Raúl Asensio, investigador principal del IEP, fue entrevistado por el diario La República sobre la actual crisis política.►https://bit.ly/3kLwJfC
El historiador e investigador del Instituto de Estudios Peruanos (IEP) se pronunció sobre la crisis política y la importancia de un pronunciamiento de los líderes políticos para frenar esta situación: «Buena parte de la responsabilidad corresponde a líderes políticos y de opinión, deben enviar mensajes claros para tratar de reconstruir la situación, tratar de llegar a una solución de consenso», señaló.
— Usted ha señalado que es el momento de que quienes crean en la democracia se hagan presentes; de lo contrario, Perú podría descender a algunos de los episodios más oscuros de su historia. ¿Podría resurgir el terrorismo?
— No quiero decir al terrorismo ni a una guerra civil ni nada similar. Tampoco hay que exagerar. Creo que estamos corriendo el riesgo de entrar en una deriva autoritaria que puede devenir por el lado de la derecha o de la izquierda, ya que tenemos grupos extremistas de uno y otro lado, que parece que estuvieran a punto de superar ya el momento democrático, por llamarlo de alguna manera, pues están reclamando cosas que van más allá de la preservación de la democracia y más allá también de una demanda de elecciones. En este momento corremos el riesgo de que por un lado continúen los brotes de violencia, y por el otro caigamos en una deriva autoritaria.
— ¿Qué riesgo es mayor?
— En este momento, el riesgo mayor es que recaiga en una deriva autoritaria por el lado de la derecha, porque controla el Gobierno, pero tampoco descartaría que esta espiral nos llevará a un lado u otro.
— La presidenta Boluarte ha invocado hoy a una tregua, aunque continúa afirmando que detrás de las marchas están el narcotráfico y la minería informal o la trata. ¿No dificultan más estas palabras la posibilidad de un diálogo?
— Tengo la sensación de que todos los actores en este momento están hablando para la galería; es decir, para sus propios partidarios, no le están hablando al conjunto del país ni a quienes tienen en frente, sino que cada uno está tratando de juntar fuerzas con sus propios partidarios. Tanto los mensajes que surgen desde el lado de quienes promueven las protestas como del lado del Gobierno apuntan más a fortalecer su propia posición, cohesionando a sus propios partidarios, que a abrir vías de diálogo. Estamos en el punto en el que cada uno de los sectores está tratando de contentar a su propia afición.
— Eso puede derivar en una mayor violencia. ¿Qué se puede hacer para evitarlo?
— Es muy complicado. Una posible vía de solución va por el lado del comunicado que acaba de publicar Transparencia; es decir, una urgente convocatoria de elecciones, idealmente para este año, lo más rápidamente posible, acompañada de un compromiso de todas las partes de respetar los resultados. No dejarlo para dentro de 15 o 20 días, sino una convocatoria a elecciones urgente, acompañada o no de la renuncia de la presidenta, aunque parece que será imposible llegar a una solución sin ello. Además, que todos los sectores se comprometan a parar la violencia hasta el momento en que se realicen las elecciones.
— Ese puede ser un punto de quiebre, pues si bien los manifestantes tienen tres demandas, el más avanzado es el adelanto de elecciones…
— Sí. Tendríamos que ver si para los sectores que se encuentran muy movilizados será suficiente para detener las protestas. Allí se necesita una labor de pedagogía política de parte de quienes promueven las protestas. Es decir, llegar a un compromiso intermedio en el cual estas elecciones sean un punto de quiebre que nos permita superar este momento de violencia, y a partir de esas elecciones definir si avanzamos o no hacia una nueva constituyente.
— Antes del intento de golpe de Estado de Castillo, sorprendía la pasividad en la calle pese a que las encuestas evidenciaban un alto descontento con su gestión. ¿Qué marcó el cambio?
— No estaría tan seguro de esa tranquilidad. Depende un poco de dónde pongamos el foco. En Lima y muchas grandes ciudades existía esa tranquilidad, pero desde el año anterior varios analistas venían advirtiendo que en determinadas regiones, principalmente del sur del país, venían movilizándose determinados sectores dispuestos a defender al Gobierno. En junio y julio teníamos actores sociales prácticamente todas las noches en la televisión nacional o en Palacio de Gobierno. En ese momento ya estábamos asistiendo a una suerte de apoyo al presidente Castillo, que nunca fue mayoritaria, pero el respaldo del 30% a 35% de la población, que es probablemente el sector más movilizado, junto con quienes se han movilizado, además, para protestar por la represión.
— El debate de que no se pueden adelantar las elecciones para este año porque se necesitan reformas no tiene sentido…
— En este momento, ponernos a hablar de reformas políticas es como si la orquesta del Titanic se pusiera a discutir qué canción toca. No podemos darnos el lujo de parar a reflexionar sobre reformas. Lo importante es convocar a elecciones lo más rápido posible y con un cronograma claro.
— Muchos manifestantes han perdido la confianza. ¿Cómo hacer que acepten la propuesta de adelantar las elecciones para levantar las protestas?
— Buena parte de la responsabilidad corresponde a líderes políticos y de opinión, deben enviar mensajes claros para tratar de reconstruir la situación, tratar de llegar a una solución de consenso que pueda permitir superar esta etapa de violencia que estamos viviendo en las últimas semanas. Los líderes políticos y sociales deben comenzar a moderar su mensaje… Siento que los líderes políticos nacionales, los que sabemos que van a ser candidatos cuando sean las elecciones, están callados porque no quieren salir perjudicados por sus declaraciones, pero es momento de que den un paso adelante y se involucren en la búsqueda de una solución pacífica para salir de esta crisis.
— ¿Qué líderes políticos?
— Para abarcar todos, diría que desde Verónika Mendoza hasta Keiko Fujimori. Sería tremendamente valioso que ambas, junto con otros líderes políticos, salieran a hacer un llamado a la calma y la no violencia. Simplemente, la imagen de ver líderes políticos ideológicamente tan diferentes y con proyectos de país tan distintos, haciendo un llamado conjunto a disminuir la violencia, ayudaría mucho a bajar la tensión.
— Y de una vez, porque cada día crece más…
— Absolutamente. Y en ese sentido, cada vez llama más la atención la irresponsabilidad de estos líderes políticos, que deberían estar tratando de reconducir la situación, pero da la sensación de que no lo hacen para no perjudicar sus posibilidades en la futura elección…Es el momento de que todos los líderes políticos de todas las ideologías hagan un llamamiento conjunto a bajar la violencia, y justamente ese tipo de actos, resaltando lo que nos une, podría ayudar a disminuir esta aparente polarización, que cada vez parecer ir a más.