Romeo Grompone, investigador principal del IEP, fue entrevistado en el diario la República sobre la coyuntura política peruana. ► https://bit.ly/3pZqogw
En esta entrevista, el sociólogo y doctor en Derecho y Ciencias Sociales Romeo Grompone analiza el gobierno de Pedro Castillo y el comportamiento de la oposición, y los posibles escenarios para este 2022.
En casi seis meses de este gobierno, ¿considera que Pedro Castillo es un presidente de izquierda? ¿O ve que más bien es una persona pragmática?
Yo no podría calificarlo ni de lo uno ni de lo otro. Me parece que no es un presidente que haya propuesto un tipo de programa de cambios relativamente ordenados. Por otro lado, el pragmatismo es la capacidad de crearse una base estable de alineamientos, para eso necesitaría fortalecer su propio grupo y tratar de acercarse a otros grupos opositores y apoyarse en las organizaciones sociales y los gobiernos regionales. Eso no lo hizo tampoco, si es que hubiera una actitud pragmática. Hay una incapacidad de delimitar objetivos de parte de Castillo. Y me parece que es el clásico dirigente sindical que funciona con pequeños intereses corporativos.
¿Por qué cree que Pedro Castillo tiene incapacidad para mostrar un programa propio?
Tengo la impresión de que su horizonte es el horizonte de sus grupos de pertenencia gremial. Y con eso no se puede constituir una propuesta nacional con capacidad de convencimiento. Entonces, no tiene ni capacidad de propuestas y de cambio, ni pragmatismo. Me parece que en algunos aspectos de su gestión no distingue entre lo público y lo privado.
¿Esa falta de capacidad para distinguir lo público y lo privado, como se vio en las visitas a la casa de Breña, es porque Castillo desconoce cómo funciona el Estado? ¿O es porque es similar a sus antecesores?
La no diferenciación entre lo público y lo privado no es solo un problema de Castillo. Es una sola tendencia. Muchos gobernantes han realizado una indiferenciación de estos límites, motivando los casos de corrupción que vivimos. Lo que pasa es que en el caso de Castillo no logra construir una esfera para decir que aquí está gobernando y construyendo cosas y encaminando las políticas sociales y económicas. Eso no se ve.
¿Le sorprendió que en menos de seis meses el presidente afronte un primer proceso de vacancia?
Tuvimos cinco meses. Hubo una falta de definición de políticas y una serie de acontecimientos dramáticos en el país. Creo que eso tiene que ver tanto con la gestión, el mal recurso infundado del fraude, falta de un ordenado traslado del gobierno de transición y emergencia a este, y más una oposición muy radical que se gesta a partir de Fuerza Popular, Renovación Popular y Avanza País. Entonces, todo eso crea un clima tóxico para tomar decisiones políticas.
¿El presidente le da excusas perfectas a la oposición para que intenten destituirlo?
No sé si excusas perfectas.
¿O argumentos?
Lo que había era un interés de desestabilización por parte de una oposición que es de ultraderecha y una falta de capacidad de Castillo, que de alguna manera lleva al cuestionamiento de su gestión con la forma de nombrar su gabinete y en que hace acuerdos.
¿Hasta qué punto nuestro sistema democrático puede aguantar esta situación?
Hay un problema de diseño que hace que todas las situaciones se precipiten al escenario de vacancia, como con la facilidad que hubo para la disolución del Congreso, que ahora se han disminuido en parte y, por otro lado, la facilidad con la que se puede evocar el tema de la vacancia moral. El diseño institucional lleva a que abusen.
¿Cree que Castillo termine su gobierno?
Yo no lo puedo decir, ¿verdad? Lo que uno aspiraría es que el gobierno definiera sus lineamientos políticos y busque un acuerdo más amplio del que tiene. Y busque, no solo a nivel del primer ministro, sino a nivel general con sus técnicos, personas que tengan la capacidad de realizar mediaciones porque estamos en una sociedad fragmentada. Pero yo no veo ni del Ejecutivo, ni del Legislativo, ninguna capacidad de tender puentes. Me parece que, a veces, que los sectores del Congreso, opuestos a Castillo, no avancen más, o que el Ejecutivo se sostenga, tiene que ver más con el temor. O sea, el temor por parte de los sectores conservadores de que quizás en un proceso electoral no tengan, salvo en Lima, el apoyo que los sostenga.
¿Sus expectativas para este 2022 son positivas o pesimistas?
Creo que las relaciones políticas van a seguir un continuo nivel de enfrentamiento, el problema es saber cuánto será ese nivel. Creo que la economía, aparentemente, crecerá. Lo que no se puede mantener es lo de salud, no será una reforma definitiva, pero hay avances. En el tema de la educación se va a plantear un problema muy agudo en relación con seguir con la reforma universitaria. El enfrentamiento será entre los sectores que quieran un cambio en la educación y otros que no.
¿El gobierno comunica mal?
No creo que sea un problema de comunicación. El problema es que el gobierno no hace políticas públicas y no hace políticas de pactos. En realidad, si no tienes políticas públicas con claridad, poco es lo que puedes comunicar para que cambien las cosas.
Para estas elecciones regionales y municipales, ¿la izquierda puede ser el sector menos favorecido porque es la izquierda la que está en el gobierno?
Me parece que sí puede ser uno de los grupos menos favorecidos. La oposición puede tener una equívoca ventaja, pero no pueda extenderse como fuerza nacional. Es probable que algunos grupos, movimientos regionales independientes, Somos Perú y Alianza para el Progreso, traten de copar la posición del centro y la centro izquierda. Si usted me dice que la izquierda política va a estar afectada, me parece que sí, pero que eso se traslade a la derecha política, me parece que no es tan seguro.