Es antropólogo, sociólogo y politólogo. Además fue el ganador del Premio Kalman Silvert 2012, otorgado por la Asociación de Estudios Latinoamericanos (LASA), por la contribución de sus investigaciones al conocimiento de las ciencias sociales en América Latina. Julio Cotler siempre directo en el verbo, analiza los 100 días del gobierno de Ollanta Humala. Aquí sus apreciaciones.
¿El balance de estos 100 primeros días del presidente Ollanta Humala es positivo o negativo?
Relativamente positivo. El gobierno ha dado un tono de tolerancia, de calma, de negociación. No ha habido ningún intento de ruptura, de declaraciones fanfarronescas ni actos terribles. Entonces, hay una especie de calma en todos los aspectos, se han tomado algunas buenas decisiones; otras, no han sido tan acertadas. Pero en general, no es una gestión terrible ni terriblemente mala. Y para el Perú, eso es extraordinariamente positivo.
De acuerdo con las últimas encuestas nacionales de Ipsos-Apoyo y de Datum, la aprobación del Presidente ha descendido en las zonas del interior del país, pero ha aumentado en los sectores A/B. ¿A qué se debe este fenómeno?
Bueno, en el interior hay muy elevadas expectativas y se quiere que súbitamente haya transformaciones muy notables (cosa que no se puede hacer); mientras que para los sectores A/B, que haya tranquilidad es muy positivo. Esto quiere decir que diferentes sectores tienen expectativas y perspectivas muy diferentes.
¿Se ha vencido el temor de que Ollanta Humala maneje la economía “a lo Chávez” o “a lo Evo”?
Por el momento esos sectores están tranquilos, pero siempre tienen temores de lo que pueda pasar. Tiene que pasar mucho tiempo, como con Alan García, que al principio creían que iba a repetir el plato y pasó bastante tiempo para que se convencieran de que no lo iba a hacer. Acá también van a tener que esperar un buen rato para ver cuál es la definición de las políticas.
El lema de campaña del presidente Ollanta Humala fue “Honestidad para hacer la diferencia”, pero se ha repetido la historia: miembros del oficialismo se encuentran involucrados en presuntos casos de corrupción.
La corrupción va a existir siempre, acá y en todas partes. El problema no es que haya corrupción, el problema es que haya impunidad. Y en el caso de Omar Chehade, si los poderes del Estado se han encargado súbitamente de tomar las medidas necesarias, entonces está bien. Si se le acusa por presunción de tráfico de influencias, entonces el Congreso tendrá que dilucidar y el Poder Judicial tendrá que actuar. Para eso estamos en una república. Tenemos poderes; entonces que se encarguen ellos. Que se encarguen, que sentencien y que se castigue. Lo terrible es cuando se sabe que hay corrupción y los culpables quedan impunes, como ha sucedido en casos anteriores.
¿Qué medidas correctivas inmediatas se deberían trazar? Ya no es un problema que afecte solo a los miembros del partido de gobierno, también involucra a la oposición y a otros poderes del Estado…
¡Juzgarlos y sentenciarlos! Exigir al Poder Judicial que tome medidas rápidas y decididas. Lo mismo hay que exigirle al Congreso, para desaforar a los que tenga que desaforar o castigar a los que tenga que castigar. Es lo que hay que hacer. No se puede estar esperando un linchamiento “a lo Rosario Ponce” o cosas por el estilo.
El estilo de gobierno de Ollanta Humala se ha caracterizado por tener una comunicación escasa, parca, con poca presencia mediática y con una respuesta muy lenta ante los problemas. ¿Esto está mellando su popularidad y en los resultados que pueda obtener como estadista?
Hasta ahora no. Pero es indudable que de aquí en adelante tendrá que encontrar la manera de demostrar una presencia, no digo estrambótica, pero sí mediática y pública. Hasta ahora, la parquedad y la austeridad han estado bien. Sobre todo si estamos saliendo de fanfarrones como Alan García o como Alejandro Toledo, esto hace una diferencia. Pero obviamente peca por exceso, por no estar presente en los momentos necesarios.
Por no dar una respuesta más rápida cuando las papas queman…
En el caso de Chehade estuvo bien, porque él no tiene por qué meterse en estas cosas. Pero el Presidente tiene algunas metidas de pata; esperemos que sus consejeros sepan orientarlo al respecto.
¿Cómo cuáles?
Como decir que Telefónica no puede enjuiciar al Estado; ¿quiere decir que los que estamos descontentos con alguna acción del Estado no podemos quejarnos? No tiene sentido. Ollanta Humala es una persona que no tiene experiencia política, que viene de una socialización militar vertical; entonces todavía tiene dificultades para moverse en el mundo civil.
¿Cuáles son los principales temas de agenda que el presidente debería priorizar para los próximos meses?
El problema de la seguridad es fundamental, así como el de las políticas sociales y redistributivas. Yo quisiera ver qué hace para aumentar la recaudación tributaria, qué hace para regular la actividad empresarial. Esas son demandas muy fuertes de la ciudadanía.
Fuente: Punto Edu (PUCP)