Ricardo Cuenca, investigador principal del IEP, fue entrevistado por Paola Ugaz para el diario La República sobre la pandemia por la Covid-19 y sus efectos sociales ► https://bit.ly/2W8rIyK
Por: Paola Ugaz.
Un lente de una cámara fotográfica. Un reflector. Una linterna. Un instrumento que nos ayude a ver, que desvele lo bueno y lo malo en eso se ha transformado la pandemia del Covid-19. Junto con Morgana Vargas Llosa iniciamos una serie de entrevistas para tomarle foto al país en medio de la pandemia. En esta primera entrega, el psicólogo Ricardo Cuenca analiza la imagen que ha destapado la pandemia y nos habla de una imagen dura e indeseable: la desigualdad en Perú.
–¿Con qué figura o metáfora identifica el confinamiento?
– La incertidumbre, por la incapacidad de no saber qué va a pasar mañana. Estamos unidos en tener la menor certeza posible de lo que va a pasar con nuestra vida y con el país.
–¿Cómo cree que cambiará el país luego del Covid-19?
– La pandemia ha sido un acto muy violento para todos porque nos ha confinado a las casas. Nos ha obligado a hacer caso al Estado. Nos ha obligado a cambiar nuestras relaciones sociales. De manera abrupta nos hemos enfrentado a pensar en la muerte. Todo ha sido violento. De ninguna manera vamos a estar en la situación previa al Covid-19 ni en el Perú, ni en el mundo.
–¿Qué ha mostrado el Covid-19 en el Perú?
– La pandemia, que empezó como una crisis sanitaria y ahora es una crisis del sistema, lo que ha hecho en Perú es poner un reflector sobre el país que algunos no querían ver y que ha dejado de ser un ejercicio académico: las desigualdades existen y el Estado tiene que hacerse cargo de que no existan más. Las desigualdades no son una consecuencia natural sino son consecuencia de las decisiones que toma el Estado a través de las políticas públicas como instrumento.
–¿Por qué la gente desobedece al confinamiento?
– Hay muchas hipótesis al respecto. Empiezo con esta idea de origen, por vez primera, estamos todos sometidos al Estado: todos vamos a la casa y todos deben hacer caso y esto no es menor en un país donde la relación con el Estado ha sido muy débil. La gente desobedece, no solo por el hecho de que no le interesa la ley o por sobrevivencia, sino que el miedo a la muerte puede venir acompañado de una conducta de desafiar a la muerte.
–¿Cómo se va a delinear el Perú postpandemia y a la vez atender a todas sus distintas poblaciones?
– Para atender la pandemia hay que atender varias racionalidades a la vez: la de los epidemiólogos, los científicos sociales y los economistas, entre otros. Estas racionalidades no siempre coinciden. A su vez, lo que antes era definido y contenido por la presencialidad ya no lo está. La presencialidad dejará de ser el gran ordenador. Tendremos que buscar establecernos y vincularnos unos a otros sin presencialidad y estos cables tienen que ser atendidos por un liderazgo del Estado. Es por ello que hay que pensar en los migrantes, los privados de la libertad, los jóvenes, los adultos mayores, entre otros.
– Usted ha señalado que la crisis causada por la pandemia, no importa que los escolares pierdan el año escolar y que el sistema educativo se tiene que iniciar desde cero, ¿en qué consistirá ese cambio?
– Hay que repensar la idea de los alumnos sentados ocho horas durante un año recibiendo conocimiento. Pensemos en un reacomodo total en el que aprendan alrededor de la pandemia además de matemáticas, comprensión lectora… algo que debe ser prioridad, de ahora en adelante: la formación como ciudadano.
–¿Cómo aterrizaría la formación ciudadana entre los alumnos?
– La pandemia nos ha mostrado que somos absolutamente frágiles y que el bien común, como, por ejemplo, la idea de que quedarnos todos en casa para cuidarnos como colectivo se encuentra por encima del bien individual y eso se tiene que empezar a aprender en la escuela que, repito, tiene que repensarse y cambiar desde la raíz porque el modelo alumno frente al profesor ha mostrado sus límites.
–El Covid-19 se ha convertido en el gran reflector de una imagen que no veíamos. ¿Qué ve ahí?
– Veo desigualdad, que es la consecuencia de una decisión del Estado. En Perú hay diferencias que son desiguales: la población indígena de la Amazonía es diferente a la de Lima porque está en peores condiciones para enfrentar la pandemia. Atendamos hoy lo urgente, pero superada la crisis, nos toca recomponer a la población a partir de sus diferencias a través de políticas del Estado.
–¿Qué podemos rescatar del confi namiento que ya sobrepasó los 50 días?
– Hemos aprendido que lo que habíamos aprendido como sociedad y que creíamos que era la receta para funcionar como sociedad se tiene que desaprender. Es decir, volver a empezar y reaprender que lo colectivo tiene un valor, que la acumulación individual de bienes por encima de lo colectivo ha fallado. ¿Qué ha pasado con todos aquellos que acumularon como locos papel higiénico y luego harina? Espero que se hayan dado cuenta de que acumular bienes no hace que lo duro que ha sido el confinamiento obligatorio se haya atenuado.
–¿Cuál es su balance de la cobertura del periodismo a la pandemia?
– En una situación de crisis como la que vivimos por la pandemia, creo que el esquema de identificar a los culpables antes de comprender toda la situación de lo que estamos viviendo, no sé si sea el mejor esquema a seguir en estos días, como tampoco sé cómo clasifican qué es noticia o qué es primicia en los medios.
–¿Cómo evalúa la actuación del Gobierno frente a la crisis?
– Dadas las condiciones estructurales del país, de cómo llegó el presidente Martín Vizcarra a ser Gobierno, con las precariedades que tiene la política peruana, con la poca preparación que tienen los funcionarios del ejercicio del Estado, con intereses creados para presionar al Gobierno; para mí el balance es positivo. Es un Gobierno muy resiliente y que trabaja al límite de sus capacidades.