Lee la columna de nuestra investigadora principal, Carolina Trivelli.
Aunque el cambio en el pago de las gratificaciones afectaría solo a un pequeño segmento de los trabajadores, para otros abre el debate sobre otras propuestas más sustanciosas de una reforma laboral.
Como ha sucedido antes, ha reaparecido la propuesta de cambiar la forma en que se pagan las gratificaciones de julio y diciembre a los trabajadores en planilla. ¿Vale la pena el cambio?
En principio, la propuesta no cambia la cantidad de dinero en juego. Es la misma cantidad de recursos que las empresas destinarán a pagar remuneraciones y, por ende, el mismo monto entregado a los trabajadores, solo que en vez de en dos armadas (julio y diciembre) se haría en 12 cuotas, una por mes.
Si bien la medida parece neutra para los trabajadores que reciben gratificaciones –pues recibirían exactamente la misma cantidad de dinero-, estos están, en su mayoría, en contra. La encuesta urbana-rural del área de estudios de opinión del Instituto de Estudios Peruanos – IEP- de enero de este año, muestra que sólo el 10% de quienes recibieron una gratificación en diciembre (del 2018) respondió que preferiría que le den lo que recibe en julio y diciembre repartido en todos los meses del año.[1] Es decir, el 90% restante prefiere su grati en julio y diciembre. Incluso aquellos que señalan que no les alcanza su ingreso mensual, prefieren mantener las gratificaciones de julio y diciembre.
Las razones tras esta preferencia tienen que ver con las dificultades que la mayoría de trabajadores tiene para ahorrar disciplinadamente mes a mes y con el uso que se le da a la grati: para “darse gustos”, para pagar deudas y “aliviar” alguna situación apremiante. Es un ahorro forzoso que genera alivio y/o una sensación –temporal- de holgura al menos una vez cada semestre.
Es relevante señalar que en la misma encuesta solo el 54% de los trabajadores dependientes señaló haber recibido algún tipo de gratificación en el mes anterior (diciembre). Muchos trabajadores dependientes no tienen nada que ganar o perder con esta medida.
Las empresas estarían a favor de la medida. Argumentan que distribuir el monto de las gratificaciones en los 12 meses de sueldo les permite un mejor manejo de sus finanzas. Para algunas empresas, sobre todo las más pequeñas, sus ventas no se concentran en junio y noviembre, cuando tienen que generar los recursos para pagar las gratificaciones antes del 15 de julio y diciembre, respectivamente. Este argumento parece bastante discutible, pues si algo saben las empresas es cómo manejar sus recursos financieros para asegurar el calce con sus necesidades. Es más, pueden reservar cada mes la parte de las gratificaciones y rentabilizar este ahorro durante los seis meses que lo “guardan” para honrar las obligaciones con sus trabajadores.
Los empresarios también están a favor de esta medida porque en su lectura, esta forma de pagar las gratificaciones haría más transparente el ingreso real de sus trabajadores. Para ellos, los trabajadores en planilla tienden a comparar su sueldo neto, es decir, lo que reciben cada mes (sin incluir gratificaciones) con los ingresos de otros trabajadores –informales o trabajando en el sector público, por ejemplo-, y su conclusión puede ser que el sector privado les paga “menos” que en las opciones alternativas.[2] Si al ingreso neto que recibe el trabajador en planilla se le agrega la parte proporcional de gratificaciones y CTS, su ingreso promedio mensual sería 25% mayor; si solo se agregan las gratificaciones, y no la CTS mensualizada, el incremento en el monto recibido cada mes sería de 16%.[3]
Es decir, el sector privado considera que el salario mensual incorporando las gratificaciones sería visto como más atractivo y que los trabajadores presionarán menos por aumentos. Así, con ello competirían mejor –en igualdad de condiciones- con los ingresos ofrecidos en trabajos informales o en el sector público.
Si bien esos son los argumentos de la discusión, lo más probable es que esta medida sea un globo de ensayo para tantear la viabilidad de otras propuestas más sustanciosas de una reforma laboral. Por eso, si bien parece un tema menor pues afectaría a un pequeño segmento de los trabajadores –dependientes que sí reciben gratificación-, para otros abre el debate sobre la pérdida de un derecho laboral adquirido. El debate está abierto.
Distribución de los encuestados por situación laboral (enero 2019)
Fuente: Encuesta IEP (enero 2019, 1260 encuestados, representatividad urbano rural, +- 2.8% de margen de error).
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[1] Sólo el 26% de los encuestados señaló tener un empleo dependiente y de esto solo el 54% recibió una gratificación en diciembre del 2018, es decir el 14% del total de encuestados.
[2] En el sector público en buena parte de los regímenes laborales no se incluyen gratificaciones. La mayoría recibe una pequeña bonificación a lo mas (con un monto fijo).
[3] Para aquellos que reciben un sueldo como gratificación en julio y diciembre. Las trabajadoras del hogar por ejemplo solo reciben medio sueldo como gratificación con lo cual su ingreso mensual solo se vería incrementado en 8%.