A propósito de la presentación del libro «Historia de la corrupción en el Perú» de Alfonso Quiroz, el diario La República conversó con Marcos Cueto, historiador a cargo del prólogo del libro y amigo personal del autor, fallecido a inicios de este año. A continuación reproducimos la entrevista.
Por Pedro Escribano
Se acaba de publicar un libro que desentraña las vísceras de la corrupción que ha impedido el desarrollo de nuestro país. Se trata de la Historia de la corrupción en el Perú, libro póstumo del historiador Alfonso Quiroz y que esta noche se presentará en el IEP, institución que lo ha publicado junto con el Instituto de Defensa Legal. Una investigación, valiente y documentada, en la que resalta, inevitablemente, el rostro de gobiernos y funcionarios corruptos desde finales del periodo colonial hasta la dictadura de Alberto Fujimori. Marcos Cueto, amigo y colega del desaparecido autor y quien prologa la presente obra, sostiene que “este libro es un repensar de la historia el Perú a partir del tema de la corrupción, una visión histórica de las oportunidades perdidas de nuestro país por causa de la corrupción”.
Este libro es una edición peruana de una publicación inglesa.
Sí. El libro es una versión revisada y corregida por el autor de un libro que fue publicado en inglés en el 2008 y que tuvo gran suceso. La intención del IEP es difundir un libro que se hace una gran pregunta sobre el Perú: por qué no se desarrolló el Perú. Y el autor da una respuesta desde el punto de vista histórico, más específicamente de la historia económica. Quiroz sostiene que uno de los motivos principales del porqué el Perú no se ha desarrollado es que desde fines del periodo colonial –el libro empieza desde esa época- hay una especie de patrón de corrupción en el Estado peruano. Él estima que el 30 o 40% del Estado se ha gastado en corrupción. Esa es la gran respuesta del autor e intenta medirla, demostrarla con hechos históricos.
Usted en el prólogo señala algo paradójico, durante los periodos de corrupción hay una bonanza, pero frente a ella, hay una población empobrecida…
Hay un contraste muy fuerte. Ese me parece otra virtud del libro por el cual el IEP lo publica. Hay una actitud complaciente hacia la corrupción, de que podemos pensar muchas veces que podemos perdonar a un político porque ha hecho alguna obra. O que todos los políticos roban pero es legítimo que estén en el poder si es que hacen alguna obra. Y lo primero que el libro demuestra es que la corrupción crece en un ritmo potencial y puede acabar devorando al Estado y, en segundo lugar, es que no debemos tener una actitud complaciente en un país como el Perú, un país con tantas carencias y que debemos aspirar a salir de la pobreza, alcanzar al desarrollo. El libro no es una acusación de que todos los gobiernos o funcionarios estatales han sido corruptos, sino de que se ha creado una cultura, patrones de la corrupción.
La corrupción no solo está en la esfera pública, sino también en la vida cotidiana, en la calle.
Es verdad. No solamente es del funcionario que busca un soborno o recibe un soborno o que busca una ley que lo favorezca, sino también de la persona que se hace cómplice de esa cultura. En el gobierno de Fujimori había una cultura de la intimidación.
La corrupción, ¿es básicamente un mal uso del poder?
La corrupción es producto del mal uso del poder, en parte, pero también es un problema cultural, educativo.
Raúl Peña Cabrera publicó el libro Psicoanálisis de la corrupción, es todo un tema.
Hablamos que se tiende a perdonar al político corrupto si es que hace obra. Son mecanismos mentales que son parte de la cultura de la corrupción.
A propósito de perdonar, el libro incluye un acápite, “El juicio frustrado”, dedicado a Alan García.
El libro llega hasta el gobierno de Fujimori y Montesinos, pero también trata el gobierno de García. Pero allí lo que hay que entender también es que más allá de las personas específicas, tenemos que convencernos de que algunas normas contribuyen a la corrupción.
Usted recuerda que en el gobierno de García había el control de precios, los diferentes dólares, todos esos sistemas ayudan a la corrupción.
El libro explica cómo las componendas políticas, el fujimorismo blindó a García.
Así es, y había un poco la idea, a pesar de que supuestamente entramos a un periodo democrático, que el fin justifica los medios y que llegar al poder es la prioridad de todos los políticos y que si en ese camino muchos políticos tienen que perdonar o hacer de la vista gorda, lo van a hacer.
Y para usted cuál es el gobierno más corrupto?
Alfonso Quiroz en sus conclusiones, si no me equivoco, menciona al gobierno militar de Velasco y la época del gobierno Fujimori y Montesinos.
Ahora que se han retomado las denuncias y juicios como de García, ¿es una oportunidad para poner un alto a la corrupción?
Sí. Muchas veces creo que ha habido un dilema en el sentido de que denunciar un acto de corrupción puede entorpecer el desarrollo y crecimiento económico. Y no tiene que ser así, tenemos que convencernos de que mayores posibilidades de crecimiento tendremos si hay más transparencia, justicia e igualdad de oportunidades en el Estado.
El libro, mirado desde otro lado, puede ser una suerte de antología de corruptos.
Bueno, si lo mira así, allí aparecen, entre otros, Augusto B. Leguía, Juan Velasco Alvarado, Alan García, Alberto Fujimori.
Fuente: La República (14/05/2013)