va a traducirse en nuevas movilizaciones. No hay que ser muy adelantado para saberlo. La principal recomendación es claridad en lo que viene y para eso necesitamos presionar a quienes tienen que tomar la decisión y esos son: el Congreso y la presidenta, que tienen que generar una ruta de salida a esta crisis, sino el tema de incertidumbre y las movilizaciones que se activan y que se desactivan va ser la norma que nos acompañe por lo menos en el primer semestre del año, y eso va tener consecuencias en la economía, sin duda, pero también en las posibilidades de que las familias y las pequeñas y micro empresas puedan mantener sus actividades.
—Aunque ya lo abordó al inicio, hay dinero y lo que nos falta es gestión, pero nos preguntan, ¿Hay espaldas financieras para otorgar ayudas económicas, a través de transferencias para las familias más pobres, más vulnerables en el país?
—Hay espaldas financieras, no tenemos todos los recursos del mundo, pero sí tenemos todavía un margen para actuar. El tema es que las ayudas financieras, la entrega de bonos, no ha sido con una estrategia de sostenimiento, entonces se vuelven ayudas muy puntuales, esporádicas, sin ninguna predictibilidad y eso no permite a las familias usarlas en lo más importante. Es como ganarse la lotería y eso no permite que se usen adecuadamente. Creo que más que pensar en un bono adicional sería mejor pensar, por ejemplo, en un bono más pequeño por cuatro o seis meses para familias de situaciones de pobreza extrema que tienen niños, para asegurar que los niños tengan alimento. Necesitamos pensar estrategias menos aisladas, necesitamos acciones mucho más coordinadas con una estrategia y eso es lo que no tenemos. No tenemos una estrategia para enfrentar la crisis alimentaria y la crisis de acceso a recursos económicos que enfrentan las familias en situaciones de mayor pobreza
—¿Cuáles son sus recomendaciones fundamentales para revertir la situación en la que nos encontramos y apuntalar crecimiento, aminorar pobreza, pero también desigualdad?
—La primera es, poner metas claras en el accionar del Estado peruano en los tres niveles de gobierno relacionados con un tema que es fundamental para las familias: hambre, sin duda, alimentación de los niños. Allí tienes dos medidas concretas, yo les pondría metas de acción. Segundo, necesitamos un gran impulso de la inversión pública, porque eso reactiva, jala a la inversión privada. Tercero, necesitamos que el Congreso tome una decisión a la brevedad y para eso todos tenemos que presionar. Cuarto, necesitamos pedirle al Midis que coordine acción de emergencia para el primer semestre, porque va ser un semestre muy difícil para las familias que requerirán o de ayudas adicionales a los programas sociales, o requerirán de un programa especial para asegurar que sobre todo los niños y niñas puedan aprovechar el año escolar que está a punto de comenzar.