[ENTREVISTA] Dolor y espanto: artista Edilberto Jiménez hace el más certero retrato del paso del COVID-19 por el Perú

Edilberto Jiménez fue entrevistado en el Diario El Comercio sobre su último libro “Nuevo coronavirus y buen gobierno: memorias de la pandemia de covid-19 en Perú”, publicado por el Instituto de Estudios Peruanos►https://bit.ly/3zTNEQb

El retablista ayacuchano de 59 años acaba de publicar el impactante libro “Nuevo coronavirus y buen gobierno” (IEP), que recopila casi un centenar de dibujos y testimonios sobre la crisis sanitaria en nuestro país.

No tienen los colores que suelen adornar sus retablos. Pero así, con la sencillez y la contundencia del trazo negro sobre el papel blanco, los dibujos de Edilberto Jiménez (Ayacucho, 1961) son probablemente el trabajo artístico más doloroso y certero que se haya hecho sobre la pandemia del coronavirus en el Perú hasta la fecha.

Casi un centenar de escenas que acaba de reunir y publicar en el impactante libro “Nuevo coronavirus y buen gobierno”, del Instituto de Estudios Peruanos (IEP), y que quedarán para la posteridad como un registro fiel del horror real: más de 180.000 peruanos muertos por el COVID-19, según las cifras revisadas y confirmadas hace tan solo unos días. El país con la mayor tasa de mortalidad per cápita del mundo. Un promedio atroz de 400 fallecidos por día, que seguimos contando.

El libro no solo referencia desde su título a las crónicas de Guaman Poma, sino que posee un propósito similar: la combinación de dibujos y testimonios sobre los momentos más duros de la crisis sanitaria: la cuarentena, los caídos, la pobreza agudizada, el recrudecimiento de las desigualdades.

“Todo lo fui registrando día a día, caminando y observando, tomando anotaciones. También me conecté con muchos amigos que me fueron dando sus testimonios”, cuenta Jiménez Quispe, artista, escritor y antropólogo, quien también padeció de COVID-19, pero consiguió superar la enfermedad.

ENTRE DOS TRAGEDIAS

“Yo vi dos tipos de pandemia –agrega el retablista de 59 años–: un virus para los pobres y otro para los que sí tenían posibilidad de recursos, de acceso a clínicas, a camas UCI. Dentro de esa desigualdad, presencié momentos durísimos. Los de menos tener son los que padecen y fallecen. El coronavirus los ataca fácil”.

Jiménez ha pasado la pandemia en Lima, específicamente en su casa de Canto Grande, en San Juan de Lurigancho, el distrito más golpeado por el COVID-19. Recorriendo sus calles a pie, fue tomando apuntes de la situación para luego plasmarlos en sus dibujos. “Anotaba y trataba de traspasar rápido el espanto a los dibujos. No tenía un horario. Podría trabajar hasta las 11 de la noche o levantarme a las 3 o 4 de la mañana, para ponerme a trabajar. Eran escenas que me dolían mucho, pero no quería que esa sensación se me pase. Por eso iba registrando”.

Durante los años 80 y 90, Jiménez Quispe fue testigo del terrorismo y la violencia en Ayacucho, en particular en el distrito de Chungui, severamente golpeado por la barbarie. “En ese conflicto vi heridos y muertos, toda una zona militarizada, muchos horrores. Y con este virus ha sido igual: los muertos que se acumulaban en los hospitales, los militares tomando las calles, el toque de queda y el silencio total, como si fuera una ruina”, describe el artista.

EXPERIENCIA COLECTIVA

“Nuevo coronavirus y buen gobierno” no es, sin embargo, un libro que solo registre el dolor. Entre sus páginas también hay espacio para cierta esperanza. “De esta experiencia también aprendí a cómo cuidarme, cómo ayudar a la gente, y cómo la gente trata, en sus modos posibles, de zafarse del virus”, señala Jiménez.

“Es un libro que no lo he hecho solo –agrega–. Lo hemos hecho todos, por eso hay tantos testimonios dramáticos. Tengo unas 800 historias en mi cuaderno de campo, de donde han salido las 100 que se incluyen en la edición final”.

Como escribe el docente y doctor en Literatura Víctor Vich en el prólogo del libro, “las bellas flores que suelen adornar las puertas de los retablos ayacuchanos se han convertido ahora en partículas infecciosas”.

Y para Jiménez, el trabajo en el retablo y el dibujo equivalen a lo mismo, pues lo realmente importante es el poder del registro. “Aunque he tratado de plasmarlos rápido, no es fácil establecer los detalles, traducirlo al dibujo –explica el artista–. ¿Cómo transmites en un conjunto de bolsas negras el sentimiento de dolor?”.